—Ignórala Rochi —le dije a mi prima —Solo está
molesta porque no quiere admitir que la película le encantó.
—Pero, ¿Qué tienen en común la película y la
reconciliación? —preguntó confundida.
—¡Todo! —dijimos ella y yo al unísono.
Lali se puso de pie y me miró fijamente. Ella
parecía estar bastante enojada.
—Fue la película más horrorosa que vi en mi vida… y
no quiero volver a verla nunca más —me dijo hablando rápido.
—No me pareció eso, cuando me pediste que volviera
a ponerla —le dije sonriente.
Su boca y sus ojos se abrieron indignados.
—No puedo creer que hayas dicho eso —me acusó.
—¡Ya basta! —dijo Rochi mientras se ponía de pie
también. Yo también lo hice —¡No entiendo nada de lo que dicen! ¡Ya me
cansaron! ¡Arréglense, peléense! ¡Vayan a tener sexo por ahí, a ver si se les
quita lo insoportable!
Se fue dejándonos solos. Apreté los dientes ante lo
último que había dicho mi prima. Si ella supiera que ese es el puto problema...
—Quiero que te mantengas alejado de mí, porque o
sino vas a arrepentirte, ¿escuchaste?
—Solo dime una cosa…
—¿Quieres saber si lo disfruté? ¿Si lo gocé? Si, si
lo gocé, lo disfruté, eres toda una maquina lujuriosa… Pero no quiero volver a
repetirlo —me dijo y comenzó a caminar para salir de la cafetería. Mis piernas
tardaron un poco en responder a la orden de mi cerebro, para seguirla.
Pero lo
hicieron y corrí hasta alcanzarla.
—Solo quiero saber que demonios te pasa —le dije,
mientras la tomaba con cuidado del brazo para que dejara de caminar —No
entiendo porque actúas de esta manera…
—¿Qué? ¿Acaso quieres que siga alimentando tu
ego?—me preguntó y soltó una leve risa irónica —Ya está Lanzani, lograste lo
que querías conmigo. ¡Me acosté contigo! ¡Un aplauso para el señor, por
favor!—dijo elevando su voz y aplaudiendo un poco —¿Y ahora que quieres?
—Yo… yo no lo se —le dije perturbado por sus
palabras.
—Ahora, que venga la siguiente ¿verdad? —me dijo.
La miré fijo a los ojos – Así es como funcionas y yo no pretendo poder cambiar
eso.
—Quiero estar bien contigo Lali —le dije soltando
un suspiro.
—Está bien, está bien, aquí no pasó nada... ya no
quiero peleas, ni vueltas, ni enredos. Solo que ya no sigas... olvídalo, yo ya
lo olvidé —me dijo.
—Pero si pasó… y yo no quiero olvidarlo… no
puedo—dije bajando un poco más el tono de mi voz en las últimas dos palabras.
—¿Y que quieres que haga? —me preguntó y vi como
sus ojos se humedecían. Sentí una presión en medio de mi pecho —¿Qué me acueste
contigo cada vez que tengas ganas?
Apartó su mirada de mí y miró hacia el suelo. Un
nudo se había formado en mi garganta, haciendo que me costara un poco hablar y
hasta tragar mi saliva.
Con un poco de duda me acerque a ella. Tomé su
rostro con mi mano e hice que me mirara a los ojos. Sus ojos estaban poblados
de lágrimas. Cristalinos y vidriosos.
—Para ser honesto eso… me haría muy feliz —le dije.
Una lágrima no pudo quedarse en su lugar y resbaló fría por su mejilla. Aquella
imagen me destrozó por dentro. Con uno de mis dedos la sequé suavemente —Pero
jamás te lo pediría.
—Ya no sigas más Peter… aunque no parezca me haces
daño.
—Yo no quiero hacerte daño.
—Entonces… ya déjame, por favor —me pidió y comenzó
a salirse de mi agarre.
Lentamente comenzó a alejarse más y más. Hasta que
estuvo lo suficientemente alejada de mí, se dio vuelta y comenzó a caminar por
el largo pasillo. Yo solo me quedé ahí mirando como ella se perdía por el
camino.
Pero ya intente dejarte centenares de veces, Lali.
Y cada vez encuentro una manera más espectacular para fallar. Soy un maldito
cerdo egoísta.
El resto del día en la Universidad se me pasó lento
y pesado. No había vuelto a ver a Lali por ningún lado.
Pero lo raro también fue que tampoco volví a ver a
mi prima, ni a Euge.
Nicolás me dijo que Euge se había ido porque tenía
que realizar unos trabajos con su madre, y de Rochi… bueno de ella no supe
nada.
Llegué a mi departamento y tiré las llaves sobre la
mesa, para luego entrar al baño. Me duché y salí para acostarme un rato a
descansar.
Tomé el control y prendí la tele. Sentí unas voces
provenientes de afuera y el sonido de una llave. Apagué la tele y me escondí
detrás del sillón. De seguro esa era Rochi y venía en compañía de alguien.
—Que cansada estoy —escuché la voz de mi prima.
—Si, hoy fue un día bastante largo —dijo Euge.
Me acomodé mejor detrás del sillón para que ellas
no me vieran.
—¿Quieres algo para tomar? —le preguntó Rochi.
—Un poco de agua —dijo ella.
Escuché como se sentaban en las sillas de alrededor
de la mesada de la cocina.
—Ya se porque hoy estaba tan tensa Lali —dijo la
rubia.
—¿Por qué? —le preguntó Euge.
—Ayer Peter fue a su casa a buscarla… y ya sabes
ellos…
—¿Qué?
—Tú sabes que entre ellos hay mucha química.
Asentí con la cabeza.
—Si, lo se.
—Bueno, ellos terminaron haciéndolo —dijo Rochi.
—No puedo creerlo.
—Tarde o temprano iba a pasar, yo lo sabía. Pero no
sabía que iba a afectarla tanto.
Fruncí el ceño al escuchar eso de mi prima.
—¿Afectarla? —dijo la chica de ojos verdes.
—Si, a Lali le pasa algo con Peter... Es así aunque
quiera negármelo rotundamente, yo se que le pasa algo con él. Y esta asustada
la pobre... imagínate se enamoró de Pablo, era un imbécil en potencia, aunque
no lo parecía. ¿Y ahora Peter? Está bien, es mi primo, lo adoro. Pero es tan
cínicamente idiota y mujeriego. No hay que ser un genio ni nada para saber que
en algún momento, la terminaría engañando —dijo ella.
Eso no es así, a Lali no le afectó. Comencé a
pensar en las cosas que mi prima acaba de decir. ¿A Lali le afectó?
¡Demonios soy un completo imbécil! La única chica a
la que si bien no… bueno tal vez… no, no, definitivamente NO AMO pero si me
importa lo que piense de mí no quiere saber nada conmigo antes de siquiera
intentarlo.
—Yo la conozco bien, Lali se deja ver como una
chica fuerte, y decidida, tiene un carácter especial y amo sus convicciones
inamovibles... es lo que más admiro de ella. Pero cuando logras entrar a su
mundo, ves lo sensible y frágil que es —agregó Rochi.
—Pobre, ella es tan buena —dijo Euge —Debemos hacer
algo por ella.
—Si, lo se —dijo mi prima.
—¿Acaso estas pensando lo mismo que yo? —dijo la
pequeña genios.
—¿Qué estas pensando tú?
—Es hora de buscarle un candidato a Lali —dijo
contenta.
—Creo que me leíste la mente genia, es hora de
buscarle el candidato ideal para ella y creo que ya se quien es —dijo la rubia.
—¿Quién? —dijo Euge con tono intrigado.
—Vico D’Alessandro – sentenció.
¡Diablos! Ella no podía estar hablando enserio.
—¿Vico D’Alessandro? ¿El presidente del centro de
estudiantes de la Universidad? ¿El que estudia sociología y letras? —preguntó.
—Ese mismo —afirmó Rochi.
—¿Lo conoces? —le preguntó.
—Sin querer el otro día me choqué con el yendo a
clases y se me cayeron todos los libros. Me ayudó a recogerlos y fue muy amable
y para nada se comporto como un baboso —dijo ella.
Tal vez porque el bobo sea medio rarito, primita
mía. Pensé entre una extraña sensación de molestia ya que ella estaba
alardeando de un extraño, al cual le quería entregar a MI Lali.
—¿Tú crees que le gustará a Lali? —preguntó la de
antojitos.
—Conociéndola… podría ser —dijo mí la rubia.
¡Genial! Ahora ni en la familia se puede confiar.
Gracias por esas ideas Rochi Igarzabal, primita
adorada de mi alma, eres un amor. Ya veremos quién dormirá hoy por la noche en
la cama, querida mía. Ya lo veremos…
—No creo que PETER te lo agradezca —dijo Euge,
pronunciando mí nombre un poco más fuerte de lo que se amerita.
—Esto lo hago por el bien de MI mejor amiga.
¿Verdad que lo entiendes Peter? —me preguntó.
Entonces me quedé quieto esperando a que esto no
estuviera pasando. Ellas sabían que yo estaba aquí, escondido como una rata.
Lentamente me incorporé.
—¿Desde cuando saben que estoy aquí? – les
pregunte.
—Desde que gruñiste cuando nombré a Vico
D’Alessandro—me dijo Rochi.
—Que lindo lo tuyo primita, entregarle a Lali en
bandeja a ese tipejo —le dije con tono molesto.
—¿Qué quieres? ¿Qué te la deje a ti para que la
lastimes? Olvídalo —me dijo ella.
—No te atrevas a meterte en esto Peter —me dijo
Euge amenazadoramente —Si todo sale bien, mejor para todos —¿Acaso no estás
pensando en mí pequeña diabólica? —Y no, no estoy pensando en ti, pequeño
mujeriego…
Me quedé congelado. ¿Cómo sabía que yo había
pensado aquello?
—¿Qué como lo sabía? —preguntó Rochi y rió —Fácil
primito, te estamos leyendo la mente. Buuuuu —hizo un tono de fantasma. Miró a
Euge—No hay que ser psíquico, el pobre es tan predecible.
—Hubiese preferido que dijeras que estabas leyendo
mi mente —le dije entrecerrando los ojos y mirándola mal.
—Bueno volviendo al tema importante —dijo Rochi y
sonrió —Tenemos que hacer que Lali y Vico se encuentren.
—¿Cómo? —preguntó Euge.
—Si, eso ¿Cómo? —dije molesto.
—¿Sabes si acaso él va seguido a la biblioteca? —le
dijo.
—Mmm, si, si. Él va bastante seguido a buscar los
libros de braille, ¿sabías que le enseña a leer a niños ciegos?
—¿De verdad? Oooh, es tan tierno. ¿Y cómo podemos
hacer para que se encuentren?
—Ustedes dos son unas malditas traidoras —las
acusé. Ambas se giraron a verme con una despectiva mirada.
—Si no quieres oír, vete —me dijo mi prima.
—Si, molestas —me dijo Euge.
—¿Sabes qué pequeña diabólica? Calladita te ves más
bonita —le dije.
Ella me sacó la lengua como niña de 5 años y volvió
su vista a mi prima. Comenzaron a hablar en voz más baja, impidiendo que yo
pudiera escucharlas.
¿Quién las necesita? Yo no voy a dejar que anden
armando ninguna clase de salida ni nada con D’Alessandro y Lali.
Me dejé caer en el sillón y prendí la tele para
tratar de concentrar mi atención en otra cosa, mientras que aquellas dos traidoras
planeaban como clavarme una daga por la espalda. Ellas reían y hablaban muy
animadamente. Las ganas de saber que era lo que estaban tramando comenzaron a
carcomerme la conciencia.
¿Qué pasa si a Lali le gusta D’Alessandro?
¿Qué pasa si acepta salir con él?
¿Qué pasa si a él le comienza a gustar?
¿Qué pasa si me meto en el medio?
Sonreí maliciosamente al cruzarse por mi mente la
idea de frustrar cualquier plan que incluya hacer que Lali salga con algún
tipejo.
—¿De que sonríes? —me preguntó Rochi haciendo que
saliera de mis pensamientos.
Me giré a verla y me senté cómodamente en el
sillón.
—De nada, ¿Por qué? —le dije sin dejar de sonreír.
—Porque yo conozco esa sonrisa. Esa es una sonrisa
de que tu cabeza está maquinando alguna idea macabra para arruinar alguna cosa.
—¿Por qué crees eso de mí? —dije haciéndome el
inocente.
—¿Será porque te conozco?
—¿O por qué es predecible? —dijo Euge.
—No chicas, están equivocada —me puse de pie y
caminé hasta ellas. Coloqué una de mis manos sobre el hombro de Euge —¿Y saben
que? tienen razón en todo lo que dijeron, así que si necesitan mi ayuda para
hacer que Lali salga con D’Alessandro, no duden en avisarme que haré lo que
sea.
Ay me encantó éste capítulo!. Recién pude leerlo porque hubieron elecciones en Argentina y tuve que ir a votar jaja.. un beso, espero el próximo
ResponderEliminarJenny
mas novela
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ResponderEliminarsos una genia
le va a servir de mucho la "ayuda" de peter a lali
ResponderEliminarotroooo000
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