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domingo, 6 de octubre de 2013

CAPITULOS 78 Y 79

Holaaa!! Bueno hoy subo 2 capitulos ya que estos dias no he podido. Se acerca el final de la nove :( Solo queda el epilogo que lo subire mañana. Ya tengo otra novela en marcha pero bueno de eso ya hablaremos :) Gracias por leer y dejar muuuchos comentarios por favor!! Mañana mas y mejor!! Besos

—Apaga tu celular.


  Sin dejar de mirarla tomé el teléfono de mi bolsillo y lo apagué para luego arrojarlo, creo que, sobre el sillón. Me incliné hacia ella y tomé sus labios con cuidado. Para luego comenzar a caminar a ciegas para buscar un lugar cómodo. Ustedes ya saben.



  Me desperté y me senté en la cama algo agitado. Miré hacia mi izquierda y Lali dormía tranquilamente allí. Solté un suspiro y me volví a acostar. Había tenido una pesadilla, solo eso. Ella está bien, ella está a mi lado.

— ¿Qué sucede? —su dulce voz rozó mi oído. Giré mi cabeza para mirarla y ella tenía sus ojos bien abiertos.

—Nada, solo tuve una pesadilla —le dije y me acomodé bien de costado para acariciar su rostro.

  Ella se acercó más a mí y escondió su cara en mi cuello. Sus brazos se metieron debajo de los míos y sus manos acariciaron mi espalda.

—Solo fue una pesadilla —susurró.

—Lo sé —dije mientras cerraba los ojos y disfrutaba de su cercanía — ¿Me das un beso?

—Primero necesito ir al baño —dijo mientras se alejaba.

—No, no… primero un besito —hice un puchero.

—Bien —dijo en un suspiro y se acercó a mi boca. Coloqué mi mano en su nuca y la acerqué más a mí.

— ¿Me amas? —le pregunté cuando la solté.

—Mmm… no lo sé —dijo ella mientras se ponía de pie. Sonrió y me volvió a besar —Claro que te amo, ¿Por qué lo preguntas?

—Solo quería volver a saberlo —le dije.

—Tontín —dijo divertida y entró al baño.

  Aquel sueño había sido tan real. Lali era alejada de mí y nunca más volvía a verla. Mi vida se volvía miserable y sin sentido. Había sido tan fea la sensación del vacío y el dolor. Me volví a acostar sobre la almohada y me tapé bien con las sábanas. Hacía un poco de frío.

Lali salió del baño y volvió a acostarse a mi lado.

— ¿Qué hora es? —le pregunté.

—Temprano, muy temprano —musitó mientras se acurrucaba entre mis brazos y volvía a cerrar los ojos.

— ¿Qué tan temprano?

—Son las 5 de la mañana, amor.

— ¿Enserio? —pregunté.

—Si —dijo ella y besó mi pecho —Aun tenemos 4 horas más para dormir. Así que deja de hablar y cierra tus lindos ojos.

  La abracé contra mi pecho y cerré mis ojos. Aun la maldita sensación me seguía molestando. Pero decidí ignorarla. Eso solo una sensación, nada significa.

  Las cuatro horas que faltaban para levantarnos pasaron volando y Lali fue la primera en levantarse y bañarse. Se puso el uniforme de la Universidad y luego se tiró encima de mí para despertarme mientras sus manos intentaban hacerme cosquilla.

—No vas a lograrlo, no las tengo —le dije sin abrir los ojos.

—Bueno, no tendrás cosquillas pero si te dan calor los besos —dijo ella y se metió debajo de las sábanas para comenzar a besar mi pecho y bajar hasta mi estomago.

—Lali… no —le dije.

— ¿Viste? Yo sabía —susurró y su aliento quemó mis abdominales.

—No hagas eso. Espera… porque… ¡Lali! —dije elevando mi voz y sacando las sábanas de encima de ella.

  Ella estaba sentada a horcajadas sobre mí con aquella linda pollera que estaba obligada a usar para asistir al campus. Sonreí al recordar que así mismo la quería yo cuando estaba encima de Betty. Ella mordió su labio inferior y me miró con ganas.

— ¿Por qué no me haces caso y te levantas? —me preguntó.

— ¿Por qué estas sentada encima mío con esa ropa? ¿Acaso piensas que así voy a 
levantarme y querer salir de esta cama? —le pregunté.

  Podría decirse que ella casi gateó sobre mí hasta llegar a mi rostro. Sus labios rozaron los míos. Su aroma a ropa lavaba y perfume simplemente me excitó.

—Vamos a llegar tarde mi amor… tienes que levantarte, ahora —dijo.

— ¿Tú estás jugando conmigo? —dije y sin darle tiempo a nada giré sobre la cama y la atrapé debajo de mí. Ella rió divertida.

—Esto no es justo—se quejó ella mientras calmaba su risa.

—Y ¿Por qué no?

—Porque yo era la que te estaba controlando… así no vale, Peter.

— ¿Tú controlar? Estas equivocada, amor.

— ¿Estás seguro? —dijo sin dejar de mirarme fijo a los ojos.

Entonces entendí aquello, si ella dice que no… a veces realmente es no.

Me bajé de ella y me acosté a su lado.

—Está bien, tú ganas —le dije.

  Rió por lo bajo y volvió a subirse sobre mí. Bajó su rostro y me besó tiernamente. Intenté acariciar su rostro mientras la besaba. Pero ella tomó mis manos y las dejó sobre la cama. Se alejó despacio dejándome totalmente idiotizado.

—Ahora sí, nos vamos —dijo y se bajó de la cama.

  Soltando un gruñido me puse de pie y entré a bañarme. Lo hice rápido pues al ver la hora, solo teníamos media hora antes de que comenzara la Universidad. Salí y me cambié. Bajé las escaleras del cuarto de Lali y me acerqué a la cocina para comer un poco de cereales.

— ¿Vamos? —le pregunté.

—Vamos, amorcito —dijo ella con una leve sonrisa.

  Salimos de su casa y otra vez en su auto nos dirigimos hacia otro maldito día de clases. Más rápido de lo que esperé llegamos y allí estaban nuestros amigos.

—Hola —dijo contenta Lali.

—Hasta que al fin aparecen —dijo Rochi.

—Lo siento, se nos hizo tarde —le dije a mi prima mientras besaba su cabeza. Saludé a Euge y luego les di la mano a Gas y Nico.

— ¿Entramos? —dijo Nico.

—Sí, antes de que lleguemos tarde en serio —dijo Gas.

Caminamos hacia la entrada. Y Lali se detuvo. Nos giramos a verla.

— ¿Qué pasó? —le pregunté.

—Me olvidé de unos cuadernos en el auto, voy a buscarlos —dijo.

—Te acompaño —dije y caminé hacia ella.

—No, amor. No es necesario. Vayan yendo que ya los alcanzo —se acercó a mí y me dio un leve beso antes de correr hacia la salida.

Volví hacia donde estaban los chicos.

— ¿Larga noche, Lanzani? —me preguntó Gastón.

—No le preguntes esas cosas, Gastón Dalmau —lo retó Rochi.

— ¿Qué tiene? —Dijo él confundido —Es mi amigo, toda la vida le pregunte sobre sus aventuras de cama.

— ¡Eres un asqueroso! —dijo realmente ofendida y comenzó a caminar más rápido.

  Gastón comenzó a seguirla mientras le decía que no podía enojarse por ello. Reí por lo bajo al igual que Euge y Nico.

—Se pelean siempre, pero a los dos segundos están como si nada hubiese pasado —dijo el pelado divertido.

  Mi celular comenzó a sonar. Detuve mi paso y lo busqué en mi mochila. Miré la pantalla y el número que aparecía era desconocido.

—Vamos Lanzani, estamos por llegar tarde —dijo Nico.

—Vayan yendo —les dije y me alejé un poco para contestar — ¿Hola?

—Lo intente, juro que lo intente —su voz paralizó mi cuerpo —Pero no lo comprendiste y no me hiciste caso.

— ¿Qué es lo que realmente quieres, maldita sea?—pregunté nervioso.

—Yo quise hacer las cosas por las buenas y tú me obligaste a hacerlas por las malas. Tú no la puedes dejar bueno, yo voy a ayudarte a hacerlo.

— ¿De qué estás hablando? —dije sin entender.

— ¿Dónde está Lali ahora, Peter? —me preguntó.

  Mi corazón se detuvo en ese mismo momento. Solté el teléfono y comencé a correr lo más rápido que pude hacia la salida. La luz de afuera se veía lejana y yo sentía que mis piernas jamás iban a llegar hasta allí. Salí casi volando hacia el exterior y miré hacia donde estaba el estacionamiento. Lali salía del auto.

— ¡Lali! —le grité. Ella levantó la vista y me sonrió. Y entonces un auto negro salió de la nada y se detuvo a su lado. Unos hombres salieron de allí y colocaron sobre su nariz un pañuelo — ¡NO!

Corrí hacia ellos pero fue demasiado tarde. Se la llevaron.




  Asentí mientras él decía el lugar. Yo sé perfectamente en donde queda. Cuando era niño me escondía de mi padre en aquel galpón que estaba detrás de la casa.

—Sí, se donde queda —dije y todos me miraron.

—Bien, enseguida mando unas patrullas —dijo él.

—No, yo voy —dije y corrí para salir del lugar.

— ¡No, espera! —gritó él.

  Salí y encontré el auto de mi madre. Me subí rápidamente a él y comencé a manejar. Tenía que llegar a ese lugar antes de que fuera demasiado tarde. Giré mi cabeza hacia atrás para ver como todos comenzaban a seguirme en sus autos. Unas cuantas patrullas de policía también iban detrás de mí. Aceleré y me pasé varios semáforos en rojo. Pero nada de eso me importaba ya. Solo necesito llegar a ese lugar y sacarla de allí.

  Me bajé corriendo del auto mientras todos los demás se detenían detrás de mí. Uno de los policías me agarró del brazo.

—No, es mejor que no entres —me dijo. Lo miré.

—Voy a entrar —aseguré y me solté de él.

— ¡No, Peter! —escuché la voz de mi madre.

  Me giré a verla y vi su angustia. Negué con la cabeza y volví a correr para dirigirme a la entrada de aquel viejo galpón.

  Llegué y con cuidado abrí la puerta de chapa. Todo se veía oscuro y silencioso. Entré del todo y comencé a caminar por allí.

  Todo estaba lleno de cajas y latas de pintura. Había ratas y bichos. Seguí caminando hasta que escuché su voz a lo lejos. Me acerqué más hacia el lugar.

—Pronto todo terminara, Lali —le dijo él.

  Me asomé y allí estaba. Parado frente a ella mientras sostenía un arma con la que jugaba sin prestarle atención. Ella estaba sentada y atada a una silla. Un pañuelo sobre su boca le impedía hablar pero su rostro estaba empapado en lágrimas.

—Todo es una lástima, ¿sabes? —se detuvo frente a ella y la apuntó con el arma, justo en la cabeza. Lali cerró los ojos con fuerza —Todo hubiese sido distinto si solo Peter me hubiese escuchado. Pero no lo hizo. Está como idiotizado por ti y yo no puedo permitir eso. No puedo permitirlo —la miró y sonrió —Abre los ojos querida, quiero que veas —ella abrió los ojos y le sostuvo la mirada — ¿Hay algo que quieras decir antes de morir?

Mi corazón se detuvo y la respiración abandonó mi cuerpo.

Ella asintió levemente y entonces él sonrió y le quitó el trapo de la boca.

—Yo… yo amo a Peter —le dijo temblorosa.

  Tuve ganas de entrar allí corriendo, pero si lo hago él puede hacerle daño. Tengo que encontrar la forma.

—Todas dicen lo mismo —aseguró él.

—No, no estoy mintiendo. De verdad lo amo.

— ¿Y si lo amas por qué no lo dejaste? Tuviste que haberlo dejado si lo amabas. Pero no, decidiste no hacerlo. Entonces no lo amas, querida.

— ¿Por qué hace esto? —le preguntó ella.

—Ya se te acabó el tiempo para las preguntas —le dijo y le quitó el seguro al arma. La colocó bien sobre su cabeza. Ella volvió a cerrar los ojos.

— ¡No! —dije y me hice ver. Él se giró a verme.

—Peter —dijo ella temblorosa.

—Todo va a estar bien, mi amor. Voy a sacarte de aquí, lo prometo —le dije sin dejar de mirarla. Ella asintió y soltó unas cuantas lágrimas.

—Vaya —dijo mi padre y se alejó de Lali. Comenzó caminar en círculos —Viniste hijo, viniste a ver la muerte de tu novia.

—Suéltala Mariano, se terminó. Estás perdido —le dije.

—Si entendieras las cosas hijo, sabrías porque hago lo que hago.

—Solo quiero que la sueltes —dije y me acerqué un poco más a él, que retrocedió levemente y apuntó de nuevo a Lali —Mátame a mi padre.

—No —dijo Lali.

— ¿Morirías por ella? —me preguntó. La miré y ella negó con la cabeza sin dejar de llorar.

  ¿Cómo no voy a morir por ella? ¿Cómo no voy a morir por su sonrisa? ¿Cómo no voy a morir por esa paz que me causa? ¿Cómo no voy a morir por el amor que despertó en mí? ¿Cómo podría seguir sin ella? Nada tendría sentido… ni siquiera seguir viviendo.

—Claro que si —dije sin dejar de mirarla.

—Pero yo no quiero que lo hagas —me dijo él. Volví a mirarlo —Creo que aun no has entendido nada, hijo.

—Si lo entiendo, estás loco —le dije —Toda tu vida me odiaste y jamás pudiste verme feliz. 
Porque estás loco.

Él negó y se acercó a Lali para apoyar el arma al costado de su cabeza.

—Puede ser que tengas razón al decir que te odié. Y si, lo hice. Te odie más que a nada en este mundo —admitió mientras seguía sosteniendo el arma cerca de Lali —Pero después te tomé cariño, a mi manera claro.

—Eres un psicópata —dije entre nervioso y divertido.

—Yo no quiero que tú termines igual que yo —dijo y me miró. Un nudo se formó en mi garganta. —Por eso lo mejor va a ser que ella muera.

—No, no —dije negando con la cabeza —Yo la necesito, mucho.

—Por eso mismo, hijo. Es mejor sacártela ahora que luego. Ella se volverá una obsesión para ti. Peligrosa y que te hará odiar hasta a tus propios hijos… como pasó conmigo —lo miré y negué con la cabeza —Te volverá loco y no podrás vivir en paz nunca. Y a pesar de que si te odié, eres mi hijo y por eso no quiero que pases por lo mismo.

—Pero yo soy yo, Mariano. Yo amo a Lali y la necesito… no solo porque es mi obsesión. Es la persona que me complementa. No podría vivir sin ella.

— ¿Y que pasara el día en que se canse de ti?—preguntó —¿Qué harás?

—Lo entenderé, si ella ya no es feliz conmigo voy a entenderlo.

—No hijo, no entiendes. No podrás dejarla y te volverás loco. Te lo aseguro.

Volvió a quitarle el seguro al arma y lo acercó más a Lali.

— ¡No, Mariano!—escuchamos su voz.

Me giré a verla y allí estaba ella. Mi padre se alejó de Lali y la miró bien.

—Claudia—susurró mientras sus ojos se iluminaban y una sonrisa aparecía en él.

—No puedes hacerle eso a esa joven, Mariano Y mucho menos a tu hijo —le dijo ella mientras se acercaba más a él.

—No, mamá —dije en intenté acercarme a ella pero con un gesto de mano me detuvo.

—Si alguien tiene que morir aquí, esa soy yo —dijo. Negué con la cabeza —Suelta a Lali y déjala con Peter. Esto es entre tú y yo.

  Sin dejar de mirarla mi padre se acercó a Lali y comenzó a desatarla. Lali se soltó y al instante su puso de pie y corrió hacia mí. La abracé con fuerza a mi pecho cuando comenzó a llorar compulsivamente.

—Ya mi amor, ya —le susurré al oído.

—Tuve tanto miedo, Peter. Pensé que jamás volvería a verte —dijo sin apartarse de mí.

—Todo terminó, estoy aquí —besé su frente y luego busqué sus labios e hice lo mismo.

  Volví a abrazarla con fuerza. Levanté la vista y miré a mis padres. Ahí parados uno frente al otro. Mi madre sonrió levemente.

—Ya no más Mariano, se terminó —le dijo ella.

— ¿Por qué me hiciste lo que me hiciste, Claudia? Si yo te amaba —le dijo él.

—Yo también te amaba, Mariano. Pero no supiste manejar el amor. Lo volviste una enfermedad. Despreciaste a nuestro hijo y mira como estas ahora.

—Por eso tú vas a morir —dijo él.

—Vamos Mariano, termina con la obsesión que te trajo hasta aquí —le dijo ella.

— ¡NO! —grité y abracé más fuerte a Lali para que no viera nada de lo que estaba pasando.

  Ella escondió su rostro en mi pecho. Cerré los ojos y entonces aquel sonido entró con fuerza por mis oídos. No los abrí por unos cuantos segundos.

  Todo se detuvo a nuestro alrededor. Lali seguía escondida en mi pecho y los segundos se hicieron interminables.

  Lentamente abrí mis ojos y la vi allí parada con la mirada perdida en un punto. Miré a sus pies y allí estaba él con el arma en la mano y una bala en la cabeza. Se mató, él mismo se mató.

  Los policías comenzaron a entrar y agarraron a mi madre para alejarla de Mariano. Ben entró corriendo al lugar y tomó a mi madre para abrazarla con fuerza. Ya todo al fin había terminado.

—Vamos, vamos afuera por favor —dijo uno de los policías y se acercó a nosotros.

  Sin soltar a Lali comencé a caminar hacia la salida. Cuando salimos Lali se soltó de mí para correr hacia los brazos de sus padres.

  Ellos la abrazaron con fuerza y Gimena rompió en llanto. Giré hacia mi derecha y mi madre estaba entre los brazos de Ben. Ella me miró y se alejó con cuidado de su marido. A paso lento se acercó a mí. Con una de sus manos acarició mi mejilla.

—Todo termino, Peter —me dijo con voz temblorosa.

—Lo sé —musité.

—Y tú no tienes la culpa —siguió acariciando mi mejilla.

—Eso también lo sé.

  Ella sonrió con los ojos llenos de lágrimas y me acercó para abrazarme con fuerza. La apreté un poco más y me sentí realmente protegido.

  Me alejé de mi madre y giré para encontrarme con Lali frente a mí. Sonreí levemente y ella copió mi acción.

—Ven aquí —susurré y ella corrió hacia mis brazos. Volvió a esconder su rostro en mi pecho y acaricié su espalda dulcemente —Casi muero cuando vi que te llevaban.

Mis labios rozaron su frente. La sentí temblar levemente.

—Gracias, mi amor —susurró.

  Levantó la vista de mi pecho y me miró. También la miré. Levanté mi mano y acaricié su rostro.

—Ya no más obsesión Lali, ya no más —dije y la besé suavemente en los labios sabiendo que ahora todo estaría bien.


7 comentarios:

  1. Waaaaaaaaa
    me llore todo
    Quiero el epilogo
    bess mariaaaaaa!
    @sofi_blog

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  2. me encanto!! me encantan este tipo de novelas qe no son un culebron! son un poco mas reales :) sigue asi te la rifas!!

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    1. Gracias!! Opino igual q tu, por eso subi esta novela :) Es bastante real y no es un culebron!! Besos

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  3. dime es mormal que llore, no se porque pero termine llorando quiero ya el epilogo y ver la otra nove que vas a subir!!!
    @ROCHI16TA

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  4. Llore, mucho. QUIERO YA ESE EPILOGO!!!!
    Casi muero
    @Surisasalva

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