—No, para nada —aseguré y me acerqué a la
puerta. Girando la manija abrí la puerta y me quedé quieto mirándolo. Él miró
sobre mi hombro a Lali. Una sonrisa se dibujó en él.
—Buen día hijo, espero no haber interrumpido
nada.
Aquella cínica sonrisa no salía de su rostro.
Sentí que la sangre me hervía ¿Qué diablos hacia él aquí?
—¿Qué quieres? —le pregunté de mala manera.
Él volvió a mirar a Lali.
—¿No me vas a invitar a pasar? —me preguntó.
Me quedé quieto en el lugar… no iba a dejarlo
pasar. Sentí unas pequeñas manos apoyarse en mi espalda. Giré mi cabeza y la
miré. Ella asintió levemente.
—Pasa —le dije a mi padre y me corrí de la
puerta. Él entró y miró a su alrededor.
—Buenos días, Lali —le dijo a ella.
—Buenos días señor Lanzani —le respondió.
—Espero no haber llegado en un mal momento.
—No, para nada —dijo Lali y sonrió de manera
falsa. Reí por lo bajo —Estábamos por desayunar ¿Quiere desayunar con nosotros?
—No gracias —dijo él y se sentó en una de las
sillas. Lali me miró y sonrió de manera dulce.
—¿Qué lo trae por aquí señor Lanzani? —le
preguntó.
—Necesito hablar unos asuntos con Peter —le
dijo de manera tajante.
—Bueno… yo ya me estaba por ir, y…
—No, tú no te vas a ningún lado —la detuve.
Ella me miró —Cualquier cosa de la que me quieras hablar puedes hacerlo delante
de Lali, padre.
Él me miró fijo, y luego miró a Lali. Ella se
veía algo sorprendida.
—Es un asunto delicado —prosiguió él.
—No interesa… yo no tengo secretos con mi
novia. Si no se entera ahora, se va a enterar después.
—¿Novia? —preguntó confundido.
—Oh, como fui tan tonto de no decirte papi
—dije irónico y me acerqué a Lali para abrazarla de costado —Te presento a tu
nuera…¿no es encantadora?
Mariano nos miró algo atónitos. Giré mi
cabeza para mirar a Lali y sus mejillas estaban totalmente enrojecidas. Levantó
la cabeza y me miró. Le guiñé un ojo y negó divertida con la cabeza.
—Así que son… novios.
—Si —dijo ella asintiendo —Espero que le
agrade la idea de tenerme en su familia. A mí me encanta que usted sea mi
suegro —noté aquel particular tono de sarcasmo.
—Claro que estoy contento… no te imaginas
cuanto pequeña —le dijo él.
Noté algo muy extraño en aquella afirmación.
La miré fijo, tratando de saber que pretendía.
—¿Y bien? ¿Qué has venido? —le pregunté de
manera cortante.
—Cariño, no seas tan descortés. ¿Por qué no
le ofreces una taza de café a tu padre? —me preguntó Lali. La miré y ella alzó
ambas cejas.
—Oh si, tienes razón amor —le dije y me
acerqué a donde estaba ella —Papi, ¿quieres café?
—Un poco estaría bien —me dijo él. Agarré una
taza y serví el café. Me acerqué al oído de Lali.
—¿Puedo escupir un poco en él? —le pregunté.
Ella soltó una leve risita y ambos miramos a
mi padre.
—Un poco no estaría mal… creo que ha
arruinado algo—susurró ella.
—Ha arruinado todo —le aseguré. Tomé la taza
y se la alcancé a mi padre —Aquí tienes…
—Gracias —susurró él.
—Bueno, ¿A qué has venido exactamente? —le
pregunté mientras me sentaba frente a él.
Lali tomó un vaso de jugo y se sentó a mi
lado, mirando fijamente a mi padre. Él la miró y luego volvió su vista a mí.
—Quiero que trabajes conmigo de nuevo —me
dijo.
—¿Para qué? —le pregunté.
—Porque lo necesito… ya te dije una vez que
hay veces que yo no puedo firmar los papeles y como tú eres mi hijo necesito tu
ayuda.
—¿Qué clase de ayuda señor Lanzani? —preguntó
Lali apoyando el vaso en la mesa.
Él la miró con recelo. Estoy completamente
seguro que no le agrada para nada que Lali este sentada frente a él escuchando
todo. Principalmente porque no puede hablar como quiere.
—Tengo muchos negocios señorita Esposito y no
puedo atenderlos todos.
—Que lastima señor Lanzani. Pero ¿no le contó
Peter que esta semana que viene tenemos parciales en la Universidad? —Preguntó
y me miró —¿No le contaste, cielo?
La miré extrañado. Nosotros no teníamos
ningún examen o algo parecido esta semana.
Entonces entendí aquello. Miré a mi
padre.
—¿No te conté papá? —le pregunté. Él me miró
serio—Lo lamento otra vez… no sé que pasa conmigo últimamente que me estoy
olvidando de contarte tantas cosas importantes.
—Bueno, eso no es nada —dijo Lali y
sonrió.—Entonces señor Lanzani… no creo que Peter pueda ayudarlo esta semana. Y
tampoco la otra.
—¿Por qué? —preguntó él de mala gana.
—Peter y yo… estamos trabajando juntos en la
oficina de mi madre y… le prometimos que en las próximas dos semanas íbamos a
ayudarla en un proyecto muy importante que tiene. ¿O no amor?
—Si… también me olvidé de aquello. ¡Que
cabeza de novio la mía! —dije divertido y con Lali nos echamos a reír. Mariano
estaba más serio de lo que la situación ameritaba. Simplemente me encanta verlo
así. Molesto, sin saber que decir, ni que hacer.
El timbre de mi casa volvió a sonar. Lali me
miró y yo la miré. Ambos fruncimos el ceño.
—Que solicitados que estamos hoy, Peter —dijo
ella poniéndose de pie —Yo iré a abrir.
Lali se alejó de mí y miré a mi padre.
—No me gusta para nada las atribuciones de
esta jovencita —me dijo por lo bajo.
Sonreí levemente.
—Me importa un comino si te agrada o no. Yo
la amo y eso es lo importante —le dije sin dejar de mirarlo.
—¿Acaso tengo que venir yo hasta aquí para
que mi hijo me dé la hora? —escuché su voz y me paralicé.
Rápidamente me puse de pie. Ella entró al
departamento. Mi padre giró la cabeza y la miró.
De sus ojos destelló algo que
hacía mucho no le veía… Obsesión.
Ella dejó de caminar al verlo allí parado.
Lali se quedó quieta a su lado y miró preocupada la escena. ¿Qué diablos hace
ella aquí?
—Claudia—habló mi padre.
Vi que los ojos de mi madre se humedecían y
entendí que el pasado y todo el dolor volvieron a ella como si nunca se hubieran
ido.
Una sonrisa estúpida se curvó en el rostro de
mi padre. Volví la vista a mamá y sus ojos cada vez estaban más cristalinos.
—Claudia, mi amor, has vuelto —dijo Mariano.
Mi madre dejó de mirarlo.
—Creo que no… que no he venido en un buen
momento…vuelvo más tarde hijo —dijo ella con voz temblorosa.
En un instante que no percibí mi padre se
acercó a ella.
—No, no, no te vayas —dijo y la tomó de un
brazo.
Mi madre comenzó a forcejear para salirse de
su agarre.
—Suéltame —le dijo sin mirarlo.
—¿Por qué Claudia? Si has vuelvo a mí… sabía
que un día ibas a volver.
—Mariano… ya suéltame —dijo ella en tono
nervioso.
Me acerqué rápidamente a Mariano y lo alejé
de ella.
—Vete —le dije. Él me miró. Su mandíbula se
tensó.
—Otra vez tú —susurró. Miré a Lali.
—Lleva a mi madre al cuarto, Lali. Espérenme
ahí—les dije.
Lali asintió y tomó a mi madre del brazo para
dirigirla al cuarto. Cuando ellas dos estuvieron alejadas de la sala miré de
nuevo a Mariano.
—¿Qué te sucede? ¿Acaso estas mal de la
cabeza? —le pregunté.
—Otra vez tú —volvió a susurrar. Lo miré
extrañado.
—¿Qué quieres decir con eso? —dije.
—Tu madre ha vuelto y tú otra vez la alejas
de mí.
—¿Qué?
—Tú eres el culpable de todo —dijo elevando
un poco su voz.
—Ya no tenemos más nada que hablar Mariano…
voy a pedirte que amablemente te vayas de mi casa. Ahora.
Me miró con odio. Un odio que no veía hace
mucho en su mirada. Mi padre está enfermo. Está completamente loco.
—Está bien, está bien —dijo y se acercó a
buscar sus cosas —Como siempre tú ganas en esto… pero no me voy a quedar con
los brazos cruzados hijo. Vas a pagar haberte metido en medio de tu madre y yo.
—Como digas —le dije y le hice el gesto de
que ya se podía ir.
Él salió del departamento y se giró a verme.
—Ya lo veraz —dijo con una leve sonrisa.
Cerré la puerta con fuerza y sin pensarlo me
dirigí a la habitación.
—Respiremos juntas Claudia… tranquila —Lali
estaba arrodillada frente a mi madre y le sostenía las manos con las de ella.
Me miró —Ve por un vaso de agua, Peter. Tu madre está con un ataque de nervios.
Asentí y volví a salir para buscar el vaso
con agua. Volví al cuarto y pude ver la angustia de mi madre. Le entregué el
vaso y ella temblorosa lo tomó.
—Lo siento —se disculpó cuando terminó de
tomar.
—Tranquila, ya se fue —le dije.
—Tuve que haber llamado antes de venir —habló
mientras unas cuantas lágrimas caían por sus mejillas —Solo quería darte una
sorpresa, hijo. No pensé que tu padre iba… iba a estar aquí.
—Yo tampoco lo sabía, mamá —dije y me acerqué
para sentarme a su lado —Pero ya se fue… él no va a hacerte nada.
—Yo no tengo miedo por mí, Peter —dijo y me
miró a los ojos —Tengo miedo por ti. Tú padre está mal… muy mal.
—Eso no es noticia —le dije. Ella negó con la
cabeza.
—Mariano está enfermo, hijo… él está loco.
—Tranquila —dije y la abracé —Él no va a
hacerte daño ni a ti, ni a nadie.
Miré a Lali y pude ver la preocupación en su
rostro. Eso me partió el alma. Un día que debió comenzar hermoso, terminó
volviéndose una reverenda mierda.
Luego de calmar a mi madre. La acompañamos a
que se tomara un taxi. Antes llamamos a Ben para que la esperara y contarle lo
que había pasado. Volvimos a entrar al departamento después de despedir a mamá.
Solté un cansado suspiro y me tiré en el
sillón. Tapé mi rostro con ambas manos. Sentí como Lali se sentaba a mi lado.
Me tomó del brazo y me jaló hacia ella. Me
apoyé sobre su pecho sin quitarme las manos de la cara. Juro que tengo unas
terribles ganas de gritar.
—Tranquilo mi amor, todo va a estar bien
—susurró mientras acariciaba mis cabellos.
—Lo siento amor, no quería que pasaras por
esto —me disculpé. Ella me alejó para poder mirarme a la cara.
—No seas tonto, no tienes porque pedirme
perdón. Lo que pasó, no fue tu culpa.
—Maldito hijo de perra… lo odio —aseguré.
Ella acarició mis mejillas.
—Odiando a tu padre no ganas nada, Peter…
Como dijo tu madre él está enfermo. Necesita ayuda, solo eso.
—Solo eso —susurré y acaricié su rostro
—Ojala fuera tan fácil amor. Pero no sé si viste el rostro de él cuando vio a
mamá. Se transformó completamente… él parecía un lunático. Miró a mi madre como
si fuera una obsesión para él.
—Por eso mismo mi amor… él necesita
ayuda—dijo.
La acerqué a mí y la abracé. Escondí mi
rostro en su cuello y respiré su aroma.
—Tú también eres una obsesión para mí, Lali
—le susurré. Ella se alejó para mirarme a los ojos —Pero jamás… escucha esto,
jamás te haría daño.
Ella sonrió levemente y se acercó a mí para
besar mis labios.
—Lo sé mi amor. Y tú también eres mi
obsesión—susurró sobre mi boca. Me volví a acercar
para poder besarla
completamente.
—Te amo —le dije sin dejar de besarla.
—Te amo más —musitó. Se alejó despacio —Voy a
llamar a mis padres para decirles que mejor dejamos el almuerzo para otro día.
Se quiso poner de pie pero la detuve. Me miró
extrañada.
—¿Y quién te dijo que lo íbamos a dejar para
otro día? —le pregunté.
—Peter, no creo que sea un buen momento —me
dijo. Sonreí y negué con la cabeza.
—Claro que si es un buen momento, mi amor.
Tus padres y nosotros vamos a ir a almorzar juntos. Algo me dice que al final
vamos a sacar algo muy bueno de este día. Eso te lo puedo asegurar.
masssssssssssssssssssssssssssssssssssssss por favorr
ResponderEliminarmás!!!!! jajaja te juro los amo!!!!
ResponderEliminar@ROCHI16TA
Subi mas !!!
ResponderEliminarOtro xfa
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