—Y tú no seas tonto, Peter. No hay muchas como ella, y creo
que eres consciente de ello —me dijo y miré a Lali —Ahora debo irme, tengo que
hacer unas cosas. Pero no sean tontos y piensen —comenzó a caminar para
alejarse de nosotros. Ninguno dijo nada, él nos había dejado con la palabra en
la boca. Giré mi cabeza para mirarla.
—¿Vas a pensarlo? —le pregunté.
Ella me miró fijo a los ojos, sin decir absolutamente nada
por unos cuantos segundos. Yo estaba por decir algo…
—No, yo no tengo nada que pensar —me dijo —No quiero nada
contigo…
—¡Eres una necia! —le dije nervioso —¡Ni siquiera porque el
chico más sincero y bueno del mundo te lo dice quieres entender!
—¿Y tú? ¿Acaso lo pensarías? No Peter, ¡No seas cínico! A la
primera falda fácil que pase frente a ti, te irás corriendo detrás de ella.
—Tal vez tengas razón y no haya nada que pensar... teniendo
en cuenta lo poco que me conoces para decir una cosa así —le dije algo molesto
—Me ofendes.
—¿Acaso no es así? No me vengas con que te afecta eso ahora,
porque no es verdad. Estoy completamente segura que tienes una lista más larga
que la de un hospital público de las mujeres con las que has salido—dijo
enojada.
—¡Pero tú no eres una más de ellas! —le dije nervioso.
—¡¿No, no lo soy?! ¡¿Y que soy entonces?! —me preguntó con
el mismo tono que yo utilicé.
La miré fijo, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
Pero tampoco exponerme tanto y decir una sarta de estupideces.
—Tú… tú eres lo mejor que he tenido —logré decir luego de un
largo rato de silencio.
Entonces vi como sus ojos cambiaban esa forma acusadora,
para mostrarme desconcierto y miedo. Ella no quería escuchar eso… no esperaba
escuchar eso.
—¿Otro de tus estúpidos discursos de convencimiento?
—preguntó y dio media vuelta para comenzar a caminar —Con María o cualquier
otra estúpida puede funcionar Peter, pero conmigo no —dijo sin dejar de caminar
hacia su auto.
¡Diablos, ella era tan testaruda! ¡No quiere entenderlo, no
quiere aceptarlo!
Digamos que yo tampoco, ¿verdad? Pero aun así, cuando logro
decirle algo que me sale del corazón, no me cree. No quiere creerme.
—¡No es un discurso! ¡Es una afirmación! —le dije fuerte ya
que se estaba subiendo al auto.
Prendió marcha y salió rápidamente de allí.
Solté un cansado suspiro y me subí a Betty —Tú siempre vas a estar conmigo,
¿verdad Betty? Eres la única mujer en mi vida que nunca me ha pedido nada… y a
ti si puedo decirte que te amo Betty.
La prendí y comencé a manejar hacia mi casa. Me puse a
pensar un poco en como estuvieron las cosas en general. Y bueno, no todo salió
mal. Por lo menos D’Alessandro comprendió que no podía hacer nada con Lali,
pues ella es mía.
¿Es mía? ¿Acaso puedo utilizar ese término?
Si, claro que puedo usarlo. Porque aunque lo niegue, aunque
no lo acepte, aunque quiera huir y esconderse, ella sabe que es mía.
Y ahora que Vico se hizo a un lado, ya puedo estar
tranquilo. En realidad no puedo estar muy tranquilo. Porque en cualquier
momento puede salir el psicópata de Martínez al ataque y querer hacerle algo a
mi Lali.
Ay Lali, va a ser tan complicado hacerte entender que no
eres como las demás. Hasta para mi es complicado de entender. Pero creo que
poco a poco me voy dando cuenta de que es así.
Pero quizás no lo sea, ¿Y si
quizás estoy confundido?
Tal vez lo que me pasa con Lali es pasajero. Yo no quiero
lastimarla, ella no se lo merece. Es una buena chica… es una chica inteligente,
hermosa, simpática, dulce. Tiene una mirada que logra dejarte hecho un idiota.
Y esa forma tan excitante y al mismo tiempo relajante de besar… que juro que
podría estar horas y horas simplemente besándola. Pero ya, ya, ya, ya no voy a
seguir pensando en esas cosas. No tienen sentido.
Llegué a casa y cuando entré mi celular comenzó a sonar. Lo
tomé y miré la pantalla. Número privado, que extraño. Fruncí el ceño y decidí
contestar.
—¿Hola? —dije al atender. No obtuve ninguna respuesta —Hola,
¿Quién habla? —nadie contesto. Volví a mirar la pantalla, la llamada aun estaba
—Lali, ¿eres tú cariño? ¿No quieres hablarme? —entonces la llamada se cortó.
Miré la pantalla y si se había finalizado.
No, esa no había sido Lali. Ella sería incapaz de llamarme.
Pero, ¿Quién pudo ser?
¿Mi padre? No lo creo.
¿María? Puede ser.
Pero de seguro que fue alguna de las locas esas que esta
atrás mío y llamó solo para escuchar mi masculina e irresistible voz.
El fin de semana se pasó rápidamente, ya que solo me quedaba
por disfrutar el domingo.
Ese día me quedé en casa todo el día cocinando con
Tina. Y como siempre que ella tenía oportunidad, lograba preguntarme por Lali.
Yo no se porque será, pero no entiendo porque la quiere tanto. Aunque esa
pequeña caja de mentiras es fácil de querer.
Apresuré un poco mi pasó para llegar más rápido al despacho
del rector.
Me habían sacado de la clase de economía porque él me había
mandado a llamar. No sé por qué motivo será, pues hace mucho que no hago ningún
lío o me meto en problemas. Y hoy era miércoles mitad de semana… me puse a
pensar un poco si había hecho algo malo, pero no, verdaderamente no hice nada
de nada.
Toqué dos veces la puerta de su despacho.
—Adelante —escuché que me decía. Con cuidado me asomé y él
me miró —Peter, pasa muchacho y cierra bien la puerta.
Asentí y entré del todo. Me hizo una seña para que me
sentara frente a él y así lo hice.
Acomodé mi garganta.
—¿Para que soy útil? —le pregunté ya que no me hablaba.
Él soltó un suspiro y me miró bien.
—¿Cómo has estado? —preguntó. Fruncí el ceño.
—Bien, normal —contesté algo confundido.
—¿Sabes? Estoy un poco sorprendido… últimamente no te he
visto por aquí y también últimamente estas llegando temprano a las clases.
—Si, puede ser que algo me haya afectado un poco. Pero
bueno, es para bien o ¿no?
—Claro que si, y estamos muy contentos. Este es el Peter que
queremos aquí, no el rebelde que le gusta meterse al jardín del campus en su
ducati —me dijo.
Reí por lo bajo. Él sacó un cigarrillo y me pasó uno. Lo
acepté con una leve sonrisa. Prendió el suyo y luego me dio el encendedor para
prender el mío. Lo prendí y luego lo miré.
—¿Para que me mandó a llamar señor? —le pregunté después de
soltar el humo de mi cigarro.
—¿Acaso no puedo llamarte para hablar contigo y preguntarte
como estas? —me dijo.
—Si, si puede pero… ¿no le parece un poco extraño?—dije
divertido.
—Bueno si, tienes razón. Te mande a llamar porque llegó algo
para ti —dijo. Lo miré extrañado.
—¿Algo para mí? ¿Y que es? —pregunté.
Él abrió un cajón y sacó un sobre de carta de allí, lo
colocó encima de la mesa y cerró el cajón.
Me miró y acercó el sobre a mis
ojos.
—Lo trajeron hoy por lo mañana y solo dice Peter… y como
eres el único Peter en la Universidad deducimos que es para ti —me dijo. Miré
fijo aquel sobre blanco que tenía solo mi nombre escrito atrás. Miré al rector
y tomé la carta. Sentí un gran impulso por abrirla, pero me contuve. Algo me
decía que debía abrirla solo y leerla en soledad.
—Luego la leo —le dije. El rector asintió con la cabeza y se
apoyó mejor en su asiento. Volvió a fumar de su cigarrillo y soltó el humo.
—Puedes volver a clases —me dijo. Asentí y me puse de pie
con el sobre en la mano.
Una sensación extraña se había apoderado de mí.
—Muchas gracias por la carta —dije antes de salir.
—No es nada, y cualquier cosa que necesites no dudes en
avisarme, ¿si Lanzani?
—Quédese tranquilo señor, cualquier cosa le aviso—le dije y
salí de allí.
Sin dejar de mirar el sobre entre mis manos caminé con
cuidado al salón.
¿De quién podrá ser? Lo único que dice el sobre es Peter,
escrito con una letra linda y redonda. Es letra de mujer, estoy completamente
seguro de ello. Quizás tengo una admiradora secreta que ahora se va a dedicar a
mandarme cartas de amor, y mensajitos por todos lados.
Me reí para mis adentros al pensar en eso. Pero algo me
decía que nada tenía que ver con chicas.
Llegué al salón y entré. Me senté de nuevo en mi lugar,
Justo al lado de Gastón.
—¿Qué pasó? —Me preguntó —¿Qué hiciste ahora?
—No, nada. Solo me llamó para darme esto —le dije y le
enseñé el sobre.
—¿Una carta? —dijo confundido.
—Sí, no tiene remitente ni nada —dije.
—¿Y que estas esperando para abrirla y leerla?—preguntó y
quiso abrirla. Se la quité.
—No, no quiero leerla aun. Luego la leeré solo.
El resto del día me la pasé pensando en la carta. Luego de
que el rector me la diera y se la mostrara a Gastón había decidido guardarla y
leerla en otro momento… algo me decía que no debía leerla, pero mi otra voz me
decía que si.
Hoy Lali no había venido a clases, por lo que me dijo Rochi,
había tenido un problema con su padre y había estado un poco mal por ello.
Pobre mi pequeña cajita de mentiras. Me hubiese gustado darle un abrazo. Y por
causa de que ella no había venido, no había podido poner mi cabeza en otra cosa
que no fuera la carta.
Decidí escaparme del taller de música porque las ganas de
leer la carta ya me estaban consumiendo. Salí de allí silenciosamente. Tomé con
firmeza mi mochila y caminé hasta el jardín del lugar. Gracias a dios no había
nadie allí. Me acerqué hasta el viejo árbol y me eché bajo el.
Respiré el fresco aire y busque entre mis cosas el sobre
blanco. Lo volví a mirar bien y entonces tomé valor para abrirlo.
Saque de allí un papel que estaba doblado en varias partes,
ya que era un papel muy largo y estaba completamente escrito de adelante y de
atrás. Di un gran respiro y comencé a leer.
Peter:
O mejor sería poner, Hijo.
Hace tanto tiempo cariño, hace tantos años que vengo buscando la forma de
llegar a ti, de comunicarme contigo. Pero siempre hay algo que me lo impide.
¿Por dónde puedo empezar
mi amor? Tengo tantas preguntas y estoy segura de que tú también las tienes.
Antes que nada quiero pedirte perdón, perdón mi amor por no haber sido lo
suficientemente fuerte para pelear por ti. Quiero pedirte perdón por dejarte,
por no cuidarte durante todos estos años. Perdón hijo mío, es algo que te pido
de corazón. Y se que tal vez no puedas perdonarme… y te entiendo, pero quiero
que sepas que jamás me olvide de ti. Me comporté como una cobarde, no pude
hacerle frente a Mariano. Él… él logro lo que quería, alejarme de ti.
Creciste mi amor, y lo
hiciste lejos de mí. No sabes las noches que lloré, pensando en tu miedo a la
oscuridad. ¿Quién iba a arroparte si yo no estaba ahí? ¿Quién iba a abrazarte
para que el miedo se fuera? Los días en los que me la pasaba pensando en tu
carita de tristeza, en tus ojos miel llenos de lágrimas.
¡Oh hijo, esa imagen tuya,
esa mirada tuya aun no salen de mi cabeza! Las pequeñas lágrimas que corrían
por tus mejillas esa noche, aun me torturan. Tu voz quebrada al decirme ‘adiós
mamá’ retumba en mi cabeza.
Y me odio, y me detesto
por no haber podido evitarte todo eso. Te arrancaron de mi lado Peter, me
alejaron de ti de la peor manera. Y yo no hice nada, no hice absolutamente
nada.
Peter, mi vida, yo quiero
que sepas que en todos estos años no hubo un solo día en que yo no pensara en
ti. Juro que me imaGimeo lo hermoso que debes de estar. Es que pienso en eso y
mis ojos se llenan de lágrimas. Siempre fuiste un niño hermoso, y no lo digo
por ser tu madre, no. Lo digo porque así era mi amor, eras el más bello de
todos. Y estoy segura de que ahora también lo eres.
Y también estoy
completamente segura de que eres un Don Mariano, mi intuición de madre me dijo
eso cuando cumpliste 14 años. Y si eso es así jovencito, creo que algún día
vamos a tener que hablar muy seriamente sobre ello. No sabes las veces que me
imaGimee retándote por algo, y que luego arreglas el problema con algún halago
o sonrisita compradora.
Siempre imagine el día en
que me trajeras a tu primera novia a casa… Y creo que eso aun no sucede Peter,
¿estoy en lo correcto, verdad? Tantas cosas mi amor, tantas cosas que me
imaGimeo. Tantas cosas que sé que perdí y no voy a volver a recuperarlas. Todas
esas cosas que perdí provocaron un vacío en mí.
El día en que tu padre te
alejó de mí, se llevó un pedazo de mi corazón. Y creo que en este momento te
debes de estar preguntando, ¿Por qué te escribo ahora y no lo hice antes? Es
que yo si lo hice hijo, siempre te escribía cartas.
Pero tu padre encontraba
la forma de saber cuando iba a mandarla y se encargaba de que nunca te
llegaran. Por eso esta vez me arriesgué y mandé la carta directamente a la
Universidad en la que estas. No puedo creer que ya estés en la Universidad. Ya
eres todo un hombre, estudiando derecho. Tengo tantas cosas para contarte mi
amor.
Luego de que tu padre te
llevara, intenté rehacer mi vida con Ben, y de a poco lo hice. Ben es un hombre
maravilloso, siempre estuvo a mi lado cuando… sentía que no tenía más fuerzas
para continuar viviendo sin ti. Siempre encontraba las palabras correctas para
sacarme adelante y darme la esperanza de que algún día iba a volver a verte.
Pero no solo me dio eso,
hace cinco años Ben me dio el segundo regalo más grande de mi vida. Se llama
Hoope y es una niña hermosa. Tienes tus ojos, y creo que heredó esa forma
convincente y aduladora para salir de los problemas. Y eso que apenas tiene
cinco años. Siempre le habló de ti, siempre le digo que tiene un hermano mayor
y le muestro fotos tuyas de cuando eras un niño. Ella las mira y dice: Ese es
mi hermano, Peter, y esta tan orgullosa de ti.
Tienes que conocerla, se
van a llevar tan bien… Y creo que hasta aquí puedo llegar mi vida, porque las
lágrimas me están nublando la vista. Nunca olvides que te amo Peter, y eres lo
más grande que dios me ha dado.
Claudia.
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ResponderEliminarYa quiero saber la reacción de peter !! Habrán escenas tiernas de peter y hope ??
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