—¡¿Qué sucede aquí?! —preguntó el Rector abriendo paso entre
la gente para llegar a nosotros. Nos miró consecutivamente a Martínez y a mí
—Otra vez tú Lanzani.
Guardé silencio mientras los tres caminábamos detrás del
rector. Ella caminaba en el medio de ambos, pero se encontraba más cerca de mí,
como sabiendo que estaba protegida.
Levanté mi mano y toqué mi labio, había un
pequeño corte justo en la comisura derecha. Pero él no estaba para nada limpio.
Su nariz sangraba, y cuando mañana despierte tendrá un lindo moretón en el ojo.
Mal nacido, se merece mucho más que eso.
Llegamos a la oficina, nos hizo sentarnos y se sentó frente
a nosotros.
—¿Y bien? ¿Quién va comenzar? —habló el rector.
Pablo estaba por hablar.
—Yo —dijo la morocha. Solo me limité a mirarla de costado.
—La escucho.
—Resulta que el señor Martínez se puso un poco violento. Y
Peter solo… quiso defenderme.
— ¿Violento? —preguntó el rector.
— ¡No seas cínica! —la atacó Martínez.
— ¡Cállate! —le advertí.
— ¡Señores, señores! ¡Tranquilos! —Dijo elevando un poco su
grave voz —A pesar de como hayan sido las cosas, saben bien que no hay que
utilizar la violencia.
—Eso dígaselo a él —le dije.
—No voy a suspenderlos, no creo que esto sea tan...
necesario. Pero otro problema Lanzani, y será el último.
—Pierda el cuidado —dije despreocupado.
Se puso de pie y nos despachó de la oficina. Miré con furia
a Martínez, y este también lo hizo.
—Lali, necesito que hablemos —le dijo él.
Ella rió sarcásticamente.
—Vete al demonio —le dijo y comenzó a caminar.
Sonreí y le hice un gesto con los hombros al pelele y fui
tras ella. La alcancé y se giró a verme.
—Vamos a la enfermería —sentenció.
—No, ¿para qué? No hace falta, esto se cura solo.
—No seas terco y vamos.
Revoleé los ojos e hice lo que ella quería. Se sentó frente
a mí, cuando llegamos al lugar, y tomó el botiquín que se encontraba a un lado.
Sacó un poco de algodón y lo mojó con alcohol.
Con cuidado se acercó más a mí y
apoyó el mismo cerca de la comisura derecha de mi labio. Busqué su mirada con
los ojos, pero ella estaba demasiado concentrada en la pequeña herida. Tomé su
mentón e hice que me mirara.
—No tenías que hacer eso —me habló apenas coloqué mi mirada
sobre la suya.
—No tolero a los ‘gallinas’ que utilizan su fuerza sobre las
mujeres —le contesté.
—Igual, no debiste. ¿Qué pasaba si te suspendían?
—No te preocupes, cariño —dije y sonreí —Se que quieres verme
todos los días, pero…¡Auch!
Apoyó con un poco más de fuerza el algodón en mi herida.
—Mejor cierra la boca —afirmó y siguió curándome.
Dirigí mi mirada a uno de sus brazos, y la marca del agarre
de esa bestia estaba sobre su sensible piel.
—¡Es un animal! —rugí y tomé su brazo con cuidado.
—Auch, Auch —susurró.
—¡Voy a matarlo! —dije apretando los dientes, mientras el
deseo de furia me invadía.
—Tranquilo —me calmó —Yo también le di lo suyo, ¿no crees?
Reí por lo bajo. Con mis dedos acaricie el color rojizo de
las marcas en su piel. Una idea cruzó mi cabeza para poder besarla. Tenía
demasiadas ganas de besarla. Aplastar su boca con la mía, hasta sentir el
delicado roce de su lengua.
—Me arde —musité.
Frunció el ceño y alejó el algodón para soplar levemente. Su
fresco aliento calmaba el insignificante ardor del corte, pero avivaba el deseo
que yo tenía hacia ella. Su mirada estaba clavada en mi boca y seguía soplando
levemente. Miré bien su rostro… y con cuidado me acerqué un poco más. Un
molesto sonido hizo que se alejara de mí. Era un celular. Lo tomó y miró
frustrada la pantalla.
—Gimena—dijo al atender. Revoleó los ojos —Mamá —dijo y reí
por lo bajo — ¿Ya te fue con el chisme? Es un pelele, él se lo busco. Estoy
cansada de sus amenazas, y de tus presiones también —le afirmó. Al parecer la
morocha tiene más problemas de los que aparenta — ¿Tengo que hacerlo? ¿Por qué
me odias? —preguntó y soltó un agobiado suspiro —Esta bien, veré como hago para
llegar, ya no tengo chofer. Luego te cuento, adiós.
Colgó y me miró.
— ¿Tu madre?
—Aja —dijo y se puso de pie —Mi padre la llamó para decirle
todo lo que le dije. Pero en parte mi madre disfruta de ello.
Me puse de pie y salimos de la enfermería.
— ¿Por qué?
—Mis padres se separaron cuando yo tenía 9 años. Desde entonces
soy un motín de guerra, y se disputan mi amor, mi odio y todo lo que pueda
sentir hacia ellos. Es muy frustrante —aseguró.
—Lo imagino —dije.
—Y ahora quiere que cuando salga, vaya a casa en busca de
unas cosas y que se las lleve a la oficina —dijo y suspiró levemente—Y ya no
tengo chofer.
—¿Martínez es ese chofer?
—Exacto.
—Yo puedo llevarte —le dije luego de unos segundos de
silencio. Se giró a verme sorprendida.
— ¿De verdad? —preguntó.
—Sí, pero si después aceptas…
—Más te vale no decir nada desubicado.
Reí por lo bajo.
—Parece que tu mente es bastante maquinadora —dije divertido
—Iba a decir que si aceptas una invitación para el viernes en la noche.
— ¿Una cita? —dijo con duda.
—Algo así —dije y la miré — ¿Aceptas?
—Depende, tengo que ver mi agenda. Además de que no imagino
cual es el concepto que tienes de cita.
—Ya lo veraz cariño, ya lo veraz.
sube mas nove
ResponderEliminar++++++
ResponderEliminarSubi mas!!!! por fa!!!!!!
ResponderEliminarMmmmmmm ya quiero saber mas por fa yu no podrias dejar cap. programados voy a morir sino leo tu nove tanto días jajajajaja sorry soy un poco dramática, espero te diviertas mucho en tu campamento.....
ResponderEliminarSoy Patty
daleeeeeeeeee estoy ansiosa x el cap 16
ResponderEliminarMe encanta sigue subiendo porfis
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