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miércoles, 17 de julio de 2013

CAPITULO 17

Este capitulo esta dedicado para sofi jajaj Me alegro que os guste la nove :) Subo otro? ;)


  Sus uñas bien formadas y pintadas de negro, algunos de sus dedos tenían anillos. Puse mis manos sobre las de ella cubriéndolas completamente.

—¿Y ahora qué? —preguntó ella nerviosa.

—Y ahora, déjame a mí cariño.


  Reí divertido cuando frenamos frente a su casa. Ella soltó rápidamente las manijas y haciendo que yo me alejara de ella, se bajó.

—¿Cómo lo sentiste? —le pregunté.

—Tuve miedo —aseguró. Le mostré una leve sonrisa —Pero… fue divertido.

—Lo dije, pronto serás una motoquera profesional.

—Olvídalo —dijo y comenzó a caminar.

  Me bajé de la moto y esperé a que ella me invitara a pasar. Vi como detenía su paso y giraba lentamente a verme.

—¿Qué? —le pregunté.

—Si quieres puedes pasar —me dijo no muy convencida del todo.

—Ya que insistes —dije y me acerqué hasta ella.

Revoleó los ojos y buscó las llaves dentro de su cartera. Nos acercamos a la puerta y abrió. 

  Era un lindo edificio. Siguió caminando hasta uno de los ascensores. Apretó un botón y me miró.

—Por favor, cuando entremos evita tocar cualquier cosa que llegue a llamar tu atención —me advirtió.

—¿Hay cosas que puedan llamar mi atención? —le pregunté.

—No lo sé, no conozco lo que hay dentro de tu mente. Pero creo que… si.

  El ascensor llegó y abrió la puerta para que entráramos. Marcó el piso 6. La caja de metal comenzó a subir. Me dediqué a mirarla fijamente, logrando que se pusiera nerviosa. El ascensor se detuvo y bajamos. Había una sola puerta en ese piso.

—¿Un solo departamento por piso? —pregunté.

—Exacto —dijo y se acercó a la puerta.

  Abrió y entró, sonriendo levemente entré detrás de ella. Un particular olor a limón y flores fue lo primero que percibí. Hice un recorrido con la mirada del lugar. Más que un departamento era como un loft, todo estaba a la vista. Ella tiró su bolso en uno de los sillones y se acercó a la mesa que estaba allí para comenzar a hurgar entre los papeles.

—Puedes sentarte si quieres —me dijo sin dejar de buscar.

  Seguí mirando, todo estaba estrictamente ordenado, excepto por los papeles que ella buscaba. Me acerqué a la cocina y abrí el refrigerador. Frutas y más frutas. Me agaché para abrir uno de los cajones y seguía habiendo frutas.

—Oye ¿no tienes algo… que no sea fruta para comer?—le dije.

Levantó la cabeza y me miró.

—Fruta o tienes pan de salvado.

—Carne —sentencié. Negó con la cabeza.

—No como carne.

—¿Cómo no comes carne? —pregunté y tomé una manzana para luego cerrar el refrigerador.

—Hace dos años comencé con esto, estoy tratando de eliminar de mi vida todas las comidas provenientes de algún animal. Aun no lo consigo del todo. Pero es bueno saber que hace dos años que no como un trozo de carne o cerdo.

—¿Ni leche?

—Ni leche —dijo orgullosa de ella misma.

—¿Y que demonios comes?

—Por ahora, me mantengo muy bien comiendo todo tipo de frutas y verduras. Mi madre me obliga a comer una vez por semana pollo, pero pronto lo eliminaré de mi vida también.

Siguió buscando los papeles. Mordí la manzana y me acerqué a ella.

—¿Qué buscas?

—Unas fotos —dijo en un suspiro.

—¿Unas fotos?

—Mi madre es dueña de una agencia de modelos, yo sacó algunas de las fotos que salen semanalmente en las revistas de moda que salen a la venta.

—¿Eres fotógrafa? —pregunté realmente asombrado.

—Si —dijo y encontró lo que estaba buscando —Desde chiquita me apasiona sacar fotos a todo lo veo. Entonces mi madre me hizo estudiar.

—Eres bastante completa, cariño.

  Sonrió por lo bajo y se acercó a mesa de la cocina. Dejó las fotos ahí y buscó algo dentro de una de las cajoneras. Chocolate.

—Oye, el chocolate tiene leche —le dije.

—Es lo único que no he podido dejar. Los dulces me pueden y… creo que jamás en mi vida voy a poder dejarlos.

—Entonces no eres estrictamente vegetariana.

—No, no lo soy —admitió en un suspiro.

  Reí por lo bajo y sin dejar de comer la manzana me acerqué hasta uno de los sillones y me tiré pesadamente en él. Tomé el control remoto y prendí la tele. Alcé mis piernas para estar más cómodo. Ella me miró realmente indignada. Se acercó a mí y con su mano bajó mis piernas del sillón.

—¿Qué? —le dije ante su acusante mirada.

—Si en tu casa te gusta subir los pies en el sillón es tu problema, pero aquí no lo hagas.

  Revoleé los ojos y posé mi mirada en la mesita que estaba frente a mí, había un montón de fotos allí también. Me senté bien y las tomé. Ella se sentó a mi lado.

—Eres buena —dije sin dejar de mirar las fotos.

—Eso intento —dijo.

Giré mi cabeza y miré sus labios

Realmente yo tenía ganas de besar a esta chica, era algo que me estaba volviendo loco.

  No recuerdo bien cuando fue la última vez que yo quise besar a alguien tan desesperadamente. Sus mejillas tomaron un poco de color y se puso rápidamente de pie.

—Bueno, vamos. Ya tengo lo que necesitaba.

  Vi como juntaba todo y caminaba hasta la puerta. Yo me quedé sentado en el sillón, se giró a verme.

—¿Vamos? —preguntó.

—Por mí me quedaría —le dije.

—No se conque fin, pero tampoco quiero saberlo. Ahora levántate de ahí y vamos antes de que mi madre se ponga como loca —me dijo.

  Sonreí y me puse de pie, salimos del edificio y nos subimos a la moto. Ahora ya tenía más confianza, por ende la note menos tensa que antes.

  Mientras estábamos detenidos en uno de los semáforos fijé mi mirada en su brazo. Aun su piel estaba algo marcada. No le pregunte porque había sucedido todo.

—Oye —le hablé —¿Por qué Martínez se puso así?

—Por sus estúpidos celos —contestó con exasperación.

—¿Celos? —dije.

—Sí, Pablo es muy celoso. Esa fue una de las principales causas por las que lo dejé. Me trató de cualquiera por estar llevándoles una bandeja con comida a ustedes.

—Oh, pobre imbécil —dije divertido.

—Yo creo que tiene serios problemas, pero gracias a Dios se cómo manejarlo.

—Sí, ya lo creo —dije en una pequeña risa —¿Te gusta actuar como damisela en apuros?

—No seas imbécil, si tú no hubieras llegado con tus aires de súper héroe estoy completamente segura de que yo sola pude haberlo puesto en su lugar.

—¿No soy increíble como defensor? —pregunté orgulloso de mí mismo.

  Soltó una divertida carcajada. Era la primera vez que la escuchaba reír de esa forma. Giró su cabeza y me miró sin dejar de reír.

—Eres demasiado pegado a ti, ¿no crees? —me dijo.


—Soy demasiado perfecto cariño, ese es el problema.


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