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viernes, 26 de julio de 2013

CAPITULO 31

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—Aaay, que celoso —dijo con tono pícaro y rió —Ve tranquilo grandulón, Peter esta sensible últimamente, pero no voy a dejar que te haga daño —le dijo y siguió caminando hasta llegar a la rockola. Comenzó a buscar música. Hasta que se giró a vernos —¡No puedo creer que en este lugar tengan esto! —puso play y una conocida canción, pero no recuerdo su nombre comenzó a sonar —¡Vamos a bailar chicas!


  Todas se pusieron de pie y comenzaron a moverse sensualmente al ritmo de aquella canción. 

Giré mi cabeza para mirar a Susan.

—¿De quién es esta canción? —le pregunté.

—No puedo creer que esa canción siga ahí, pensé que la había quitado —dijo divertida y miró a Lali —Pero, me parece que a Lali le gusta bailarla.

Volví mi vista a Lali, y ella se movía sensualmente mientras caminaba hacia mí.

¡Diablos, no podía ser tan sexy!

Se acercó más a mí y tomó mi mano para ponerme de pie.

—Lali, no. Estás ebria —le dije cuando comenzó a bailar cerca de mí.

—Ya lo se —me dijo y apoyó su espalda contra mi pecho, para luego bajar despacio y volver a subir. Giró y me miró a los ojos.—Pero es tu culpa, por traerme aquí. Ahora lo aguantas.

  Vi como Gastón y Nicolás reían divertidos ante mi notoria frustración de que ella estuviera haciendo eso. Provocando que mi sangre se calentara… y que otras partes de mi también.

  Luego todas ellas se subieron a la barra, incluida Susan. No puedo creer que esto esté pasando. Todas bailaban sensualmente sobre aquella barra, tocándose entre ellas y riendo divertidas. Pero mi mirada no podía salir de Lali. Sentí una mano apoyarse sobre mi hombro.

—Hermano, hermano. Como te provoca Lali —me dijo Gastón.

—Cállate —le dije sin dejar de mirarla.

—Te trae loco —aseguró Nicolás —Mira, te la estas comiendo con la mirada. Yo creo que si tuvieras súper poderes de la vista, ya le hubieses sacado la ropa.

  De repente un baboso intentó bajar a Lali de la barra para tocarla, entonces reaccioné y me acerqué a él para sacarlo de un solo golpe de allí. La música dejó de sonar, tomé a Lali y la subí a mi hombro.

—¡Nos vamos! —le dije firme. Ella comenzó a patalear.

—¡No, no quiero! ¡La estaba pasando bien, Peter!—se quejó.

—¡No me interesa, nos vamos! —sentencié.

—¡Vuelve pronto Lali! —le gritó Susan.

—¡Claro que si, Su! —contestó Lali, mientras la llevaba encima mío como una bolsa de papas.

—Adiós chicos, los veo luego —les dije a mis amigos y salí de allí.

  La subí a la moto y prendí marcha hacia mi departamento. Yo no podía dejarla así en su casa, y tampoco podía quedarme en su casa.

  Tal vez cuando despierte, piense que soy un pervertido que le hizo algo o alguna cosa de esas.

  No dejó de decir tonterías en todo el camino. Se reía de cualquier cosa, y hasta logró hacerme reír a pesar de que yo iba a regañándola. Llegamos a mi casa y la ayudé a entrar.

La senté sobre la mesada y comencé a buscar el café.

—Nunca más, ¿entendiste? Nunca más te llevó a ese lugar —le dije.

—Eres un aburrido, solo tú quieres diversión —me dijo.

Me incorporé y la miré. Ella sonrió y yo solo negué con la cabeza.

—Ahora voy a hacerte un café para que se te vaya la borrachera que te echaste encima, como si no existiera un mañana.

—¡Ni lo pienses! —me dijo y se bajó de la mesada. Caminó hasta el sillón, en donde se acostó pesadamente —No voy a tomar café, odio el café.

—Tienes que tomarlo, ¿sino como se te va a ir eso?

—No lo sé, pero no voy a tomarlo —me aseguró—Búscame otra cosa, un vaso de agua o un calmante para el dolor de cabeza que seguro me va a dar mañana. Pero café no tomó ni aunque me amenaces con matarme…

—Eres una niñita caprichosa. Juro por mi vida que jamás voy a volver a sacarte a ningún lado, para que luego te comportes así y tomes como una borracha y te pongas a bailar sensualmente sobre una barra y hagas que alguien más que yo te miré con deseo, porque…

Levanté mi cabeza para mirarla, y ella estaba profundamente dormida sobre el sillón.

Sonreí y con cuidado me acerqué a ella. Acomodé un poco unos mechones de su cabello.

—Solo tú puedes quedarte dormida, conmigo al lado—dije divertido.

  Me acerqué más y la alcé en brazos para llevarla a dormir en la cama. Como todo caballero que soy no iba a dejarla dormir incómodamente en el sillón, la alcé firmemente. Ella, media dormida, colocó sus brazos alrededor de mis hombros y escondió su rostro en mi garganta. 

  Sentí como respiraba profundamente. Detuve mi paso, ante el escalofrió que recorrió mi espalda.

—Como me gusta tu perfume —susurró —Es tan masculino, y te hace tan irresistible. No te lo había dicho antes pero… tu tatuaje es tan sexy, que hasta ganas de lamerlo tengo.

—¿A si? —dije.

—Aja —dijo ella. Tragué sonoramente.

Levantó su cabeza y me miró fijo a los ojos. Sonrió divertida, y luego hizo algo que yo no esperé que hiciera. Sus labios se apoyaron despacio sobre los míos, se abrieron con cuidado tomándolos. Mis ojos estaban bien abiertos, mirándola a ella. Sus ojos estaban cerrados. Sin dejar de mirarla comencé a responder a su boca. Sus manos subieron por mi cuello a mí nuca y me acercaron más a ella, sus dedos acariciaron suaves mis cabellos. Entonces, sin intensión alguna, mis ojos se cerraron ante aquella excitante sensación, mientras la tomaba con más firmeza entre mis brazos. Su boca se movía sensual sobre la mía, excitándome. Y cuando su lengua acarició con ansia la mía, creí que iba a volverme completamente loco. Se alejó despacio, y abrí mis ojos para mirarla. Sus ojos aun estaban cerrados, hasta que los abrió y sonrió.

  Se acercó de nuevo a mí y acarició mi nariz con la suya, para luego volver a apoyar su cabeza contra mi hombro.

—¿Y eso por qué fue? —le pregunté agitado.

—Por ser horriblemente irresistible —contestó.

  Escuché una pequeña risa de su parte, y entonces caminé hasta mi habitación. Con cuidado la acosté en la cama. Le quité los zapatos y la tapé con una pequeña manta. Salí de allí y luego de ir al baño me fui a acostar en el sillón. Coloqué mis brazos detrás de mi cabeza, mirando fijamente al techo. El dulce sabor de su boca aun no se había ido de la mía. La sensación caliente aun ardía en mis labios. Sacudí mi cabeza, yo no podía estar pensando eso.

¿Soy yo quien la está conquistando a ella o es ella quien me está conquistando a mi?
No, no, no. Claro que no. ¿Conquistarme a mí? Eso es imposible.

  Yo las conquisto, yo las uso y luego todo se termina. Así fue siempre, y así seguirá siendo. Esa es mi vida, es mi rutina y no la cambiaría por nada del mundo. Pero debo admitir que es la mujer con la que más relación social tuve en toda mi vida.

Ya, ya basta Peter. Deja de pensar, todo está bien. Todo está saliendo acorde tus planes. 

Pronto Lali caerá a tus pies, como el resto. Es solo cuestión de tiempo, de esperar.

  No me cuesta nada esperar un poco más de tiempo que a las demás. Y creo que si vale la pena esperar por una noche con Lali, que si sabe mover bien las piernas.

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