Lali miró fijo a su madre, y luego giró hacia mí.
—Juro que vas a arrepentirte de esto Lanzani —me amenazó.
Mis ojos estaban clavados en los suyos. Esas
profundidades color chocolate, estaban llenas de emociones, llenas de amenazas,
y podría decirse que hasta de miedos.
—Bueno, vamos a comenzar —habló Gimena.
Lali giró la cabeza para mirarla.
—¿Tú vas a sacar las fotos? —le preguntó algo
nerviosa.
—Si, ¿Cuál es el problema? —le preguntó su
madre.
—No, nada —dijo y volvió su vista al frente.
Soltó un leve gruñido.
—¿Qué sucede? —le pregunté.
—Esperaba que mi madre no fuera la fotógrafa —me
dijo.
—¿Por qué?
—Porque a veces…pide demasiado…
—Ahora Peter, pon tu brazo izquierdo alrededor
de la cintura de Lali y acércala a ti cuando yo te diga —me dijo.
Hice lo pedido y cuando dijo ya, la acerqué a mí
haciendo que chocara levemente contra mi pecho.
—Perfecto —habló Gimena—Ahora mírense a los
ojos. Lali pon tus manos sobre sus hombros y acércate más a su rostro.
La morena giró la cabeza para mirarla.
—Gimena… —la llamó por su nombre, como forma de
advertencia.
—Haz lo que te digo—dijo ella. La morena
obedeció y se acercó más a mí —Lali, quiero que dirijas tu mirada a la cámara.
Tú Peter, solo mírala a ella.
Otro flash iluminó todo.
—¿Cuántas fotos más vas a sacar? —preguntó Lali.
—Varias, varias—contestó Gimena —Ahora quiero
ver deseo, mucho deseo.
—Tus peticiones son ordenes para mi, Gimena —le
hablé.
—¡Nooo! —chilló ella.
—¡Lali, actúa como si desearas a Peter o te
reduzco el sueldo! —la amenazó.
—Vamos tempanito de hielo, haz caso. Las mamás
siempre tienen la razón, ¡Deséame!
—Como los odio—musito ella.
—Ahora Peter, levanta a Lali sobre ti y coloca
una de tus manos justo cerca del parche en donde está la marca y la otra en su
espalda.
—Mamá, ¿desde cuándo las fotografías se
volvieron tan… pornográficas?
—Ay Lali, eres tan…quisquillosa. Haz lo que te
digo, así terminamos todo esto rápido.
Ella murmuró algo que no logré entender.
—Vamos cariño, arriba —le dije y la alcé sobre
mí.
Sus piernas se cerraron alrededor de mi cintura,
y sentí que iba a volverme loco ante el adictivo aroma de su perfume.
—Lali, peina su cabello hacia atrás con tu mano.
Y mírense las bocas.
Parecía que ella ya no iba a protestar. Su mano
se enterró en mis cabellos peinándome hacia atrás, y sus ojos se clavaron en
mis labios, al igual que los míos en los de ella.
Luego de media hora, en donde seguimos posando
cerca, muy cerca. En donde ella posó sola, y de verdad parecía una modelo
profesional, haciendo caras y gestos. Hasta yo tuve mis poses solo, y debo
decir que soy más bueno de lo que pensaba.
—¡Excelente, hemos terminado! —dijo Gimena
contenta. Todos aplaudieron —Muchachos, las fotos son increíbles, hermosas.
—Voy a cambiarme—sentenció Lali sin prestar
atención a su madre. Gimena se giró a verme.
—Ahora está irritada, pero ya se le va a pasar
—me aseguró.
Asentí y me fui a cambiar.
Cuando volví ella ya estaba, guardando unas
cosas dentro de su cartera. Me acerqué a ella.
—Comentas algo sobre esto, y te juro que iré a
buscarte y te arrancaré uña por uña, ¿escuchaste?
—¡Gente, estás fotos van a la portada! —gritó
Gimena desde su despacho.
—¡¿Qué?! —preguntó Lali dándose vuelta para
mirar a la oficina de su madre.
Sonreí levemente y me acerqué hasta su oído.
Ella estaba de espaldas.
—Por mí, nadie se enterara —le dije. Se giró a
verme rápidamente.
—Por favor, por lo que más quieras, renuncia —me
dijo. Reí por lo bajo.
—¿Y perderme la oportunidad de poder apreciarte
los fines de semana? —le dije.
—¿No te parece que ya son suficientes los días
que tengo que soportarte en la Universidad?
Sonreí con los labios apretados y respiré
profundamente.
—No, ¿algo más?
Me miró con ojos venenosos. Y si las miradas
mataran, hace rato que a mi ya me estarían velando.
—Eres una peste, pero ya voy a encontrar la
forma de deshacerme de ti.
—Que linda eres—dije con tono dulce —Yo también
te adoro, cariño
Hizo un sonido de indignación y tomó su abrigo.
—¡Gimena! —la llamó. Está se asomó por la puerta
—¡Me voy a cuidar a Pablo! ¡Adiós!
Gimena salió rápidamente de la oficina y se
acercó a nosotros. Miré a Lali.
¡Oh, si no estuviera condicionado por un juez,
seria por algo más que una simple gripe que lo tendría que cuidar!
—Bueno, te llevo—le dije. Ella se giró a verme
aterrada.
—¡No, no, no, no! ¡Claro que no! No necesito
nada de ti —me dijo nerviosa.
—Claro que si, sabes que no me gusta que andes
sola por ahí. Y ya que tu auto aun no está listo lo mejor va a ser que Peter te
lleve a donde necesites —le dijo su madre, que luego me miró a mí —Voy a
pagarte a parte para que seas su chofer.
—No Gimena, esa va gratis —dije y le guiñé un
ojo.
—Oh, eres tan tierno —me dijo ella con una
sonrisa.
—Puras tonterías—susurró la morena, pero logré
escucharla.
—Tonterías las que usted hace jovencita, y nadie
le puede decir nada. Ahora si es tan amable de dirigirse a mi moto que yo la
llevare —le dije y le hice un gesto para que caminara.
—¡Que no! —dijo ella —Pablo no te soporta.
—Ni yo a él, así que el sentimiento es mutuo. Te
dejaré ahí, y te esperaré afuera.
Soltó un suspiró de cansancio.
—¿Dónde dejaste la moto? —me preguntó rendida.
Sonreí.
—¡Eso es Peter! —Me felicitó Gimena —Ahora en
adelante te llamare cuando no quiera comer carne.
—¡Ha, ni loca!—advirtió Lali —A mí no me haces
comer carne, nunca más.
—Ya veremos —le dije.
Ella me miró fijo, y creo que entendió el otro
sentido de lo que le acababa de decir.
—Bueno, vayan —dijo Gimena y besó la frente de
su hija.
Se fue de nuevo a su oficina. Me giré a ver a la
morena y le hice un gesto para que caminara.
Suspiró y comenzó a caminar. Nos
subimos al ascensor y bajamos hasta el estacionamiento, en donde me había ido a
dejar mi moto, luego de hablar con Gimena.
—¿Podrías decirme que se te dio por venir hoy
aquí? —me preguntó.
Sonreí y me subí a la moto, le hice una seña
para que subiera delante de mí. Revoleó los ojos y se subió. Se acomodó bien y
se sentó derecha.
—Ya te dije, necesitaba algo que hacer los fines
de semana —le dije cerca de su oído.
—¿Y porque tenía que ser esto? ¿Por qué me
odias?
Reí por lo bajo, haciendo que ella girara su
cabeza para mirarme. Aun no había prendido la moto. Recorrí su rostro con la
mirada, buscándole alguna imperfección. Algún error en su creación y confección.
No había nada, ella era simplemente… perfecta.
—Yo no te odio, cariño —dije sin dejar de
mirarla.
—Pues no parece—dijo y volvió su vista al
frente.
Sonreí y arranqué la moto. Me dio la dirección
de Martínez, y el muy desgraciado vive a unas pocas cuadras de mi departamento.
Llegamos y frené frente a una gran casa. Reí por lo bajo.
El imbécil aun vive
con sus padres, no puedo creerlo.
—¿Vive con sus padres? —le pregunté a Lali,
mientras ella se bajaba de la moto.
—Si —dijo ella y no pudo evitar sonreír, pero al
instante dejó de hacerlo —Es solo hasta que se encuentre algo que le guste para
vivir.
—Si, seguro.
—Puedes irte, no hace falta que me esperes, no
se a que hora terminaré.
—No cariño, ve tranquila, pero aquí me quedaré.
Se lo prometí a tu madre…
Me miró con cara de fastidio.
—¿Acaso no tienes nada mejor que hacer?
—No cariño, no tengo nada mejor que hacer.
Giró sobre si misma y caminó a grande zancadas
hasta la puerta de la gran casa que estaba frente a mí. Reí divertido y vi como
desaparecía detrás de la puerta. Solté un suspiró y miré a mi alrededor. Había
un Starbucks a menos de una cuadra. Dejé la moto y fui en busca de un delicioso frapuchino. Me quedé sentado en una de las mesas, perdiendo un poco de mi
tiempo.
¿Cuánto tiempo creen que estará allí dentro la
morena? ¿No mucho, verdad?
Luego de estar una hora allí sentado, me puse de
pie y volví hacia mi moto. Me apoyé sobre ella, sin dejar de mirar hacia la
puerta. Miré mi reloj, ella aun no salía. Tomé un cigarrillo y lo prendí para
poder fumar tranquilo.
Sentí como algo vibraba en mi bolsillo, me
sobresalté un poco y me di cuenta de que era mi celular. Lo tomé y miré la
pantalla. No sabía quién era, pues no tenía agendado su número.
—¿Hola? —dije al atender.
—Hola Peter —me habló. Fruncí el ceño al no
reconocerla.
—Hola…
—María tonto, soy María.
¡Diablos! ¿Para qué mierda conteste?
—Aaah, María —dije.
—¿Acaso no me tienes agendada en tu celular?
—preguntó.
—Mmm, si lo que pasa es que no me había fijado
quien era al atender —le mentí.
—Bueno, no importa. ¿Dónde estás?
—Por ahí.
—Peter, ¿Qué tengo que hacer para que vengas a
hacer de una buena vez el maldito trabajo de contaduría?
—¿Qué trabajo? —le pregunté.
—¡El trabajo que nos mandaron a hacer de a
grupo!
—Aaaaaah, si el trabajo —dije al recordarlo.
—Tenemos que hacerlo hoy mismo. Es para el
lunes.
—¿Quién más está en el grupo? —le pregunté.
—Nadie. Solo nosotros dos…
—¿Quién hizo los grupos?
—¡La profesora tonto! —dijo con voz chillona y
soltando una estúpida risita. ¡Aaah, como me exaspera!
—Está bien, voy para tu casa.
—Perfecto, aquí te espero.
Colgué y miré a la casa de Martínez. No, yo no
iba a irme sin Lali de aquí.
Tiré la colilla de mi tabaco hacia un costado y
caminé hasta la casa. Toqué el timbre y luego de unos segundos un señor de estatura
bajita y traje de me abrió.
—¿Qué se lo ofrece señor? —me preguntó. Trate de
no reír, estoy completamente seguro que esto es un mayordomo. ¡Martínez eres
increíble!
—Si, soy amigo del señor Martínez, ¿podría pasar
a verlo?
—Claro que si joven—dijo y me dio el paso —Suba
las escaleras, la tercera puerta a su izquierda, allí está el joven Pablo.
—Muchas gracias…
—Albert, señor.
—Muchas gracias, Albert.
Subí las escaleras y me dirigí a la habitación
que el amable mayordomo me había indicado.
Me acerqué con cuidado, la puerta
estaba un poco entreabierta.
—¡Estoy cansada Pablo! ¡Cansada de tus estúpidos
celos! —dijo nerviosa ella.
—¡¿Pero porque tiene que trabajar allí?! —le
preguntó nervioso.
—¡Mi madre lo contrato! ¿Entiendes?
—¡Pues dile que lo despida!
—¡No voy a pedirle que lo despida! —dijo ella.
—¿A no? ¡¿Por qué?!
—¡Porque simplemente ella no va a hacerlo!
Abrí la puerta y ambos se giraron a verme. Los
ojos de Martínez se abrieron como platos. Le sonreí irónicamente.
—Oye Poli, siento que te hayas convertido en la
incubadora de un virus —le dije mientras me acercaba a Lali, tomaba su abrigo y
le tomaba la mano —Pero no te puedo prestar a mi Lali más tiempo.
:O
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaaas
Besos
@sofi_blog
Masssssssssssss
ResponderEliminarGenia me encanto, mas sipppppp
ResponderEliminarS
ResponderEliminarU
B
I
M
ResponderEliminarA
S
N
ResponderEliminarO
V
E
P
ResponderEliminarO
R
F
ResponderEliminarA
V
O
R
Wow wm encanto este cap. gracias por uno tan largo, sube otro por fissssss.....!!!! :)
ResponderEliminarPatty
sube mas nove
ResponderEliminarotro cap xfa
ResponderEliminarmas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove
ResponderEliminarotro capitulo porfa esta buenísima la nove te felicito
ResponderEliminarmas mas mas mas mas mas ....................
ResponderEliminarsubi otro capitulo me encanta la nove :D
ResponderEliminarmassssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarotro cap por favor :)
ResponderEliminarmas nove
ResponderEliminar