— Por… otro año más juntos — dijo Gas.
Sonreímos y brindamos. Mi mirada volvió a
fijarse en Lali. Otra vez mi cara se tornó boba y una estúpida sonrisa atravesó
mi rostro.
— Y por ellas — dije sin dejar de mirarla.
Lali comenzó a reír divertida al igual que
Euge. Dejamos de hablar y nos giramos a verlas. Nico se puso de pie.
— ¿Qué sucede? — preguntó mientras se
acercaba a ellas. Gas y yo lo seguimos.
— Me parece chicos que Rochi acaba de
arruinar nuestra cena — dijo Lali sin dejar de reír. La miré divertido… se
estaba descostillando de la risa.
— ¡No es divertido! — se quejó la rubia. Euge
se restregó los ojos, mientras calmada su risa.
— No les hagas caso a estas brujas, linda —
dijo Gas y se acercó a Rochi, quien apoyó su cabeza sobre su hombro cuando él
estiró sus brazos.
— Aaaay, me dijo bruja — se quejó Lali.
Me acerqué a ella y la abracé por la espalda,
apoyando mi mentón en su hombro. Mi boca quedó cerca de su oído. Ella colocó
sus brazos sobre los míos que estaban sobre su vientre.
— Y sí, algo de eso debes ser… porque me
tienes hechizado. No puedo dejar de verte, no puedo dejar de pensar en ti, en
tus besos, en tu cuerpo — le susurré.
Sonrió levemente y mordió su labio. Giró un
poco la cabeza y me miró.
— No puedes con tu genio, ¿verdad? —preguntó.
— Te lo aseguro… apenas se vayan todos, tú no
te salvas de mí — besé su mejilla y volví mi vista a los demás, pero sin dejar
de abrazar a Lali — Entonces ¿Qué vamos a comer?
— Pidamos unas pizzas — dijo Nicolás.
— Perfecto — aseguré y me alejé de Lali para
ir en busca del número del delivery. Pero detuve mi paso al recordar aquello,
me giré a verlos a todos — No podemos.
— ¿Por qué? — dijo confundido Gastón.
— Lali, no come pizzas — dije.
Ella sonrió y se acercó a mí, para acomodar
un poco mi cabello.
— Eres un dulce de leche — aseguró.
— Y tú eres mi envase — murmuré y me incliné
para besarla cortamente.
— Pero no se preocupen por mí… pidan la
pizza, yo no tengo hambre — les dijo a los chicos.
Ellos volvieron a sus charlas y le lancé a
Gas la tarjeta con el número para que llamara. Volví mi vista a Lali. Me senté
en el sillón y le hice un gesto para que se sentara sobre mis piernas.
— Es mentira que no tienes hambre. Hace un
rato estabas que matabas por un poco de comida.
— No te preocupes, comeré un poco de fruta —
me dijo.
— No, ¿sabes qué? Vas a comer una porción de
pizza o dejo de llamarme Peter ‘el sexy’ Lanzani.
— ¿El sexy? — dijo divertida — Más bien ‘el
calentón’.
— Muy graciosa — bufé — Pero la única
calentona aquí eres tú…
— Sí, y me encanta serlo — dijo en descarado
coqueteo.
— No me seduzcas aquí… tenemos invitados,
amor mío. No querrás que haga cosas inapropiadas delante de ellos ¿o sí?
— No te atreverías — dijo entre divertida y
nerviosa.
— ¿Quieres averiguarlo? — pregunté.
— No, Peter, ni se te ocurra — se estaba por
poner de pie, pero no la dejé. Me miró fijo a los ojos.
— ¿A dónde crees que vas?
— A… a estar con las chicas.
— Con ellas puedes estar otro día, ahora
estás conmigo — le Robe un breve beso.
Ella sonrió y se acurrucó contra mi pecho. Mi
corazón latió rápido bajo su oreja, y la escuché sonreír. Se alejó de mí y me
miró a los ojos.
— La primera vez que me besaste en la clase,
¿recuerdas?
— Cómo olvidarlo, amor, luego te pusiste como
loca y eso fue lo que más me cautivó de ti.
Rió levemente y levantó su mano para acariciar
mi mejilla.
— Mi corazón latió muy rápido cuando hiciste
eso —me contó. La miré algo sorprendido.
— Entonces ¿Por qué me hiciste sufrir tanto
por ti?— le pregunté.
Ella mordió su labio inferior y levantando la
mirada encontró la mía.
— Porque yo no quería ser una más para ti,
Peter.
— Y no lo eres… definitivamente no lo eres.
— Peter, yo… te…
Sentí un presión en mi pecho ante lo que mis
oídos y, principalmente, mi corazón estaban esperando escuchar.
—¡Llegó la pizza! – gritó Gastón entrando al
departamento.
Maldije para mi mismo a Gastón ya que Lali se
puso de pie y se acercó a la mesa dejándome con la duda latiendo.
¿Qué era lo que iba a decirme?
Sacudí la cabeza y me puse de pie. Preparamos
las cosas y nos sentamos a comer.
—Ven aquí mi amor —le dije a ella. Negó
levemente con la cabeza —Que vengas aquí, ahora.
Mordiendo levemente su labio se acercó a mí.
La tomé de la cintura y la senté sobre mis rodillas. Tomé una porción de pizza
y la acerqué a su boca.
—No, Peter, no quiero comer pizza —dijo
corriendo la cara hacia el otro lado.
—Pero vas a hacerlo. ¿O prefieres que eche a
los chicos y tú y yo tengamos una seria ‘Charla’?
Me miró fijo a los ojos, tratando de saber si
sería capaz de hacerlo o si solo estaba bromeando. Soltando un leve suspiro
tomó la porción de pizza. Frunció el ceño con bastante asco y lo acercó a su
boca. Con cuidado dio el primer mordisco. Comenzó a masticar y de a poco la
cara de repulsión se fue convirtiendo en un gesto de agrado. Me miró mientras
comía y sonreí mostrándole una sonrisa de satisfacción.
—Diablos Lali, ya te está manejando. Estas
comiendo cosas que ‘supuestamente’ no tienes que comer o mejor dicho que
‘juraste’ no comer. Que mal te veo amiga —dijo Rochi.
—Es el amor Rochi —dijo Euge divertida. Lali
sonrió y volvió a comer.
—¿Esta rico? —le pregunté.
—Hace tanto que no comía esto. Ya casi me
había olvidado lo bien que sabía —dijo y volvió a morder su porción.
—¿Viste mi amor? Lo mismo va a pasar con la
carne. Es solo cuestión de volver a probarlo.
—Jamás —aseguró con la boca llena. Reí por lo
bajo– Nunca más voy a comer carne.
—No estés tan segura de eso —susurré y le
guiñé un ojo. Ella sonrió y miró al frente.
—¿Y en dónde estuvieron todo el día?
—preguntó mi prima. Salí de mi encantó, mirando a Lali, y la miré a Rochi.
—¿Qué? —le pregunté. Ella suspiró.
—¿Acaso voy a tener que repetirte las cosas
dos veces porque vas a estar atontado mirando a Lali? —dijo.
—Creo… que si —dije asintiendo. Todos reímos.
—Bueno, como te decía ¿Dónde estuvieron?
—Por ahí —dije.
Mi mirada se cruzó con la profunda mirada de
Lali, y con ese simple gesto ella entendió que yo no quería contarles, todavía,
que había encontrado a mamá.
—¿Haciendo qué? —prosiguió mi prima.
La miré y sonreí. Ella y su curiosidad algún
día van a matarme.
—¿Quieres que te lo cuente con detalles?
—dije irónico.
—Tonto —dijo por lo bajo Rochi. Lali sonrió y
volvió a agarrar otra porción de pizza.
—Paseamos un poco por la cuidad, tomamos un
helado y luego fuimos a caminar un poco por ahí —dijo como si fuera totalmente
cierto.
—Sí, seguro —dijo Gastón. Todos volvimos a
reír.
La cena transcurrió entre risas y recuerdos.
Luego de terminar las chicas se dirigieron a lavar y acomodar, mientras que los
chicos y yo volvimos a apoyar nuestros traseros en los sillones.
—Se los voy a pedir de buena manera
muchachos, llévense a sus queridas novias, amantes, o amigas con derecho y
déjenme a solas con mi morenita —les dije.
Ambos me miraron con desaprobación.
—Eres tan sucio —aseguró el pelado —¿Acaso no
te has puesto a pensar qué tal vez Lali no quiera tener relaciones hoy? No
tienes consideración. Mírala, es pequeña Peter y tú eres un oso al lado de
ella.
—Ella no se queja de ello. Y créeme que lo
disfruta y mucho —le aseguré.
—Definitivamente eres un pervertido —dijo Gas
poniéndose de pie —Vamos Nico, dejemos a este par de tórtolos con su pasión.
Reí por lo bajo y me puse de pie. Nos
acercamos a ellas.
—Euge, mi vida, nos vamos —le habló a su
novia.
—¿Ya? —reprochó ella.
—Si, Peter nos ha echado —le contó.
—¡Peter! —me retó Lali.
—¡Mentira, amor, yo nunca los eché!
—Eres el peor —aseguró mi prima —Gracias a
dios y no me quedaré aquí.
Arqueé una ceja y miré a Gastón. Al instante
la rubia adquirió un color rojo que la tiñó por completo.
—Bueno Lali nos vemos mañana, amiga —dijo
Euge y se acercó a ella para abrazarla.
—Perdona a Peter… es un tonto —le dijo y me
miró mal —Pero ya va a ver. Lo voy a castigar y donde más le duele.
—Uuuh no me gustaría estar en tus pantalones,
Lanzani—dijo Nicolás.
—Ni a mí —agregó Gastón mientras tomaba su
abrigo.
Lali se acercó a Rochi y le dijo algo en voz
baja. La rubia asintió y ambas me miraron. Sentí miedo, mucho miedo.
—Bueno, vamos —dijo Nico.
Todos nos acercamos a la puerta. Lali y yo
los despedimos y vimos como desaparecían por el pasillo. El departamento quedó
en un total silencio. Giré para mirar a Lali, pero ella ya no estaba a mi lado.
Levanté la vista y estaba terminando de acomodar las cosas en la mesada.
Con
cuidado me acerqué a ella.
—¿Qué pasa? —le pregunté.
—Eres el peor amigo del mundo —dijo sin
mirarme. Me acerqué un poco más a donde estaba y cuando estuve lo bastante
cerca estiré mi mano y tomé su mentón. Hice que me mirara.
—No, no soy un mal amigo —le dije. Ella
asintió.
—Si, si lo eres.
—Todo el tiempo estamos con ellos. ¿Acaso no
entiendes que estoy asumiendo lo que siento por ti y lo único que quiero es
estar contigo? —pregunté.
Sus ojos se clavaron penetrantes en los míos.
—¿Y qué sientes por mí? —preguntó. Sonreí de
costado.
—¿Bailamos? —le dije.
Ella frunció el ceño. Me alejé y me acerqué a
la radio. La prendí y para mi suerte una canción lenta sonaba. Estiré mi mano
hacia ella. Me miró confundida y asentí para que se acercara. Se acercó y tomó
mi mano.
La jalé hacia mí y la pegué a mi cuerpo.
Coloqué mis manos en su espalda y escondí mi rostro en su cabello, mientras
ella colocaba sus brazos alrededor de mi cuello. Respiré profundamente su dulce
aroma. Llenó mi corazón.
—Lali lo que yo siento por ti es algo tan
extraño para mí. Nunca, pero nunca lo sentí por nadie… Y me hace sentir tantas
cosas. Inclusive miedo… mucho miedo.
—¿Miedo? ¿De qué?
—De perderte, amor —musité y la apreté más a
mí.
—¿Estás seguro Peter? Tal vez… no sea tan
así, y estés confundido. Yo no sé si podré soportar que esto pase así como si
nada.
—Claro que estoy seguro Lali. Ahora que te
tengo, que eres mía… no puedo vivir sin ti. Te necesito cerca, muy cerca.
Levantó su cabeza y me miró a los ojos.
Recorrí su bello rostro, hasta posar mi mirada en sus labios. Una suave sonrisa
se curvó en ellos.
—¿Quieres besarme? —preguntó.
—Ajá —asentí.
—Pues… ¿Qué estas esperando?
Bajé mi cabeza y me topé con ellos. Mi
corazón comenzó a latir desaforado. Estoy completamente seguro que se escucha
con perfecta claridad. Me alejé apenas de su boca.
—Juro que si Rochi llega a entrar por esa
puerta es Rochi muerta—dije y atrapé su labio inferior suavemente.
—Malo —susurró y me acercó más a ella.
Dándome pequeños besos fue soltando mi boca. Apoyé mi frente sobre la de ella y
abrí los ojos. Ella aun los tenía cerrados. La música seguía sonando suave
—¿Qué pasó con Mariano?
Eso fue como un balde de agua fría, que
verdaderamente arruinó uno de los momentos más románticos de mi vida.
Lentamente me alejé de ella.
—Realmente tú eres la peor de los dos —dije y
me senté en el sillón. Ella abrió un poco la boca para hablar, pero no dijo
nada. Se sentó a mi lado y tomó mis manos con las de ella
—Lo siento amor, pero estuve toda la tarde
pensando en eso. Me preocupa.
—¿Qué cosa? —– dije.
—Que te enojes y te salgas de tu paciencia…
yo no quiero que las cosas estén mal. Sé que tu padre no es un santo. Es más,
es una basura. Pero yo creo que…
—No amor, mi padre no merece una oportunidad
—la interrumpí al entender lo que quería decirme —No la merece.
Ella se acercó más a mí y apoyó su cabeza
contra mi pecho. Levanté mi mano y con uno de mis dedos enredé uno mechón para
jugar con él. Ella suspiró.
—¿Cómo te sentiste al ver hoy a tu
madre?—preguntó. Me extrañé un poco ante su cambio de tema. Sonreí levemente.
—Feliz —contesté. Al instante recordé que
debía llamar a mamá —Demonios…
—¿Qué pasó? —dijo ella incorporándose un poco
de mí.
—Me olvidé de llamar a mi madre —le dije.
Ella negó levemente con la cabeza.
—¿Ves qué también eres un mal hijo? Debe
estar preocupada. Pero ahora ya es tarde para llamarla —asentí con la cabeza
—Mal hijo.
—Mañana, apenas me levante, voy a
llamarla—aseguré.
—Sí, ya lo creo —dijo irónica.
—Lo juro. Y también voy a hacerte el
desayuno—dije.
Lali sonrió mostrándome todos sus dientes.
—¿Puedes explicarme por qué eres tan
lindo?—preguntó.
—Es lo que siempre me pregunto cuando me miro
al espejo, amor —dije divertido.
—Tonto egocéntrico —me acusó.
—Te encanta que lo sea —con una uña marcó el
contorno de mi mandíbula —¿En que estas pensando Lali? —le pregunté.
Sentí un calor interno que me erizó la piel
por aquel simple, pero provocador toque. Se acercó más a mí y comenzó a besar
mi mejilla. Cerré los ojos y disfruté de aquello. Sus labios estaban ya
bastante cerca de los míos, pero no pude aguantarme. Corrí mi rostro en busca
de su boca. Pero ella tomó mi rostro con sus manos. Abrí los ojos.
Se incorporó un poco de donde estaba sentada
y abriendo sus piernas se sentó sobre mí.
Sentí como mi respiración se agitaba.
Es increíble saber que ella puede alterarme así con solo tocarme o mirarme.
—No tienes una idea de cómo me puedes, Peter.
No eres consciente de eso ¿verdad? —dijo y se movió levemente sobre mí. Apreté
los dientes y maldije por lo bajo. Mi entrepierna comenzó a latir, haciendo que
todo mi cuerpo se tensara.
—Te detesto —susurré. Ella sonrió
perversamente.
—¿Por qué? —preguntó en voz baja,
excitándome. Volvió a moverse. Tragué saliva.
—Porque eres una gatita mala, muy mala —le
aseguré.
—¿Soy una gatita? —preguntó divertida. Asentí
frenéticamente —Si… pero soy tuya.
—Eso es lo que más me gusta —ella ronroneó y
eso terminó con lo poco que quedaba de mi cordura —Por dios, amor, vas a
volverme loco.
Posé mis manos en sus caderas. Ella acercó
sus labios a los míos y los acarició con provocación.
—Acaríciame Peter… te necesito.
Ella sabe como enloquecerme. Ella simplemente
tiene la receta perfecta de mi maldita enfermedad. Su amor.
Tomé su boca en exigente beso. Ella gimió
levemente y su lengua bailó con la mía. Un celular comenzó a sonar, pero no le
prestamos atención. Lali se acercó más a mí y comenzó a susurrar cosas sobre
mis labios, tensándome un poco más. ¿Acaso eso es posible? Al parecer sí, es
muy posible.
—Lali —susurré su nombre.
—Hazme el amor. Vamos al cuarto. Necesito
sentirte Peter…necesito sentir tu corazón latiendo sobre el mío rápido, muy
rápido —musitó agitada.
La besé ferozmente y sin ningún problema me
puse de pie con ella encima. El maldito celular volvió a sonar. Y diablos es el
mío. Sin bajarse de mí, Lali, lo buscó en mis bolsillos. Cuando lo sacó miré la
pantalla. La miré a ella.
—Es mi padre —dije agitado. Ella lo tomó y
sin vacilar lo apagó. La miré algo sorprendido.
—Tienes razón al decir que no merece una
oportunidad. Y mucho menos le voy a dar la oportunidad de arruinar nuestro
momento. Ahora somos tú y yo, nadie más —Me dijo mirándome a los ojos. Como me
gustan sus ojos —Y ahora lleva a esta gatita a ese cuarto antes de que se le
vayan las ganas de dar arañazos.
Acarició mi nariz con la suya y volvió a
ronronear. Respiré profundamente.
—Tus deseos son órdenes para mí, gatita
hermosa.
SON pura miel!!!!! amo que esten juntos, esta tan desesperado que los bota!!!
ResponderEliminar@ROCHI16TA