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martes, 23 de julio de 2013

CAPITULO 25

Holaaa chicas!!! He visto que habia bastantes comentarios (otra vez) :) Estoy muy contenta que la nove os guste!! Antes de ir a dormir subo otro capitulo!! Quiero muchos comentarios que hoy han sido 3 capitulos!! Muchos besos y a comentar!!

—Necesito ver a la señora Gimena Esposito —le dije.

—¿Tienes una cita? —dijo.


—Linda, no necesito citas para ver a Gimena —dije con toda la confianza del mundo —Levanta ese teléfono y dile que soy Peter, el amigo de su hija.


  Subí al ascensor y marqué el piso 20. Como lo había previsto Gimena no se había olvidado de mí, y al parecer se había emocionado mucho cuando le dijeron que yo estaba aquí. El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron. Salí y caminé por el pasillo, hasta llegar al lugar al que el otro día Lali me había traído. Gimena estaba rodeaba de personas, a las cuales ella daba órdenes y pedía cosas. Se giró a verme.

—Peter, querido —dijo y se acercó a mí.

—Hola Gimena—le dije y cuando estuvo cerca besé su mano —¿Cómo estas?

—Atareada —me dijo y sonrió —¿Qué te trae por aquí? Lali llega dentro de media hora aproximadamente.

—No, no vine para ver a Lali —mentí más que descaradamente —¿Recuerdas que el otro día me dijiste algo de ser modelo y eso?

—¿No me digas que lo has pensado y vas modelar para mi? —dijo entusiasmada.

—Mmmh, no en realidad… yo venía a pedirte que me des así algo… un trabajito como ayudante o lo que sea. Pero creo que ser modelo—dije y fruncí el ceño —No es lo mío.

—Que lastima —dijo en un suspiro —Pero bueno, no importa. Voy a ayudarte. Tú me has caído bien, y eso que los amigos o novios de Lali nunca fueron de mi agrado.

—¿Martínez no lo es? —pregunté.

Ella arrugó la nariz mientras caminaba y me hacía una seña para que la siguiera.

—Para nada —aseguró —Ese niño es demasiado imbécil para mi princesa. Lali necesita a un hombre inteligente, que le de seguridad. No a un imbécil posesivo y absorbente. Gracias a Dios ella reaccionó y lo dejó.

—Ya lo creo —susurré por lo bajo.

  Llegamos a una pequeña oficina, estaba llena de fotos por todos lados y no pude evitar acercarme a una de ellas. La tomé y la miré. Era la foto de una niña de aproximadamente 7 u 8 años, tenía los ojos grandes y pestañas largas. Una sonrisa blanca y perfecta. Entonces me di cuenta de que era ella.

—¿No es hermosa? —me habló Gimena mirando la foto que yo tenía en mis manos. Giré mi cabeza para mirarla —Siempre tuvo una particular forma de mirar, y de ser. Ahí tenía apenas 8 años y no sabes el carácter que tenía.

—Aun lo tiene —le aseguré. Gimena rió por lo bajo.

—Si, Lali es una chica increíble —dijo orgullosa —Y no lo digo solo por ser su madre. Ella es decidida y dulce. Es testaruda y sensible. Delante de mí, siempre pone una especie de escudo o barrera, pero siempre termina dándome lo que le pido. No puedo quejarme de ella 
—suspiró y luego me miró —Pero ya, volvamos al tema importante. ¿Qué quieres hacer aquí?

—No sé, tú dime —le dije.

—Bueno, puedes ser mi ayudante. Los que tengo son un poco tontos…

—Perfecto —aseguré.

—Tendrás un sueldo y trabajaras solamente los sábados por la tarde. ¿Te parece bien de 2 a 5 de la tarde?

—Me parece estupendo —le dije.

—Entonces, bienvenido a las agencias de modelaje Esposito—dijo y estiró su mano para que yo la tomara. Así lo hice y salimos de allí para acercarnos a donde estaba todo el mundo.

  Mi primer encargo fue ir a apurar a las modelos, y eso fue increíble. Creo que no puede haber mejor trabajo que este para un hombre. Luego fui enviado a planta baja en busca de unos papeles importantes.

—¿Puedes darme los papeles de Gimena? —le pregunté a la chica de recepción.

—Enseguida —me dijo y me dejó solo mientras iba por ellos.

—¡Buenos días a todos! —escuché su voz y me giré a verla.

  Estaba llena de cosas y caminaba con prisa, al parecer estaba llegando tarde. Vi como desaparecía detrás de uno de los ascensores, y no puedo esperar a ver su rostro, cuando sepa que yo estoy trabajando aquí…

—Aquí tienes —me habló, sacándome de mis pensamientos.

—Muchas gracias, linda —le dije y me fui de allí para ir en busca de un poco de diversión.

  Subí al ascensor y no pude evitar sentirme emocionado por llegar al piso 20 y ver la cara de Lali. Las puertas se abrieron y caminé hacia donde estaban todos.

—¡Ahí lo tienes! —Gimena le dijo a Lali y ella se giró a verme.

  Sus ojos se abrieron como platos y pensé que su mandíbula iba a llegar a tocar el suelo. Se acercó a mí y me miró fijo.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó nerviosa.

—Hola, ¿no? Buenos días cariño, que yo sepa no dormimos juntos anoche —le dije.

—¡Contesta mi pregunta! —exigió. Sonreí levemente.

—Aquí trabajo —dije con suavidad y estiré mi brazo para darle el sobre a Gimena.

—¡No estoy para bromas, Lanzani! ¡Dime que haces aquí!

—No estoy bromeando, cariño. De verdad trabajo aquí.

Ella se giró a ver a su madre. Gimena asintió con la cabeza, y la morena volvió a mirarme.

—No, no tú estás jugando conmigo —dijo riendo nerviosamente —¡Gimena! —la llamó, está se acercó a nosotros.

—¿Qué sucede hija? —le preguntó.

—Dime que no es verdad —le dijo sin dejar de mirarme.

—¿Qué no es verdad que? —dijo ella.

—Que él está trabajando aquí —dijo nerviosa.

—Si, si es verdad. Peter es mi nuevo ayudante.

—¡Esto es increíble! —Elevó su voz haciendo que todos se giraran a verla —¡Me rehúso a trabajar con este individuo en este lugar!

—¿Por qué? —le pregunté.

—¿Qué quieres? ¿Qué es lo que estas buscando? —me preguntó.

—Nada —dije haciéndome el inocente —¿Acaso no puedo buscar un empleo para los fines de semana?

—¡No, no puedes! —me aclaró nerviosa. Giró para mirar a su madre —¡No voy a trabajar con él aquí! ¡Quiero que se vaya!

—No, Peter no se va a ir —le aclaró su madre, sin dejar de mirar al frente, en donde le estaban haciendo unas indicaciones o algo por el estilo.

—¿A no? ¡Entonces me voy yo! —dijo la morena, y se dispuso a irse.

—¡Lali Esposito! —la llamó con firmeza. Lali detuvo su paso y se giró a verla. Gimena la miró fijo —Soy tu madre y me debes respeto... también soy tu jefa y por eso haces lo que yo quiero, cuando yo quiera.

—¿Puedo solicitar un asenso? Me gustaría ser su jefe —dije. Gimena rió por lo bajo, pero a la morena no le causó ninguna gracia.



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