Tienes que conocerla, se
van a llevar tan bien… Y creo que hasta aquí puedo llegar mi vida, porque las
lágrimas me están nublando la vista. Nunca olvides que te amo Peter, y eres lo
más grande que dios me ha dado.
Claudia.
*FLASHBACK*
Ella sacó las llaves de su cartera y comenzó a caminar.
Estaba por llegar tarde a la presentación de su hijo, y no se podía permitir
aquello. Se subió al auto y arrancó lo más rápido que pudo. Cuando llegó se
bajó y casi corrió hacia dentro del auditorio. Un poco agitado se acercó a una
de las profesoras.
—Señorita Mimí, ¿Dónde está mi hijo? —le preguntó
recuperando un poco el aire que había perdido.
—Peter está detrás del escenario señora Vargas—le señaló el
camino con el dedo.
Claudia asintió con la cabeza y movió de nuevo sus piernas
para acercarse al lugar. Corrió una cortina y lo divisó parado en medio de
todas las niñas. Sonrió levemente. Él levantó su pequeña mirada miel y sonrió
mostrando todos sus dientes al verlas.
—Lo siento señoritas, pero llegó mi reina —les dijo a las
niñas y se abrió camino de ellas para acercarse a su madre. Claudia se agachó
cuando él estuvo cerca.
—Eres todo un galancito —le dijo divertida.
—Lo sé mami, pero solo me interesas tú —dijo él.
—Okey, acabas de ganarte un helado para cuando termine la
función —dijo ella y acomodó un poco su pelo —¿Estas nervioso?
—No, para nada —afirmó y sonrió.
Su madre levantó su mano y acarició su rostro. Sus suaves
mejillas, su nariz pequeña adornaba su cara de niño. Él era tan bello, su
pequeño bebe. Con solo 5 años ya era todo un hombre, y hablaba como tal.
Una de las profesoras de ballet se acercó a ellos.
—La función ya va a comenzar —les avisó. Ambos asintieron y
volvieron a mirarse.
—¿Papá vino? – le preguntó él esperanzado.
—No Peter, papá esta ocupado —dijo ella.
—Siempre está ocupado —susurró bajando la mirada.
Claudia tomó su mentón e hizo que la mirara a los ojos. Ella
no podía permitir que la concentración y la autoestima de su hijo bajaran por
eso.
—Pero yo estoy aquí y yo quiero verte brillar. Ben también
vino a verte…
—¿Ben está aquí? —dijo entusiasmado.
Ben siempre venía a verlo y eso lo alentaba. Claudia sonrió.
—Sí, está aquí y ambos queremos que seas el niño más lindo
de todos.
Peter rió divertido.
—Soy el único niño, mami —le dijo.
—Tienes razón, pero no importa. Para mí eres único y estoy
muy orgullosa de ser tu madre.
Ahora sal a ese escenario y haz lo que sabes
hacer —dijo y le dio una pequeña palmada en la cola para que caminara.
Peter movió sus pequeñas piernas hacia en escenario y
Claudia lo perdió de vista.
*FIN DEL FLASHBACK*
*FLASHBACK*
Se sentó en el gran piano de la casa de su abuela. Tenía que
terminar de saber las notas, antes de que su madre llegara. Levantó la tapa del
piano y se sentó en el asiento. Sus pequeñas piernas no alcanzaban el pedal.
Así que buscó un libro y lo apoyó sobre él para poder tocar tranquilo. Miró las
88 teclas del majestuoso piano de cola. Con cuidado apoyó uno de sus pequeños
dedos sobre una de ellas.
—Cuando toques el piano, siempre has de cuenta que estas
tocando un pedazo de tu alma, y tócalo con cuidado... porque el siente las
emociones que tienes cuando lo tocas —le dijo su madre sentándose a su lado.
—¿El siente mis emociones? —le preguntó él algo asombrado.
—Claro que él te siente. Ahora pon tus manos como te dije la
otra vez, y solo toca después de que yo lo haga —le dijo ella.
Peter vio como su madre apoyaba sus manos sobre la otra
mitad del piano, en la que él no estaba. Sus largos y finos dedos empezaron a
moverse, causando que la música saliera suave y melodiosa.
El pequeño rubio comenzó a mover los dedos también, copiando
el acto de su madre. Claudia sonrió contenta mientras veía todo lo que su pequeño
de 7 años había avanzado solo en dos semanas. Peter miró a su madre y le
sonrió, enseñándole una sonrisa. Le encantaba tanto llegar de la escuela y
sentarse a tocar con su madre. Amaba pasar la tarde con su madre, hablando de
los músicos más importantes de la música clásica. Y aprendiendo a tocar algún
instrumento nuevo.
—Mami, ¿crees que algún día seré un gran hombre?—le preguntó
él.
Claudia dejó de tocar y lo miró.
—Claro que si mi amor, serás un hombre de bien —le dijo ella
acariciando su mejilla.
*FIN DEL FLASHBACK*
Sentí que algo frío caía por mi mejilla. Entonces mi mente
salió de aquel extraño trance en el que había entrado y me di cuenta de que
estaba sentado en el pasto de la Universidad. Miré la carta entre mis manos y
sentí como por mi otra mejilla una nueva lágrima caía.
Un nudo se había formado en mi garganta, haciendo que me
costara trabajo respirar. Mi madre… mi madre me había escrito, mi madre estaba
bien. Ella nunca se olvidó de mí…
—¿Peter? —escuché que me llamaba. Levanté la cabeza y ella
me miraba algo extrañada. Rápidamente se acercó y se agacho hasta mi altura
—¿Qué sucede?
Entonces el nudo en mi garganta se hizo más grande. La tomé
del brazo y rápidamente la acerqué a mí, para abrazarla. Escondí mi rostro en
su cuello y dejé que aquel nudo saliera de mí, materializado en lágrimas. Ella
estaba algo confundida, pues sus brazos estaban indecisos a abrazarme o no.
—¿Qué pasa? —me volvió a preguntar.
—Solo necesito que me abraces, Lali —le hablé con la voz
algo quebrada —Lo único que quiero es un abrazo.
Y entonces mi necesitada respuesta llegó. Sentí como sus
pequeños brazos me apretaban con fuerza y me acercaban más a ella. Levanté mis
brazos y rodeé su cintura. Lloré en silencio sobre su cuello. Sentí como su
mano bajaba y subía por mi espalda… pero no con intención sexual o algo por el
estilo. Era un gesto de cariño, de consuelo.
Cerré mis ojos y me quedé ahí, pegado a ella. Respirando su
aroma, y sintiendo un poco de tranquilidad entre sus brazos. No sé cuánto
tiempo estuvimos así, simplemente perdí la noción de todo. Lentamente comencé a
alejarme de ella. Lali me miró fijo y levantó su mano para secar mi rostro.
—¿Qué sucedió? —dijo preocupada.
Miré la carta que estaba en mis manos y al instante tomé mi
mochila y la guarde allí.
Sonriendo levemente me puse de pie y ayudé a Lali a
que lo hiciera.
—Nada cariño, tranquila —le dije y acaricié su rostro.
—No, no puedes decirme nada… porque tú estabas llorando y no
creo que te pongas a llorar por nada… no eres la clase de hombre que llora
porque si.
—¿Estas preocupada por mi? —le dije arqueando una ceja.
—¿Acaso ni cuando estas mal logras controlarte un poco?
Sonreí divertido, aunque de verdad no me sentía muy bien que
digamos.
—Nunca vas a dejarme escuchar que estás muy preocupada por
mí ¿verdad? —le dije.
—No… no es eso. Yo si me preocupo por ti… anda, dime que
pasó —dijo.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté.
—Vine a buscar unos papeles que necesitaba y pasé y te vi
aquí… ¿Vas a decirme?
—Te extrañe hoy en las clases… no tenía a quien mirar de
manera posesiva —dije para seguir cambiando de tema.
—¡Ya no me cambies de tema! —me reprochó.
—Ya es tarde cariño, va a ser mejor que vayas para casa —le
dije y me acerqué a ella para besar su frente. Me tarde un poco más de lo que
el gesto ameritaba.
—Pero… —intentó hablar ella, pero comencé a caminar.
Me metí a la
Universidad , necesitaba encontrar un lugar tranquilo para
pensar, y que mejor lugar que sala de música. Miré a mí alrededor y ya casi
nadie estaba en la
Universidad.
*Flashback*
—Cuando tocas el piano estas tocando un pedazo de tu alma…
*Fin del Flashback*
Sonreí de nuevo al recordar otra vez sus dulces y sabias
palabras. Acaricie las teclas y luego coloque bien mis dedos sobre ellas.
Comencé a tocar una de sus canciones favoritas, el Pacha bel Canon in D de
Mozart. Mis dedos no habían perdido la habilidad de tocar, pensé que si ya que
hacía mucho que no tocaba el piano.
Muchos recuerdos más llenaron mi cabeza. Estaba por
terminar, cuando sentí una presencia en la sala. Levanté la cabeza y ella
estaba parada en la puerta.
—Lali, ¿Qué haces aquí? —dije sorprendido.
Con cuidado ella comenzó a acercarse. Se sentó a mi lado y
miró al piano.
—No sabía que tocabas tan lindo —me dijo. Ella giró su
cabeza y me miró —¿Puedes tocar algo para mí?
La miré fijo y entonces recordé aquella canción que hace
unos años, cuando estaba aburrido, había aprendido a tocar en piano.
—Si —dije asintiendo.
Las últimas notas no llegué a tocarlas bien, pues me
concentré mucho en mirarla. Sus ojos ahora estaban vidriosos y amenazaban con
soltar lágrimas.
Rápidamente se acercó a mí y tomó mis labios con los suyos.
Sentí una pequeña presión en mi pecho, y me di cuenta de que era mi corazón
acelerado. Posó una de sus manos en mi mejilla y me acarició mientras comenzaba
a mover su boca sobre la mía. Un débil sonido salió de mi garganta y al
instante mi necesidad de ella me atrapó. Exigiendo más de su boca tomé su
rostro con ambas manos y la acerqué más a mí. Su pequeña mano subió hasta mi
nuca, mientras nuestras bocas se acariciaban tiernamente.
Soltando sus labios apenas, apoyé mi frente contra la suya,
y respiré profundamente. Abrí mis ojos y sus ojos estaban cerrados. Nuestras
respiraciones se mezclaban agitadas en ese pequeño espacio que nos separaba.
—Lali… esto no puede ser así —susurré.
—Lo sé, lo sé —me dijo rápidamente.
Apretando los dientes me alejé de ella. Yo no quería sentir
esto… no podía sentirlo. Una vez perdí a alguien que amaba mucho. Y me conozco,
yo se que si dejo que esto pase… voy a arruinarlo quiera o no quiera, siempre
termino arruinando las cosas.
—Ya es tarde cariño, ve a casa. Juro que hoy en la noche voy
a llamarte —le dije.
Ella se puso de pie y asintió con la cabeza.
—Está bien… pero ¿no quieres contarme? —me dijo. Le sonreí
levemente.
—No, no hay nada que contar —dije. Volvió a asentir y caminó
hasta la puerta. Se giró a verme, y pensé que me pondría de pie y caminaría hasta
ella para abrazarla y besarla otra vez.
—Sabes que puedes contar conmigo Peter, y que siempre que
necesites hablar voy a escucharte.
—Si cariño, lo se.
Sonrió por lo bajo y salió de allí. Solté un suspiró y volví
a mirar al piano. Entonces mi cabeza comenzó a pensar en todas las cartas que
me habrá mando y que el canalla de mi padre nunca me dio. Tomé mi celular… el
maldito infeliz iba a escucharme.
—¿Qué sucede Peter? —me preguntó al atender.
—¿Dónde están las cartas que me mandó mi madre? —le pregunté.
No dijo nada.
Al parecer no esperaba que le dijera eso —Las quiero, quiero
todas las cartas que ella me escribió.
—No sé donde están —dijo.
—¡Mentira! ¡Si lo sabes! ¡Tú las tienes! —le grite.
—¡Antes que nada te calmas! —me levantó la voz el también —¡Si
te digo que no las tengo es porque no las tengo!
—Voy a ir a tu oficina ahora mismo y me vas a dar esas
cartas, al igual que un número de teléfono en donde puedo comunicarme con ella.
¿No sé si lo sabes? Pero mañana es su cumpleaños y quiero hablar con ella…
—No Peter —sentenció.
—¡Si maldita sea, me vas a dar lo que te estoy pidiendo! ¡Te
guste o no! —colgué el teléfono y salí de la sala de música alterado. Pero mi
enojo se calmo un poco al verla detrás de la puerta
—Lali —le dije. Ella trago
saliva.
—Lo siento, solo quería escucharte tocar…
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ResponderEliminarotr0o cap
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ResponderEliminarme encanto el cap
ResponderEliminarotrooooo
ResponderEliminarmas !!!!!!
ResponderEliminarme encanta la nove
ResponderEliminarlali quedo mas que sorprendida al ver llorar a peter
ResponderEliminar++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarmas
ResponderEliminarmas caps
ResponderEliminarahh me quede con la duda si peter le contara su pasado a lali
ResponderEliminarmas nove :D
ResponderEliminarmas ma mas mas mas mas por favorrrrrrrrrrrrrrr
ResponderEliminarq lali lo acompañe donde mariano, mas mas mas
ResponderEliminarAy pobre Pitt!
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ResponderEliminarMaaaaas!
ResponderEliminarFue muy tierno este capitulo! Me encanto! Mas
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