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domingo, 21 de julio de 2013

CAPITULO 20

Holaaaa chicaaas!!! Aquí estoy otra vez :) Si quereis mas capitulos ya sabeis lo que teneis que hacer ;) Comentar mucho besoss!!

—En verdad hermano, no discriminas a ninguna.

—Algún día alguien van a darte una lección, Peter.

Sus palabras no salían de mi cabeza y cada vez me hacían pensar un poco más.


  Me desperté a causa del maldito despertador que Gastón me había obligado a tener. Giré sobre el colchón y estiré mi mano para apagarlo. Volví a girar para mirar al techo. Mi cabeza se estaba partiendo, si no me equivoco logré dormir lo mismo que nada. Toda la noche mi conciencia se encargó de que mi persona se sintiera verdaderamente mal.

  Me levanté y me dirigí al baño. Me di una ducha rápida y salí para cambiarme. Tomé un poco de café y salí en mi moto para otro maldito día en ese infierno. Recordé que hoy es la maldita fiesta de mi padre. ¡Demonios, nada podía ser peor!

  Llegué y me encontré con Nicolás y Gastón esperándome para entrar. Sin quitarme los anteojos me acerque a ellos. El pelado me miró bien.

—Uuuh, esa es cara de haber tenido mal sexo—aseguró el pelado.

—Te equivocas Nico, esa es cara de no haber llegado al coito —dijo Gastón.

  Me quité los anteojos y los miré asesinamente, para luego gruñirles por lo bajo. No estaba de humor para soportar sus teorías y burlas.

—Creo que si las miradas mataran, ya estaríamos muertos Gas —dijo Nico.

  Los volví a fulminar con la mirada. Maldito si seguía provocándome no iba a terminar bien. Gas se acercó a él y colocó una de sus manos sobre su hombro. Comenzamos a caminar hacia las malditas clases, me adelante un poco, pero podía escucharlos perfectamente.

—Amigo, ¿recuerdas que Peter perteneció al equipo de lucha en la secundaria? —le preguntó Dalmau por lo bajo.

—Si —se limitó a decir el pelado.

—También, ¿recuerdas cuando peleaba en los bares?

—Aja —respondió Nico.

— ¿Y recuerdas que peleó con Hook y lo venció limpiamente?

Giré un poco la cabeza para mirarlos y Nicolás miró nervioso a Gastón.

—Sí, lo recuerdo.

—Entonces no insistamos más, ciertamente no somos Hook. No creo que tengamos tanta suerte si continuamos —dijo él. Llegamos al salón y era una de las pocas veces en las que llegábamos temprano.

  Miré a mí alrededor y Kate no estaba. Gracias a dios no estaba. Me senté en la última fila y logré hacer que mi cabeza se fuera de aquel lugar. La clase de Historia Universal comenzó, era tan tediosa aquella clase.

  La puerta del salón se abrió y ella entró. Me senté derecho para mirarla, y a mi cabeza vino lo de ayer. Habérmela imaginando mientras estaba con otra era algo poco común en mí.

—Lo siento, se me ha hecho tarde —se disculpó.

  La profesora la disculpó y ella miró a su alrededor para buscar un asiento. Él único lugar que quedaba era el que estaba a mi lado. Intentó buscar otro lugar, pero nada la salvaría de sentarse conmigo. Se acercó y con cuidado se sentó.

—Buen día —me saludó por lo bajo.

—Ojala pudiera decir lo mismo —le dije. Se giró a verme.

—Uuuh, ¿no dormiste bien anoche? —me preguntó.

—Exacto —dije.

  Ella sacó un cuaderno y comenzó a escribir lo que la profesora estaba diciendo. Miré con detenimiento cada movimiento que hacía su nariz al escribir. Llevó la punta de la lapicera a su boca para morder levemente la punta.

¡Oh dios, yo tengo que hacer algo para poder estar con esta chica!

Se giró a verme, y me encontró mirándola fijamente.

—¿Qué sucede? —me preguntó.

—Nada, solo te miraba —contesté.

—Después puedo prestarte un poco de tapa ojeras, si quieres —me dijo algo divertida.

—Oh, que considerada que eres cariño.

—Lo sé —dijo orgullosa de ella misma y volvió a concentrarse en escribir.

  La clase se me hizo lenta e interminable. Lali contribuía a ello, totalmente concentrada en lo que decían o escribían.

—Podemos salir mañana cariño —le hablé. Se giró a verme.

—¿Mañana? —preguntó.

—Sí, ¿Por qué no?

—¿Es necesario?

—¿Cuál es el problema?

—El problema Peter, es que… no quiero problemas—dijo divertida.

—¿Problemas?

—Ya sabes de quien te estoy hablando. María.

—Oh, María —dije frustrado.

—De verdad tendrías que hablar con ella, está obsesionada contigo. Por un lado le tengo lastima, debe ser horrible enamorarse de alguien que solo piensa en sí mismo.

—Juro que yo jamás le di motivos para que se enamorara —me defendí.

—Peter… chicas como ella se enamoran fácilmente de hombres como tú.

—¿Hombres como yo?

—De pura palabra, pero cero compromisos —me dijo.

—¿Y chicas como tú? ¿Qué clase hombres buscan? —le pregunté.

Me miró fijo a los ojos y luego sonrió levemente.

—Chicas como yo buscan constantemente alguien que no sea posesivo y esté dispuesto a entregarse a una relación divertida y sana. Un hombre con el que puedas hablar de cualquier cosa y sentirte cómoda —me dijo.

—¿Martínez no podía hacer eso?

—Al principio sí, pero luego se volvió insoportable.

—Yo soy un hombre con el que perfectamente puedes hablar —dije. Volvió a sonreír.

—Sí, lo imagino —dijo sarcástica —Eres el sapo imposible de transformar en príncipe.

  El timbre sonó y todos comenzaron a salir. Ella se puso de pie y antes de salir del todo se giró a verme.

—Por eso se enamoran ti, creen que pueden cambiarte—me dijo. La miré fijo —Pero eso, está totalmente fuera del alcance de sus manos.


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