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sábado, 28 de septiembre de 2013

CAPITULO 71

Holaaa!!!Gracias Rochi e Ickzzy por vuestros comentarios, me encantaron!! Sofi me alegro de volver a leerte hacia tiempo que no comentabas nada :):) Y Pipu me ha hecho mucha gracia tu comentario pero tengo q aclarar q esta novela NO la he escrito yo, es una adaptacion. Ya me gustaria a mi escribir asi... jajaj. Bueno q me lio, simplemente gracias por los comentarios!!! Mañana mas y (mucho) mejor. Besos.

—¿Qué haces tú aquí?

—¿Qué haces tú aquí?


  Nos alejamos y los miramos uno frente al otro con la mesa de por medio. Y el momento del encuentro ya llegó. Que dios nos ayude.


  Ambos echaban chispas por los ojos… y juro por dios que podía ver con perfecta claridad como cada uno comenzaba a preparar sus armas para en cualquier momento lanzar el primer tiro. Ambos miraron a Lali. Ella se tensó.

—Yo… —intentó hablar ella.

—¿Qué hace él aquí? —le preguntó Gimena.

—No no no, la pregunta es ¿Qué hace ella aquí? —le habló Nico.

—Mi hija me invitó a almorzar —le respondió Gimena con un notorio tono de orgullo.

—Pues te cuento que a mí también —le aseguró él.

—Ella me llamó primero a mí —le dijo. Nico  soltó una leve carcajada.

—Que infantil eres, por dios. ¿Cuándo será el día en que dejes de comportarte como una niña?

—El día en que tú dejes de ser un idiota…

—Loca, siempre estuviste loca. No sé cómo diablos tuve cabeza para casarme contigo.

—Simplemente porque fui la única estúpida que te dio la hora en tu vida.

—No pienso almorzar con esta mujer —sentenció Nico.

—Y tampoco con este tipejo —dijo Gimena.

—Bien que todavía usas mi apellido…

—Solo lo hago para saber lo ridícula que me veo con él…

—Eso no es cierto, mentirosa.

—Sí que es cierto, embustero, mal marido, mal padre, mal…

— ¡Ya basta! —Lali elevó su voz, haciendo que todos en el restaurante se giraran a verla. Nico  y Gimena la miraron bien — ¡Los dos se sientan y almuerzan conmigo y con Peter como personas civilizadas!

Sin decir nada se sentaron en sus respectivas sillas. Nadie dijo nada…

El mozo llegó con el champaña, sirvió un poco para cada uno. Y se fue.

—Y ahora cada uno va a agarrar la carta y va a pedir lo que le gusta —dijo mi novia.

  Como dos robots tomaron la carta y comenzaron a leer. Miré a Lali y ella sonrió con orgullo de sí misma.

—Te amo —le dije sin voz. Su mirada tierna me cautivó aun más.

—Yo también —leí sus labios —Bueno —le habló a sus padres. Gimena y Nico  la miraron —Los reuní aquí con el fin de tener un almuerzo con mis padres y presentarles oficialmente a Peter como mi pareja.

—Y me alegro mucho de ello —dijo mi suegra sin dejar de sonreír.

  Su sonrisa se esfumó cuando miró a Nico. ¿Por qué se odian tanto por dios? Háganme acordar que debo preguntarle eso a Lali luego.

—Yo también estoy contento por ustedes —dijo Nico  y sacó su mirada de Gimena —En especial porque estoy haciendo negocios con tu padre, Peter.

Me tensé al escuchar aquello. Miré a Lali y ella negó levemente con la cabeza.

—Que bueno —dije por lo bajo.

—¿Y… hace cuanto tiempo que están saliendo?—preguntó Gimena mientras tomaba un sorbo de champaña. Nico  también comenzó a tomar.

—Ayer formalizamos. Pero venimos dando vueltas hace bastante —le dije.

—Siempre supe que ustedes tendrían algo —dijo Gime contenta —Desde el día en que llegaron juntos a mi oficina.

—¿Recuerdas ese día? —le pregunté divertido a Lali.

—Como si pudiera olvidarlo —dijo ella.

  Todos reímos. Y sentí como aquella tensión de hace unos momentos comenzaba a disminuir. 

Nico  miró a Gimena y esta le sostuvo la mirada.

—¿Y… como marcha todo en la oficina? —le preguntó.

  Ella se sorprendió un poco de que le preguntara aquello. Pudimos notarlo cuando sus cejas se elevaron un poco.

—Bien… todo marcha sobre ruedas. Esta semana han venido dos nuevas marcas —le respondió ella.

  Lali me miró y sonrió contenta. Aquello era un muy buen paso. Solo necesitaban algunos empujones más. Y la comunicación tal vez podría retomarse.

—El trabajo de la señora Esposito es excelente —le comenté a Nico. Él me miró y sonrió por lo bajo.

—Lo sé, siempre fue muy profesional en su trabajo—me comentó.

  Lali se acercó a Gimena y ambas comenzaron a revisar la carta del menú. Llené mi vaso de espumosa champaña y le serví otro poco a Nico.

—Lali… creo, que es muy parecida a su madre —le dije.

—Oh no, para nada —aseguró él —Son como el agua y el aceite. Gimena es una mujer demasiado quisquillosa y siempre encuentra algo para echarte en cara…

—Créame que su hija también es muy buena para echar cosas en cara —dije divertido. Él rió.

—Sí, pero Lali tiene un carácter que Gimena no puede controlar. Y debo decir que yo tampoco. Ellas son diferentes por eso chocan tanto a veces, pero a la vez pueden estar unidas como mejores amigas —dijo sin dejar de mirarlas.

—¿La extraña? —le pregunté. Él me miró. Una sonrisa llena de recuerdos se curvó en su rostro.

—Un poco —susurró.

—¿Y por qué no lo intenta? —dije. Él me miró más fijo aun. Quizás ya me estoy tomando demasiadas atribuciones.

—Imposible —dijo divertido y tomó más de su vaso.

—Quien le dice señor Esposito, todo puede pasar —le aseguré.

  El palmeó mi hombro y ambos reímos. Ellas fijaron sus miradas en nosotros y sentí un escalofrío que recorrió mi espalda.

—¿Podemos pedir ya? —preguntó Lali.

—Claro que si —dije y me alejé de Nico  para acercarme un poco más a ella. Lali también se acercó más hacia mi lado.

—¿Qué estas haciendo? —me preguntó por lo bajo.

—Solo hablo con tu padre, no estoy haciendo nada malo —le dije.

Ella respiró profundamente y luego sonrió.

—Esto no es tan malo como pensé —dijo. Con discreción, aprovechando que Nico  leía la carta y que Gimena estaba llamando al mazo, me acerqué a ella y le robe un pequeño beso.

—Yo te lo dije. Todo iba a salir bien.

  El mozo se acercó y los cuatro ordenamos algo distinto. Luego de unos cuantos minutos en los que mantuvimos una fluida conversación nuestro almuerzo llegó y comenzamos a comer.

  El champaña se acabó y Gimena encargó otra. Lali me miró algo confundida. Hice un gesto de ‘no saber’ con los hombros. Ellos comenzaron a tomar mientras hablaban como si fueran los mejores amigos del mundo. La botella se terminó y Lali y yo solo habíamos tomado una. Calculen un poco, eso no estaba bien. Nico  pidió otra botella.

—Y luego, cuando tenía 5 años obligó a su padre a tirarse en el suelo y llorar como un niño para darle de vuelta su billetera—contó Gimena sin dejar de reír. Ella y Nico  estaban bastante alegres.

—Siempre fue mi pequeño demonio —aseguró él calmando su risa.

  Lali los miró confundida. Ellos se estaban comportando de una manera muy extraña según ella. Pero creo que es muy normal…ellos aun se aman.

—¿Pueden dejar de tomar? Me parece que ya se pasaron de copas —les dijo ella. Ambos la miraron y volvieron a reír.

—Oh, mi Gimena ¿no te parece que papi y mami están un poco grandes como para que les digas sin deben tomar o no? —le preguntó Gimena.

—Bueno, bueno —dijo Lali restándole importancia—¿Quieren postre? —les preguntó.

Ellos dos se miraron fijo por unos cuantos segundos.

—Frutillas con crema —dijeron al unísono y volvieron a reír.

  Apreté mis labios para no reír también. Esto ya se estaba poniendo realmente muy divertido. 
Lali me miró y ella si rió. Le hice un gesto con la cabeza que apuntaba hacia la puerta. Ella asintió levemente y tomó su cartera.

—Mmmmm… ¿saben que? Peter y yo debemos irnos —dijo mientras se ponía de pie.

—Está bien, vayan —dijo Nico  sin dejar de mirar a Gimena.

—Luego me llamas, hija —le dijo Gimena sin dejar de mirar a Nico.

—Adiós —les dijimos a ambos y salimos de allí.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó ella.

—No lo sé —dije divertido.

—Por dios, es una locura. Se estaban mirando con cara de idiotas —aseguró. Reí divertido.

—Te dije que iba a ser un buen Cupido…

—No, no creo que ellos… —dejó de hablar y me miró—¡Que horror!


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