—¿Qué haces tú aquí?
—¿Qué haces tú aquí?
Nos alejamos y los miramos uno frente al otro
con la mesa de por medio. Y el momento del encuentro ya llegó. Que dios nos
ayude.
Ambos echaban chispas por los ojos… y juro
por dios que podía ver con perfecta claridad como cada uno comenzaba a preparar
sus armas para en cualquier momento lanzar el primer tiro. Ambos miraron a
Lali. Ella se tensó.
—Yo… —intentó hablar ella.
—¿Qué hace él aquí? —le preguntó Gimena.
—No no no, la pregunta es ¿Qué hace ella aquí?
—le habló Nico.
—Mi hija me invitó a almorzar —le respondió
Gimena con un notorio tono de orgullo.
—Pues te cuento que a mí también —le aseguró
él.
—Ella me llamó primero a mí —le dijo. Nico soltó una leve carcajada.
—Que infantil eres, por dios. ¿Cuándo será el
día en que dejes de comportarte como una niña?
—El día en que tú dejes de ser un idiota…
—Loca, siempre estuviste loca. No sé cómo
diablos tuve cabeza para casarme contigo.
—Simplemente porque fui la única estúpida que
te dio la hora en tu vida.
—No pienso almorzar con esta mujer —sentenció
Nico.
—Y tampoco con este tipejo —dijo Gimena.
—Bien que todavía usas mi apellido…
—Solo lo hago para saber lo ridícula que me
veo con él…
—Eso no es cierto, mentirosa.
—Sí que es cierto, embustero, mal marido, mal
padre, mal…
— ¡Ya basta! —Lali elevó su voz, haciendo que
todos en el restaurante se giraran a verla. Nico y Gimena la miraron bien — ¡Los dos se sientan
y almuerzan conmigo y con Peter como personas civilizadas!
Sin decir nada se sentaron en sus respectivas
sillas. Nadie dijo nada…
El mozo llegó con el champaña, sirvió un poco
para cada uno. Y se fue.
—Y ahora cada uno va a agarrar la carta y va
a pedir lo que le gusta —dijo mi novia.
Como dos robots tomaron la carta y comenzaron
a leer. Miré a Lali y ella sonrió con orgullo de sí misma.
—Te amo —le dije sin voz. Su mirada tierna me
cautivó aun más.
—Yo también —leí sus labios —Bueno —le habló
a sus padres. Gimena y Nico la miraron
—Los reuní aquí con el fin de tener un almuerzo con mis padres y presentarles
oficialmente a Peter como mi pareja.
—Y me alegro mucho de ello —dijo mi suegra
sin dejar de sonreír.
Su sonrisa se esfumó cuando miró a Nico. ¿Por
qué se odian tanto por dios? Háganme acordar que debo preguntarle eso a Lali
luego.
—Yo también estoy contento por ustedes —dijo Nico
y sacó su mirada de Gimena —En especial
porque estoy haciendo negocios con tu padre, Peter.
Me tensé al escuchar aquello. Miré a Lali y
ella negó levemente con la cabeza.
—Que bueno —dije por lo bajo.
—¿Y… hace cuanto tiempo que están
saliendo?—preguntó Gimena mientras tomaba un sorbo de champaña. Nico también comenzó a tomar.
—Ayer formalizamos. Pero venimos dando
vueltas hace bastante —le dije.
—Siempre supe que ustedes tendrían algo —dijo
Gime contenta —Desde el día en que llegaron juntos a mi oficina.
—¿Recuerdas ese día? —le pregunté divertido a
Lali.
—Como si pudiera olvidarlo —dijo ella.
Todos reímos. Y sentí como aquella tensión de
hace unos momentos comenzaba a disminuir.
Nico miró a Gimena y esta le sostuvo la mirada.
—¿Y… como marcha todo en la oficina? —le
preguntó.
Ella se sorprendió un poco de que le
preguntara aquello. Pudimos notarlo cuando sus cejas se elevaron un poco.
—Bien… todo marcha sobre ruedas. Esta semana
han venido dos nuevas marcas —le respondió ella.
Lali me miró y sonrió contenta. Aquello era
un muy buen paso. Solo necesitaban algunos empujones más. Y la comunicación tal
vez podría retomarse.
—El trabajo de la señora Esposito es
excelente —le comenté a Nico. Él me miró y sonrió por lo bajo.
—Lo sé, siempre fue muy profesional en su
trabajo—me comentó.
Lali se acercó a Gimena y ambas comenzaron a
revisar la carta del menú. Llené mi vaso de espumosa champaña y le serví otro
poco a Nico.
—Lali… creo, que es muy parecida a su madre
—le dije.
—Oh no, para nada —aseguró él —Son como el
agua y el aceite. Gimena es una mujer demasiado quisquillosa y siempre
encuentra algo para echarte en cara…
—Créame que su hija también es muy buena para
echar cosas en cara —dije divertido. Él rió.
—Sí, pero Lali tiene un carácter que Gimena
no puede controlar. Y debo decir que yo tampoco. Ellas son diferentes por eso
chocan tanto a veces, pero a la vez pueden estar unidas como mejores amigas
—dijo sin dejar de mirarlas.
—¿La extraña? —le pregunté. Él me miró. Una
sonrisa llena de recuerdos se curvó en su rostro.
—Un poco —susurró.
—¿Y por qué no lo intenta? —dije. Él me miró
más fijo aun. Quizás ya me estoy tomando demasiadas atribuciones.
—Imposible —dijo divertido y tomó más de su
vaso.
—Quien le dice señor Esposito, todo puede
pasar —le aseguré.
El palmeó mi hombro y ambos reímos. Ellas
fijaron sus miradas en nosotros y sentí un escalofrío que recorrió mi espalda.
—¿Podemos pedir ya? —preguntó Lali.
—Claro que si —dije y me alejé de Nico para acercarme un poco más a ella. Lali
también se acercó más hacia mi lado.
—¿Qué estas haciendo? —me preguntó por lo
bajo.
—Solo hablo con tu padre, no estoy haciendo
nada malo —le dije.
Ella respiró profundamente y luego sonrió.
—Esto no es tan malo como pensé —dijo. Con
discreción, aprovechando que Nico leía
la carta y que Gimena estaba llamando al mazo, me acerqué a ella y le robe un
pequeño beso.
—Yo te lo dije. Todo iba a salir bien.
El mozo se acercó y los cuatro ordenamos algo
distinto. Luego de unos cuantos minutos en los que mantuvimos una fluida conversación
nuestro almuerzo llegó y comenzamos a comer.
El champaña se acabó y Gimena encargó otra.
Lali me miró algo confundida. Hice un gesto de ‘no saber’ con los hombros.
Ellos comenzaron a tomar mientras hablaban como si fueran los mejores amigos del
mundo. La botella se terminó y Lali y yo solo habíamos tomado una. Calculen un
poco, eso no estaba bien. Nico pidió
otra botella.
—Y luego, cuando tenía 5 años obligó a su
padre a tirarse en el suelo y llorar como un niño para darle de vuelta su
billetera—contó Gimena sin dejar de reír. Ella y Nico estaban bastante alegres.
—Siempre fue mi pequeño demonio —aseguró él
calmando su risa.
Lali los miró confundida. Ellos se estaban
comportando de una manera muy extraña según ella. Pero creo que es muy normal…ellos
aun se aman.
—¿Pueden dejar de tomar? Me parece que ya se
pasaron de copas —les dijo ella. Ambos la miraron y volvieron a reír.
—Oh, mi Gimena ¿no te parece que papi y mami
están un poco grandes como para que les digas sin deben tomar o no? —le preguntó
Gimena.
—Bueno, bueno —dijo Lali restándole
importancia—¿Quieren postre? —les preguntó.
Ellos dos se miraron fijo por unos cuantos
segundos.
—Frutillas con crema —dijeron al unísono y
volvieron a reír.
Apreté mis labios para no reír también. Esto
ya se estaba poniendo realmente muy divertido.
Lali me miró y ella si rió. Le
hice un gesto con la cabeza que apuntaba hacia la puerta. Ella asintió
levemente y tomó su cartera.
—Mmmmm… ¿saben que? Peter y yo debemos irnos
—dijo mientras se ponía de pie.
—Está bien, vayan —dijo Nico sin dejar de mirar a Gimena.
—Luego me llamas, hija —le dijo Gimena sin
dejar de mirar a Nico.
—Adiós —les dijimos a ambos y salimos de
allí.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó ella.
—No lo sé —dije divertido.
—Por dios, es una locura. Se estaban mirando
con cara de idiotas —aseguró. Reí divertido.
—Te dije que iba a ser un buen Cupido…
—No, no creo que ellos… —dejó de hablar y me
miró—¡Que horror!
jajajajajaaja... ahora ellos unidos contra Lali!!! si solos la volvian loca a la pobre que sera juntos!!
ResponderEliminar@ROCHI16TA
buenisimos el cap!!!!! mee encanto! mori de rissaa!!
ResponderEliminarmas nove
ResponderEliminarmas
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