—¿Martínez?
—Si – dijo asintiendo.
—¿Qué pasa con Martínez? —le pregunté.
—No era nada bueno en la cama.
Me alejé un poco de ella para mirarla a los ojos.
No podía responderle eso…porque ni yo sé porque vine a buscarla. Mi incliné
hacia ella y capturé sus labios en un acalorado beso.
Entonces me moví más rápido, haciendo que los
gemidos salieran repetidas veces de su boca, que caían sobre la mía. Ella
intentaba hablar, pero el aire apenas le alcanzaba para respirar. Gruñí
profundamente, cuando ella se abrazó más a mí y sentí como su cuerpo se
consumía en un mar de placer, mientras se corría por mí.
Un gemido estremecedor abarcó cada rincón de la
casa, y llenó de un agudo placer cada parte de mí. Me quedé quieto esperando
que su respiración se calmara y que su cuerpo se relajara. Llevé mis labios a
los suyos y los rocé suavemente.
—Quiero más —habló con la voz cortada. Sonreí
levemente.
—Claro que si cariño, aun no he terminado
contigo—le dije.
Me alejé de la pared con ella y la dejé caer sobre
la cama. Terminé de quitarme lo que quedaba de ropa sobre mí, y me acosté sobre
ella, sintiendo cada centímetro de su fina y suave piel contra la mía. Un suave
suspiró salió de sus labios y su cuerpo se amoldó al mío.
Antes de enterrarme de nuevo en ella, quería
saborear un poco de esa blanca y aterciopelada piel que me traía loco desde
hacía varias semanas. Besé sus labios levemente, y con cuidado bajé mi boca
hasta su mentón. Sentí una de sus manos sobre el lugar en donde estaba mi
tatuaje, sus dedos lo marcaron suave, y recorrieron cada línea que sobresalía
del dibujo.
Sonreí por lo bajo al recordar sus palabras aquella noche después
de lo de Susan.
—Oye —le hablé en voz baja y comencé a bajar mi
boca por su cuello, la mordisqueé suavemente, haciendo que su respiración se
comenzara a agitar.
— ¿Si? —susurró.
—Yo sé que no lo recuerdas, pero la noche en la que
te emborrachaste en lo de Susan, cuando estábamos en casa y yo te llevaba a la
habitación, me dijiste algunas cosas.
—Si las recuerdo —musitó y me alejé de su cuello
para mirarla a los ojos. Una sonrisa perversa se curvó en sus labios —Recordé
lo que pasó después de irme de tu casa —sonreí y volví a bajar mi boca a su
cuello, su mano seguía acariciando mi tatuaje. Subí hasta su oreja —Quiero
lamer tu tatuaje, Peter…
La piel de mi nuca se erizó y saboreé sus palabras
casi tanto como lo estaba haciendo con ella.
—Lamento decirte que vas a tener que quedarte con
la gana, porque esta noche yo voy a ser el único que va a saborear aquí… —ella
rió por lo bajo —Eres tan suave, Lali —le dije mientras seguía mordisqueando la
delicada piel de su cuello.
—Y tú eres tan…
— ¿Tan qué? —pregunté mientras descendía sobre ella
y besaba el espacio suave que había entre su cuello y sus pechos.
—Eres tan fuerte… y tan salvaje… como me
tientas—respondió.
Seguí bajando hasta encontrarme con dos hinchados
pechos. Abrí mi boca y con cuidado tomé uno de ellos. Ella se arqueó hacia mí y
su mano derecha se enterró en mis cabellos.
Suspiré al sentir su pezón bajo mi
lengua.
—Dios, Lanzani —gimió mientras seguía jugando con
su pezón.
—Me enloquece que me llames así, cariño —le dije
mientras dirigía mi boca al otro. Rió pícaramente
—Lanzani —dijo mientras su mano acariciaba mis
cabellos.
Sonreí divertido, seguí bajando por su suave
vientre, ganándome caricias y algunas perversas palabras de su parte, y volví a
subir a sus pechos. Su mano me llevó hasta su boca en donde recibí un
apasionado beso, su lengua buscó la mía y jugó con ella. Gemí sobre sus labios
y la besé más aun.
Rocé con mi mano la curva de su cadera, seguí
bajando por su muslo suave, seguí bajando hasta que pude tocar la parte que más
ardientemente deseaba de ella. Ella gimió y tembló mientras cuidadosamente
separaba sus piernas y atormentaba su hendidura.
Oh sí, yo quería esto de ella. Quería ver su cabeza
contra las almohadas y oír mi nombre salir de su boca cuando se corriera por mí
otra vez.
Sus manos se posaron en mis hombros y me apretó con
fuerza, mientras mis dedos la acariciaban. Me separé de su boca y la miré fijo
a los ojos. Esos ojos profundos, cautivantes, que con una sola mirada te sacan
todo el aire. Ella alzó la cabeza y mordisqueó mi mentón y mandíbula. Necesito
decirle algo, pero no sé qué.
— ¿Qué quieres decirme Peter? —preguntó como si
estuviera leyendo mi cabeza.
Ella seguía besando mi mentón y cuello. Subí mi
mano por su cintura, acariciándola delicadamente. Tragué saliva… no puedo decir
aquello, yo no sé qué pasa conmigo.
—Te deseo y mucho —dije lo primero que se me vino a
la cabeza.
Se alejó de mi mentón y clavó su mirada en la mía,
como si estuviera tratando de leer lo que pienso.
—Bésame —me ordenó.
Bajé mi rostro hacia ella y capturé sus labios.
Pero esta vez su beso no es apasionado… es un beso suave, lento… dulce.
Confundió aun más mis pensamientos y me hizo reprocharme el estar aquí. Pero
no, no puedo arrepentirme de esto, esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo
he deseado desde que posé mis ojos en ella y al fin lo estoy teniendo.
Incapaz de esperar un poco más le abrí más las
piernas y me volví a hundir en ella. Lali arqueó la espalda arrastrándome más
profundo en su interior y gimió llenándome de más placer. Yo no puedo entender
como ella lo hace, pero con cada segundo me enloquece aun más. Me senté sobre
mis piernas y empujé más mis caderas. Y así me deslicé en ella, lentamente,
profundamente. Era un ritmo arrollador que la hizo contorsionarse ante el intenso
placer de mis íntimas caricias. Ella clavó sus ojos en mí, mientras respiraba
por la boca trabajosamente.
—Eres tan bella —murmuré, meciendo mis caderas
contra las de ella y empujándome en su interior aún más profundo y más duro. La
tomé de las caderas y la acerqué más a mí.
—Tú también —me dijo agarrándome las rodillas.
Acaricié su suave vientre y también sus piernas.
¡Oh ella me daba tanto placer! Juro que he tenido
sexo más veces de la que puedo contar, pero había algo nuevo en esto, algo
fresco y distinto a todo.
Ella agarró con fuerza las sabanas y mordió sus
labios al sentir que otro orgasmo la invadía. Yo sonreí agitadamente y me moví
más dentro de ella. Gruñí ante el sonido de su éxtasis mientras su cuerpo se
aferraba al mío. Gimiendo mi nombre se estiró y me arrastró encima de su
cuerpo.
Luego hizo la cosa más extraña de todas… acarició
con su nariz mi cuello y mi cara, dejando caer suaves y mojados besos por mi
hombro y mi mejilla. Me congelé.
—Nunca había sentido nada mejor que tú
llenándome—me confesó débil.
—Nunca había sentido nada mejor que estar dentro de
ti —me forcé a decirle.
Aunque de verdad no debí decirle eso… aunque fuera
realmente cierto.
Sus brazos me mantuvieron apretado contra ella,
mientras envolvía sus piernas alrededor de mis caderas.
La ternura de su toque y sus acciones me punzaron,
haciendo que me tensara aun más. Mis caderas seguían empujando dentro de ella,
mientras sus manos acariciaban mi piel.
Era como si realmente yo le importara, como si yo
significara algo para ella. Como si ella me… me quisiera… Apenas podía
respirar.
Por primera vez en mi vida sentía que estaba
teniendo algo más que sexo… No, no, eso no era así. Yo estaba teniendo sexo.
Sexo increíblemente genial, pero nada más que sexo.
Sexo.
Simple.
Primitivo.
Básico.
Elemental.
Cerrando los ojos, inspiré su perfume único y dejé
que me inundara. Mis labios abrasaron su piel mientras ella continuaba
acariciando mi cuello y mejilla con su nariz y empujándose a sí misma contra
mí.
La sostuve suavemente y sentí que iba a volverme
loco, cuando sus manos bajaron calientes por mi espalda hasta mi trasero, donde
me empujó más en ella.
Entonces me moví más aun, buscando eso que tanto
necesitaba.
—Ahora me toca a mí —le dije agitado.
Lali soltó una leve risa que cosquilleó en mi oído.
Su risa se transformó en un intenso gemido y sus uñas marcaron mi piel cuando
me corrí en sus brazos. Su nombre salió como plegaría de mi boca, liberando mi
pasión, liberando mi deseo.
Me dejé caer rendido y confundido sobre su pequeño
y caliente cuerpo. Mi rostro quedó encallado en su cuello. Sus manos
acariciaron de arriba a abajo mi espalda que subía y bajaba por mí, aun
agitada, respiración. Sentí como sus piernas se enredaban con las mías y subían
y bajan para acariciarme con ellas.
Acostumbrado a salirme de ellas después de
correrme, quedarme sobre Lali y abrazado a ella era algo totalmente nuevo para
mí. Nuevo y extraño.
Rápidamente levanté la cabeza para cerciorarme de
que era ella, y no alguna otra a la que yo había imaginado como Lali.
Si era ella, no era una ilusión, ni mi imaginación.
Sus ojos se clavaron fijos en los míos. Y su rostro mostraba una gran
confusión, al igual que yo…
Me incliné hacia ella y la besé despacio. Su boca
me respondió suave y dulce. Me alejé y me acosté a su lado, mirando fijamente
al techo. Mi cabeza aun daba vueltas, pensé que era por el efecto del vodka,
pero no era así.
Mi cabeza daba vueltas por el placer que ella me
había dado. La miré de costado y sentí la necesidad apabullante de abrazarla
contra mi pecho. De esconder mi rostro entre sus cabellos y respirar su aroma.
Sacudí mi cabeza y me senté en la cama. Ella
también se sentó y buscó algo en el suelo. La miré de costado. Su espalda
desnuda estaba al descubierto para mí. Quise estirar mi mano y acariciarla,
pero me guardé las ganas. Ella se colocó el camisón y se puso de pie. Caminó
hasta las escaleras.
—¿A dónde vas? —le pregunté.
—Al baño —dijo sin mirarme.
—Aquí hay un baño —dije señalando la puerta que
estaba en la habitación.
—El de abajo es más grande —dijo sin dejar de
caminar.
—Lali —la llamé. Se giró a verme y sentí un
cosquilleo en mi estomago —Debo irme.
—Si —dijo ella asintiendo —Ya es tarde… cuando
salgas, cierra bien la puerta.
No sé que fue peor para mí. ¿Qué ella me dijera eso
o qué yo de verdad no tenía ganas de irme? Ella estaba por bajar.
—Lali —la volví a llamar. Me volvió a mirar.
— ¿Si?
— ¿Te… encuentras bien? —le pregunté. Ella sonrió
levemente y bajó la mirada.
—Claro que si, ¿Por qué? —preguntó. Negó levemente
y se dispuso a bajar al fin.
Me quedé sentado en la cama, esperando no sé qué.
Hasta que reaccioné y me levanté. Me puse mis boxers, y luego mi pantalón. Mi
remera estaba tirada abajo así que debía bajar.
Cuando llegué la puerta del bañó se abrió, y ella
salió envuelta en una salida de baño y con el cabello atado en una alta cola de
caballo.
La miré fijo por unos cuantos segundos.
Me agaché a recoger mi remera, sin dejar de mirarla
me la coloqué, ella me sonrió levemente. Entonces aquello fue más fuerte que
yo, con dos grandes pasos me acerqué a ella y la tomé de la cintura para
acercarla a mí y besarla apasionadamente.
Sus pequeñas manos se posaron suaves sobre mi
pecho, y luego subieron a mi nuca. Su boca me respondió de la misma manera y
nuestras lenguas se volvieron a juntar.
Besar su boca y sentir su sabor era una de las
cosas más maravillosas que había en este mundo. Me alejé despacio y me alejé
para mirarla.
Tragué saliva y acomodé un mechón que caía por el
costado de su cara detrás de su oreja.
Volví a besarla suavemente, apoyando
apenas mis labios sobre los suyos. Me volví a alejar, solo un poco.
—Te veo luego —le susurré.
—Seguro —asintió levemente con la cabeza.
La besé por última vez y giré para caminar hasta la
puerta. Salí de allí sin mirarla, porque si lo hacía, estaba seguro de que no
iba a poder irme. Cuando salí del edificio miré a mi alrededor.
¿Qué demonios fue todo eso?
¿Despedirme así?
¿Desde cuándo?
Solté un largo suspiró y caminé hasta Betty. Le di
una última mirada a su edificio antes de marcharme.
Al fin había conseguido lo que quería, pero yo no
esperaba sentirme así. Así de extraño, así de confundido. Prendí mi moto y
arranqué hacia mi casa.
Todo fue tan de repente, todo pasó tan diferente a
lo que yo me imagine
Dios Lali, me diste lo que tanto quería y no sabes
cómo te lo agradezco. Pero no tenías que ser así, tú tenías que ser como las
demás, maldita sea.
Llegué y dejé a Betty en el garaje. Subí al
ascensor y bajé en mi piso. Tomé las llaves y abrí despacio, no quería
despertar a mi prima…
—¡¿Se puede saber en dónde demonios estabas?! —me
preguntó prendiendo la luz de repente.
Me giré a verla algo asustado por su repentina voz.
—Rochi, ¿Qué haces despierta? —le pregunté,
mientras me acercaba a la cocina, para tomar un poco de agua.
—Me moría de la angustia esperando a mi primo —me
dijo con una sonrisa irónica — ¿Dónde estabas?
—Te dije que no me esperaras Rochi—le dije y me
serví agua.
—Si claro, pero ¿Qué quieres que haga? Me preocupo,
eres mi primo. ¿O acaso piensas que cuando tu te vas yo me quedó de lo más
tranquila mirando alguna película como si nada?
—Ya Rochi, solo estuve por ahí.
Se acercó a mí y comenzó a olerme. La miré
extrañado.
—No, no estabas por ahí —me dijo y respiró más
profundamente —Estabas con una mujer… hueles a mujer, ¿Espera un segundo? —dijo
y se acercó más a mí —Yo conozco ese perfume…
Me alejé de ella, poniendo un metro de distancia
entre nosotros. No quería que descubriera que fui a acostarme con su mejor
amiga.
—Tonterías, no estuve con nadie —le mentí —Tal vez
sea el perfume de Susan, la camarera del bar. Echó un poco porque había mucho
olor a hombre, ¿entiendes?
Se alejó de mí frunciendo el ceño con asco
Sacudió la cabeza y caminó hasta el pasillo.
—Bueno, por lo menos ve a ducharte —me dijo.
—Si mamá —dije con burla. Me miró con los ojos
entrecerrados.
—Tonto —dijo y se fue.
Suspiré aliviado y me senté pesadamente en el
sillón. Olí mi remera y de verdad olía a mujer… olía a Lali, tan adictivo como
ella, tan embriagante como aquel vodka que nos llevó a terminar en aquella
excitante situación.
Me puse de pie y entré al baño para ducharme, no
quería sacarme el olor a ella pero… tenía que hacerlo, tengo que hacerlo.
Solo fue una más Lanzani, recuerda eso… una más.
Dejé que el agua cayera sobre mí aproximadamente 15
minutos, sin hacer absolutamente nada.
—Nunca había sentido nada mejor que tú llenándome…
Recordé algunas de sus palabras, sus caricias, sus
besos.
¡Maldita sea, basta! ¡Ya, ya es suficiente!
Solo fue sexo, nada significó para mí, y nada
significó para ella. Solo un agradable momento de lujuria. ¡Solo eso!
Por dios, ¿Qué pasa conmigo?
Acabo de tener sexo con la chica que quería,
debería estar completamente relajado y contento. No andar como pelmazo
recordando y esas cosas.
Salí de la ducha, me sequé, me puse mi pantalón de dormir
y me acosté en el sillón. Coloqué mis brazos detrás de mi cabeza.
¿Qué estará haciendo ahora?
¿Se habrá dormido?
¿Estará despierta?
¿Pensara en lo que pasó?
¿Estará totalmente arrepentida?
¿O estará más que contenta de haberlo hecho?
Negué con la cabeza, para alejar esas estúpidas
preguntas de mí.
¿Y si la llamo?
¿Y si la llamo para ver como esta?
¿Y si solo la llamo para escuchar su voz y luego
corto?
¿Y SI MEJOR DEJO DE COMPORTARME COMO UN IMBÉCIL?
Me di vuelta sobre el sillón y escondí mi rostro en
la almohada. Otra vez sus caricias vinieron a mi cabeza, su placer… su forma de
disfrutarlo.
Hoy había aprendido, que ella siempre tensaba su
cuerpo hasta que el último estremecimiento orgásmico se apaciguaba, y luego
soltaba besos sobre mi piel. Era una sensación dulce y tonta que no tenía
comparación.
¿Lo recordará después?
Si, no puede no recordarlo. Nuestra borrachera se
fue en nuestro primer asalto. Quemamos más toxinas de las que realmente
teníamos.
Al final, creo que fue peor el remedio, que le enfermedad.
no entendi el principio de un tema se paso a otro
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ResponderEliminarcreo que al comienzo te falta una parte!!! mas mas
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ResponderEliminarotro cap xfa
ResponderEliminarmas novela por favor
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ResponderEliminarotroooooo
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