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miércoles, 17 de julio de 2013

CAPITULO 18

Voy a ser buena y les voy a dejar otro mas ;) Nos vemos el sabadoo!! Y coemtar muuucho!! Besoss!!


—Eres demasiado pegado a ti, ¿no crees? —me dijo.

—Soy demasiado perfecto cariño, ese es el problema.



—Creo que tus padres tuvieron que haberte puesto Narciso —dijo y volvió su vista al frente.

Pronto llegamos a la puerta de un elegante edificio de oficinas. Ella se bajó y se giró a verme.

—¿Este es el lugar? —le pregunté.

—Si, estas son las oficinas de Gimena Esposito —dijo.

—¿Ese no es el apellido de tu padre? —dije.

—Si —dijo ella y una leve sonrisa se dibujó en su rostro —Pero mamá juró que iba a usar el apellido de mi padre hasta el día de su muerte.

—Oh, una mujer de carácter fuerte ¿verdad?

—Más bien yo diría que mi madre es una mujer demasiado perfeccionista y exigente con el mundo entero. Pero bueno, ya puedes irte.

—¿Me estas echando?

—No, no es eso. Sino que ya no es necesario que te quedes.

—¿Cómo vas a volver a tu casa? —pregunté.

—En un taxi —aseguró.

—Vamos cariño, déjame ser tu chofer hoy. Ya te dije que no tengo nada mejor que hacer.

Me miró por varios segundos y luego soltó un largo suspiro.

—Bueno está bien, entremos —dijo.

Dejé bien estacionada a Betty y entramos al extravagante edificio.

—Buenas tardes señorita Esposito —la saludó una de las recepcionistas.

—Buenas tarde Caridad —dijo la morocha —¿Gimena está arriba?

—Si, esta dando indicaciones en la sesión de fotos.

—Ya la imagino —dijo divertida.

Entramos en un ascensor y marcó el piso 20.

—Es bastante alto —dije.

—Si, mamá fue un poco exagerada al comprar esto. Pero ella es así.

  Llegamos y bajamos. Miré a mi alrededor y este lugar era el sueño de cualquier hombre sobre la tierra.

  Las modelos iban y venían en trajes de baño o vestidos muy cortos. Piernas largas y traseros firmes por todos lados. Nada podía ser mejor que eso.

—¿Quieres cerrar la boca? Vas a llenar el edificio de baba —me dijo con tono celoso.

—¿Me pareció a mí o eso sonó como a celos?

—¡No seas ridículo! —me contestó —Solo trata de no resbalarte con tu baba.

Reí por lo bajo y la seguí cuando entró en una de las puertas.

—Al fin llegas, dios mío —dijo una mujer bien vestida, apenas un poco más alta que la morocha.

Lali era muy parecida a ella, pero sus ojos eran diferentes.

—Ya estoy aquí —dijo ella —Y aquí tienes las fotos.

—A ver —dijo y comenzó a revisarlas —Ay eres increíble, por eso eres mi hija —Lali revoleó los ojos y por primera vez desde que entramos, su madre, posó sus ojos en mí —¿Quién es él? —le preguntó. Lali me miró —Ay, ¿no me digas que me hiciste caso y dejaste definitivamente al imbécil de Pablo estas saliendo con este niño?

—¡Mamá! ¿Podrías por favor comportarte? —dijo nerviosa. —No, no estoy saliendo con él. Él es Peter, un… compañero de la Universidad. Se ofreció a traerme.

—Un gusto señora Esposito —dije lo más cordial del mundo.

—No me trates de señora. No soy una anciana, dime Gimena —me dijo.

—Está bien, Gimena—dije divertido.

—Bueno, ya está todo. ¿Necesitas algo más? —le preguntó Lali.

—No hija, nada más. Gracias.

—No es nada. Y por favor, no estés llamando a papá para refregarle que yo hago cosas por ti. 

Se pone insoportable.

—¿Desde cuándo yo hago eso? —le preguntó, verdaderamente, fingiendo sorpresa.

—Por Dios mamá, siempre lo haces —la acusó la morocha.

—Sabes que tu padre se lo merece. Se cree el dueño del mundo, es un pobre infeliz que se va a quedar solo por el resto de su vida.

—Lo que digas —dijo Lali y se dispuso a irse.

—Oye niño —me llamó. Ambos nos giramos a verla—Podrías ser un muy buen modelo.

  Se acercó a mí y palmeó mi hombro derecho. Reí por lo bajo y vi como Lali se ponía roja de la rabia.

—No lo creo Gimena—dije divertido —No tengo el target para serlo.

—Pero ¿Por qué?

—Yo se que soy perfecto, lo veo todos días cuando me miró al espejo. Pero el mundo de la moda no es lo mío.

—Ay que modesto eres —dijo riendo por lo bajo.

—Trato de serlo en lo que me concierne.

—Piénsalo bien, podrías ganar mucho dinero. Eres un chico muy bonito.

—¡No puedo creer que estés haciendo esto Gimena! —Habló Lali detrás de nosotros—No cambias más.

Salió de allí rápidamente. Me giré a ver a Gimena.

—Fue un gusto conocerte, ahora sé de dónde ha salido tan bonita la chica —dije sonriendo.

—Si, en eso salió a mí. Pero de carácter es igual a su padre.


—Ya lo creo —dije y salí de allí para buscar a Lali.

  La divisé a punto de subirse en el ascensor. Apresuré mi paso y puse mi mano frente a la firme puerta de acero, haciendo que se volviera a abrir. Me miró con ojos venenosos. Me metí y dejé que la puerta se cerrara. No dije nada y ella tampoco lo hizo. Llegamos a planta baja y sin siquiera mirarme salió. La seguí. Salimos fuera del edificio y vi como levantaba su brazo para tomar un taxi. Me acerqué a ella.

—Vamos ¿estás enojada? —le pregunté.

—Déjame en paz —dijo sin mirarme.

Tomé su brazo con cuidado e hice que me mirara.

—¿Qué es lo que te molesta?

—Que mi madre se comporte de esa manera —dijo nerviosa —Y que personas como tú le sigan el jueguito de mierda. Ya no tiene 17 años, creo que es una mujer adulta con varias décadas encima.

—Eres cruel —dije divertido.

—No, soy realista —me dijo.

—Bueno, señorita realidad, no creo que sea necesario que te tomes un taxi. Yo voy a llevarte.

—No quiero.

—Eres caprichosa.

—Si, y a mucho orgullo.

—¿Vas a dejar que te lleve? —pregunté.

Me miró fijo por unos cuantos segundos.

—Está bien —dijo soltando un suspiro.

Nos subimos a la moto y pronto llegamos a la puerta de su casa. Se bajó y se giró a verme.

—Sana y salva —dije.

—Muchas gracias por todo, Peter —me dijo.

—No, no tienes por qué. Ahora me debes la salida del viernes.

Arrugó levemente la nariz y me miró.

—¿Tú crees Peter, enserio? —dijo como queriendo que eso no pasara —Esta bien, acepto.

—Y si, no te quedaba otra.

—¿Y a dónde vas a llevarme?

—Podemos ir al cine, luego a cenar y luego…

—¿Y luego qué?

—Y luego te dejo en tu casa.

—Ah, me parece bien.

—Perfecto, entonces mañana arreglamos todo cariño—dije y le guiñé un ojo.

—Me parece bien —repitió. Sonreí al darme cuenta de que ya no chillaba cuando le decía cariño.

—Oye, ¿ya no te molesta que te llame cariño?—pregunté.

—Si me molesta, pero creo que es una pérdida de mi tiempo decirte que no lo hagas, cuando igualmente vas a hacerlo —me dijo.

—Estás en lo correcto.


12 comentarios:

  1. María María otro por favor
    Quiero sabe que pasa en la cita
    Por faaaaaaaa!

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  2. Uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas uno mas

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  3. Porfaaaaaaaaa!
    El ultimoooooooooooooooooo !

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  4. Uno mas por favor!!!!!!!!!!!
    Patty

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  5. Sos genial!. Subí otro lo antes q quedas!. ME RE COPÉ CON LA NOVELA! :)

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  6. mqaassssssssssssssssssssssssssssss

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  7. Aaay no puedo esperar hasta el sábado!..Por favor subi mas :)..

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  8. Sos grosa escribiendo, lo sabias?. Espero la próxima :)

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