Entonces logró alejarme de ella y sin decir
nada, su mano sonó contra mi mejilla. Agitado volví mi vista a su rostro. Pude
ver la confusión en sus ojos, mientras que su respiración agitada caía sobre mi
boca.
Sentí una pequeña punzada en mi pecho. Un
enojo que me estaba carcomiendo las entrañas. Nuestras respiraciones aun eran
agitadas.
¿Por
qué demonios no cede? ¿Por qué demonios me hace esto?
Sus ojos estaban clavados en los míos. Sus
ojos eran una extraña mezcla de confusión y algo de miedo.
—Demonios… —dije y me alejé de ella.
Tomé mis llaves, mi teléfono y mi remera, que
estaban encima de la mesa de mármol. Caminé hasta la puerta y salí de allí
cerrándola con fuerza.
Tenía que salir de allí, antes de que ella
acabara conmigo. Cuando salí afuera miré a mi alrededor. ¿A dónde iba a ir
ahora? Tomé mi celular y lo miré. Busqué el número de Gastón y marqué.
—¿Hola? —dijo al atenderme.
—Gastón, ¿Puedes atenderme o estas ocupado?
—le pregunté.
—No, de hecho estamos con mal de amores y
amargados Nico y yo en mi departamento.
Déjate ver por aquí —me dijo.
—Llevaré algo de beber, lo necesitaremos
—dije y colgué.
Me subí a Betty y prendí marcha hacia Dalmau.
Llegué y toqué el timbre y un desanimado Gastón me abrió la puerta. Entré y de
la misma forma estaba Nicolás. ¡Oh, esto es increíble!
—¿Qué tal? —preguntó el pelado.
—¿Qué tal tú? —le dije y me senté a su lado.
Gastón tomó la botella de cerveza que había
traído y fue a abrirla.
—¿Acaso hace falta que preguntes? —me dijo
Nico—¡Mírame, jamás había estado así! ¡Nunca!
—Aquí, muchachos —dijo Gas luego de darle un
largo trago a la botella.
Yo la tomé e hice lo mismo.
—¡De tantas mujeres que hay y hay muchas!
¿Por qué nos tenemos que enamorar de las criaturas más perversas, adorables y
maquinadoras que hay? —preguntó el pelado nervioso.
—No, no, no. Lo siento chicos, pero lo mío no
es amor. Se llama obsesión, una peligrosa obsesión —les aclaré y volví a tomar
—Yo obtengo la chica que quiero cuando se me da la gana. Solo que con Lali me
estoy tardando…
—Aja, si lo que digas Peter —habló Gas —¡Yo
estoy peor! Me enamoré de la versión femenina de Peter… —dijo nervioso y le dio
otro trago a la botella —Solo que muchísimo mejor la versión dama si puedo
agregar.
—¿Y qué hay de mi? —Preguntó Nico —Me enamoré
de la criatura más linda, dulce y tierna que existe. Pero resulta que esa
criatura me aborrece…
Le quitó la botella a Gas y tomó un largo y
limpio trago.
—Se te pasó decir cínica y sarcástica —le
dije.
Me miró con desenfado y de encogió de
hombros.
—Aun así es hermosa —dijo.
—Pues yo estoy peor que ustedes dos juntos —les
dije y tomé la botella —Mezclen a Euge y Rochi, ¿Qué obtienen? Exacto a
Lali…Esa morocha me está costando dos semanas sin sexo.
—¡¿Qué?! —preguntaron los dos al unísono.
—No, tú estás jugando con nosotros —dijo
Gastón.
—¿Ven? Y ahora no filtro lo que digo. Estoy
muy mal—dije bajando la cabeza.
—¿Dónde se está quedando tu prima Peter? —me
preguntó Dalmau. Lo miré y tomé la botella para darle un trago extra largo.
—Ese es otro problema —dije al hablar —Está
en mi departamento, en mi cuarto, en mi cama. Ha tomado mi casa.
—¿Enserio? —preguntó con sonrisa iluminada en
los labios. Lo miré asesinamente.
—¿Por qué la sonrisa? —le dije. La sonrisa se
le borró y puso cara de preocupación.
—Oh, disculpa —me dijo —Que pena… ¿Por qué no
le dices que venga a vivir aquí?
Encantado le doy mi cama.
—Oye, tampoco soy un loco que entrega a su
prima como si nada —le aclaré.
—¿Dónde vivirá mi pequeña lectora de libros
académicos? —preguntó concentrado el pelado.
—¿En la biblioteca? —dijo Gas frunciendo el
ceño.
—No lo se —dije y miré a Nico —Pero ahora
están en mi casa.
—¿Quiénes? —preguntó él.
—Tu angelito diabólico y el demonio encarnado
—le dije.
—Traducción, eso sería Euge y Lali —dijo Gas.
—Si, entendí lo de angelito diabólico, no lo
podía explicar más elocuentemente —dijo con su mejor cara de bobo —Pero si ella
custodiara el infierno, yo iría feliz…
—No querido amigo, ella no va a custodiar el
infierno, ella será tu infierno —le dije, tratando de asustarlo, para que de
una buena vez reaccionara.
—Me parece Lanzani que tú quieres pasarnos tu
propia experiencia en este momento, ¿no es verdad? —me dijo Gas.
—Chicos de verdad yo los aprecio, y no lo
repetiré cuando este sobrio pero los considero mis hermanos y de verdad se los
digo... aléjense de ellas, ellas son como nuestro karma echo mujer que viene
como bola de nieve y de un momento a otro moriremos aplastados como moscas
asquerosas y malolientes —dije bastante nervioso
Un celular comenzó a sonar. Miré a mi
alrededor y me di cuenta de que era el mío. Me acerqué a él y el número era el
de mi casa.
—¿Hola? —dije con duda.
—¿Dónde estás? —me preguntó ella.
—¿Rochi? —pregunté.
—No, soy la abuela. ¡Claro que soy yo tonto!
¿Dónde demonios estas?
—¿Pasó algo?
—Solo dime si estás bien, y en donde
estas—sentenció.
—Si, estoy bien, estoy donde Gastón —le dije
—Pero, ¿Qué pasó?
—No le digas que te dije, porque es capaz de
mandar a cazarme. Pero estaba bastante preocupada por ti…
—¿Quién? —pregunté.
—Lali tonto, estaba dando vueltas en la cama,
hasta que le pregunté que le pasaba y me dijo que estaba preocupada por ti… que
te habías ido y... nada mas ¿Qué pasó? ¿Por qué te fuiste? —me preguntó.
—No nada, estoy bien... y aquí te manda un
beso de buenas noches Gastón —le dije para cambiar de tema. Escuché como se
reía.
—Dile que yo también, en donde más le guste
—me dijo ella.
—No voy a decirle eso —sentencié —Mañana te
veo, adiós —colgué y me giré a ver a mis amigos —¿Lo ven? Primero me odia, me
golpea y luego se preocupa. Aaaaaah, dios mío ¿Quién las entiende?
—¿Quién te golpeó? —Me preguntó —¿Tu prima?
—No… no importa —le dije y me volví a sentar.
Seguimos hablando un largo rato sobre
nuestros problemas hasta que la botella de cerveza quedó completamente vacía.
Creo que los tres caímos en un profundo sueño.
A la mañana siguiente me desperté antes que
ellos dos y los desperté para ir a desayunar a casa ya que Tina estaría allí.
Ambos aceptaron entusiasmados, ya que seguro
que las chicas estaban allí.
Salimos de la casa de Gas y llegamos más
rápido de lo que esperamos a la mía.
Entramos y escuchamos la voz divertida de
Tina y Rochi. Nos acercamos a ellas y allí estaban sentadas las tres. Digo tres
porque faltaba una, y nada más y nada menos que mi demonio.
—Buenos días —nos saludó mi nana.
—Hola nana —le dije y besé su mejilla, pero
sin dejar de buscar a Lali con la mirada. No estaba por ningún lado.
—¿Qué hicieron? —preguntó Rochi. Gastón la
miró con cara de tonto enamorado.
—Hablamos de ti —le dijo. Rochi rió divertida
al igual que Euge.
—De ambas —aclaró Nicolás. Vimos como Euge
tomaba un poco de color.
—¿Dónde está Lali? —pregunté.
Todos se giraron a verme.
—Quise que se quedara a desayunar —dijo Tina
con melancolía —Pero no pudo, estaba algo… apachurrada.
—Si, además de que tenía que ir a lo de
Gimena —agregó Euge.
—¡Lo de Gimena!—dije recordando aquello
—Luego desayuno nana, tengo que irme más rápido que rápido —fui a mi cuarto me
cambié de ropa y salí de allí.
Todos me miraron extrañados. Los saludé de
manera rápida y salí de casa. Casi me olvidó completamente de que hoy tenía que
ir a trabajar a mi nuevo empleo, no podía fallar.
Llegué y estacioné a Betty en la cochera del
lugar. Tomé el ascensor y marqué el piso 20.
Cuando llegué al piso las puertas
se abrieron y ya había un gran movimiento de gente. Entré a una de las puertas
y Gimena se giró a verme.
—¡Peter! —dijo con una sonrisa y se acercó a
saludarme.
Le respondí el gesto y entonces divisé a Lali
sentada en una mesa escribiendo algo. La miré fijo y ella levantó su mirada
para enfrentarme.
Noté que estaba algo pálida y tenía cara de
no haber dormido bien. De seguro la conciencia la estaba matando por haberme
rechazado anoche.
—¿Cómo estás Gimena?—le dije a mi jefa.
—Bien, yo bien ¿Y tú? —dijo.
—Excelente —dije elevando un poco más mi voz
para que la morocha escuchara. Pero ella seguía escribiendo algo en una hoja.
Ella sacó su mirada de su hija y me miró a
mí.
—¿Pasó algo entre ustedes? —me preguntó ella.
—No Gime, quédate tranquila. Cosas de jóvenes
—dije divertido.
—¿Me estás diciendo vieja? —dijo ella.
—No Gimena, ¿Cómo se te ocurre? Solo quise
decir que son tonterías —le aclaré.
—Gimena, ¿Dónde está el rollo de 40 para la
cámara? —le preguntó ella a su madre.
Gimena se giró a verla.
—En el depósito Mar —le dijo ella. Lali soltó
un suspiro.
—Voy a buscarlo —dijo y se puso de pie. Pasó
por mi lado sin decir nada y desapareció del lugar. Me giré a mirar a mi jefa.
—¿Estás seguro que no pasó nada? —preguntó.
—Muy seguro —dije y bajé un poco más el tono
de mi voz —¿Puedes mandarme a buscar algo al depósito?
—Bueno, ve a traerme unas carpetas de esas
transparente para poner unos papeles que tengo.
—De acuerdo.
Salí de allí y caminé un poco más rápido
hasta encontrar la enorme puerta del frío depósito.
El lugar estaba lleno de fotos, revistas,
artículos de indumentaria, ropa, zapatos y todo lo que se puedan imaginar.
Divisé la pequeña figura de Lali arrodillada
en el suelo buscando el rollo dentro de un cajón.
Ella me miró y volvió su vista a lo que
estaba buscando. Yo me acerqué a uno de los estantes para buscar las carpetas.
Luego de varios minutos ella se puso de pie y caminó hasta la puerta. Decidí
hablarle.
—Te preocupaste por mí anoche, cariño —le
dije.
Ella detuvo su paso en la puerta y se giró a
verme.
—Bueno, no te fuiste en el mejor de los
estados de ánimo y eres demasiado impulsivo, no lo creí una buena combinación
—me dijo. Sonrió levemente —Pero veo que estás bien, así que ya no me preocupo.
Ahora debo volver a trabajar.
Fui más rápido que ella y cerré la puerta
antes de que saliera. Con algo de fastidio se giró a verme. Respiró
profundamente.
—Tenemos que hablar —sentencié.
—¿A sí? ¿De qué? No creo que haya nada de que
debamos hablar Lanzani.
—Si, de nosotros.
—¿Nosotros? ¿Y ese término? ¿Desde cuándo?
—dijo algo burlona.
—De ti y de mi Lali, DE ESE NOSOTROS —dije
apretando los dientes.
—Aaah, no sabía que había un NOSOTROS.
Apreté mis puños y la miré fijo a los ojos.
Su mirada enfrentaba a la mía, nunca ninguna mujer me había intimidado como
ella lograba hacerlo.
—Solo quiero saber una cosa, una sola cosa y
te juro que te dejo en paz y dejamos este jueguito que ya me está cansando —le
dije.
—Yo también ya me estoy cansando de esto —me
dijo.
—Bueno, entonces pongamos un punto final.
—De acuerdo —dijo ella.
—¿Vas a responder? —le pregunté.
—Si —dijo revoleando los ojos —¿Qué quieres
saber?
—¿Tengo una oportunidad?
Mas mas mas mas María mas mas mas mas María !
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ResponderEliminarNo nos dejes así por favor!..Subí otro por favooor!
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ResponderEliminarMuy buena!. Amo a Gime es un genial jajaja
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