—Bueno, no importa —habló Rochi y ambos escuchamos como
reía levemente —Me alegro que se hayan dado cuenta de que tienen que estar
juntos… me alegro que lo hayan entendido de una vez, en vez de estar como perro
y gato peleando y reclamándose cosas.
—En eso estoy completamente de acuerdo primita —le
dije.
Ella colgó el teléfono y se quedó parada dándome la
espalda. Esperé a que girara pero no lo hizo. Me senté en la cama.
—Oye, ¿Por qué no me miras? —le pregunté.
Lentamente se giró a verme, con los brazos sobre su pecho… cubriéndose – Ooooh,
¿ahora te pintó la vergüenza?
— No seas tonto… claro que tengo vergüenza… no es
algo que haga siempre —me dijo.
— Eres la criatura más hermosa que vi en mi vida.
— Mentira — me contradijo.
— ¿Quieres que te lo demuestre? —le pregunté. Ella
rió y se acercó a la cama, para acercarse a mí y depositar un dulce beso sobre
mis labios.
— No, porque sé exactamente que clase de
demostración está pasando por tu perversa mente en estos momentos… ahora
debemos levantarnos y bañarnos, y…
— ¿Bañarnos juntos? — la detuve. Ella arqueó una
ceja y se puso de pie.
— No, claro que no — me dijo.
— ¿Por qué no? — pregunté como un niño pequeño.
— Porque no – contestó – Es tarde Peter… por tu
culpa ya no fuimos a la Universidad…
— ¿Por mi culpa? Disculpa cariño, pero eras tú la
que no quería parar anoche.
Hizo un gesto de indignación.
— ¡Claro que quería parar!
— ¿Segura? – dije con tono seductor.
— Bueno, en realidad… no. Pero ese no es el tema
ahora, lo que importa ahora es que tú te bañas en este baño y yo voy al de
abajo – me dijo.
— No, no, no espera – dije y me puse de pie.
Ella tapó sus ojos rápidamente y giró dándome la
espalda.
— ¡Cúbrete! — chilló. No pude evitar soltar una
sonora carcajada.
— Mmm, me parece que de verdad el día te vuelve
timidita — dije mientras me acercaba más a ella.
— ¡No te me acerques! — me advirtió. Sonreí y me
acerqué más hasta tener su espalda contra mi pecho. Ella se paró erguidamenté.
— ¿Por qué?
— Peter… no seas atrevido — susurró un tanto
agitada.
— ¿Vas a dejar que me bañe contigo? – le pregunté y
acerqué mi boca a su nuca, para comenzar a besarla tiernamente.
— N… no — dijo con un poco de dificultad.
— Por favor — rogué y coloqué mis manos en su
cintura para acercarla más a mí.
— No y es mi última palabra Lanzani — dijo firmé y
se alejó para comenzar a bajar las escaleras.
— ¡Esta bien! Tú te lo pierdes — le dije y me volví
a acostar en la cama pesadamente.
— ¡Levántate y entra a ese baño! ¿Me escuchaste?
—me habló desde abajo.
— No, no quiero — dije como un niño de 5 años.
— Será mejor que lo hagas cariño — me dijo y sonreí
ante su forma burlona de llamarme así.
— ¿Qué pasa si no lo hago?
— Sufrirás las consecuencias…
— ¿Y cuáles son las consecuencias?
— No voy a besarte más, por el resto del día – me
dijo.
Rápidamente me levanté de la cama y busqué mis
cosas, para entrar a bañarme. No quería semejante castigo solo por no hacer lo
que me decía.
— Esta bien, está bien… ya entro — dije y
obedientemente entré a ducharme.
Me di una refrescante ducha y salí cambiado. Bajé
las escaleras y me dirigí hacia la cocina.
Detuve mis pasos al verla allí
parada, preparando el desayuno, envuelta en una salida de baño. Su pelo estaba
mojado, y caía pesadamente a ambos lados de sus hombros.
Ella levantó la mirada y me miró. Una sonrisa se
curvó en su perfecta boca, haciendo que me diera cuenta de algo. Siempre que
ella me sonreía de esa manera, mi corazón se aceleraba.
— Pensé que la ducha te había tragado — me dijo
—Por poco y subo a buscarte…
— ¿Y porque no lo hiciste? Así tenía una buena
excusa para meterte conmigo debajo de aquella tibia y relajante agua — le dije.
— Por eso mismo no subí… sabía que eras capaz de
eso — dijo y volvió a mirar hacia lo que estaba haciendo.
— ¿Qué cocinas? — pregunté.
— Estoy cortando fruta… así comes un poco de fruta—
dijo sin dejar de cortar.
De repente recordé que día era hoy. ¡El cumpleaños
de mi madre! Comencé a buscar en los bolsillos de mi pantalón mi celular, y lo
encontré.
— Cariño, ¿puedo usar tu teléfono? — le dije.
— Claro que sí — dijo ella.
Tomé el teléfono y me alejé un poco de la cocina,
para sentarme en la mesa que estaba en medio de la sala. Le puse tonó y miré el
número que ayer me había dado mi padre. Respiré profundamente y comencé a
marcar.
Mi corazón latía desesperado… juro que tenía miedo.
Llevé el teléfono a mi oído y esperé a que sonara.
—El número solicitado no corresponde a un cliente
en servicio. El número solicitado no corresponde a un cliente en servicio. El
número solicitado no corresponde a un…
— ¡Demonios! — rugí y colgué.
El maldito bastardo me había engañado. Aquel no era
el número de mi madre. ¿Cómo pude ser tan estúpido y creer que de verdad él iba
a dármelo?
Sentí como unas pequeñas manos se apoyaban en mis
hombros y luego bajaban hacia mi pecho. Cerré mis ojos y sentí como ella
apoyaba su mentón sobre mi hombro izquierdo. Sus manos acariciaron mi pecho en
forma de consuelo…
— Tengo algo para ti — me susurró al oído.
Abriendo los ojos, giré mi cabeza para mirarla.
Alejó su mano derecha de mi pecho y me la mostró. Un pequeño papel estaba entre
sus dedos. Lo tomé y la miré extrañada.
— ¿Qué es esto? — le pregunté.
— Ábrelo — dijo ella y se alejó de mí para sentarse
sobre mi regazo.
Acomodándola bien sobre mí, miré extrañado el
pequeño papel que me había dado. La miré a los ojos y luego decidí abrirlo.
Claudia Vargas
Mis ojos se abrieron como platos al ver el nombre
de mi madre en aquel papel y debajo un número. Más que extrañado volví a
mirarla.
— ¿Qué… que es esto? — le dije confundido. Ella me
sonrió y acaricio mi rostro.
— Es el número del celular de tu madre — me dijo.
— ¿Qué? — dije sin poder creerlo.
Ella asintió con la cabeza, sin dejar de acariciar
mi mejilla.
— Vamos, llámala — dijo mientras tomaba el
teléfono.
Pero entonces la detuve, agarrando su mano
suavemente con la mía. Me miró fijo a los ojos, y me hizo sentir en el aire.
— ¿Cómo lo hiciste? — le pregunté.
— No pude evitar escucharte ayer… bueno en realidad
me acerque a escuchar. Lo siento si soy metida pero… tenía que hacerlo. Además
después de lo que tu padre me dijo… con más razón aun.
— ¿Qué te dijo mi padre?
— Mmm, no tiene importancia…
— Dímelo, cariño – le pedí.
— Me dijo que hiciera que odiaras a tu madre… que
dejes de pensar en ella y en querer llamarla y encontrarla — me dijo — Perdona
si digo esto, pero tu padre es un imbécil.
Sonreí divertido y capture sus labios en un tierno
beso. Sus labios se movieron suaves sobre los míos. Se alejó despacio y me
miró.
— No puedo creer que lo hayas conseguido — dije y
volví a mirar el papel — ¿Cómo fue?
— En un momento, en el que estabas con tu padre en
la oficina, la secretaría se fue a no sé dónde y me acerqué a su escritorio, me
puse a revolver sus cosas hasta que encontré el nombre tu madre…
— ¿Cómo sabías el nombre de mi madre? — le
pregunté.
— Rochi, una vez me la nombró — dijo haciendo un
gesto con los hombros — Entonces anoté su nombre y unos datos más. Ayer por la
tarde comencé a averiguar sobre ella. Hasta que encontré un número que había,
pero que era de Londres. Luego llamé y me atendió una mujer… le pregunté por
ella y me dio este número.
— ¿Está segura que es ella? — le pregunté.
— Sí, por todo lo que me dijo la mujer, si es
ella…así que por favor llámala – dijo y levantó el teléfono hasta mi rostro.
Suspiré y lo tomé.
Comencé a marcar el número y coloqué el tubo en mi
oreja. Comenzó a sonar y sentí como mi corazón se aceleraba más que antes. Lali
aun estaba sentada sobre mí, por lo que coloqué uno de mis brazos alrededor de
su cintura y la apreté un poco.
— ¿Hola? — escuché su voz y me paralicé. Pensé que
nunca más en mi vida iba a volver a escuchar su dulce voz — ¿Hola? — volvió a
decir.
Intenté hablar pero las palabras no salían de mi
garganta. Era como si me hubiese olvidado de cómo hablar.
— Vamos Peter, dile algo — me dijo Lali.
— ¿Peter? – preguntó sin poder creerlo. Las
palabras se atoraron más en mi garganta — ¿Peter hijo, eres tú?
Lali me quitó el teléfono y lo llevó a su oreja.
— ¿Señora Vargas? — le preguntó y sonrió — ¿Qué
tal? Mi nombre es Lali y… estoy aquí con su hijo Peter — guardó silencio y me
miró con una pequeña sonrisa — Si es él… ¿Están aquí? ¿Dónde? Oh si, lo
conozco— dijo asintiendo —– Está bien, dentro de un rato estamos por ahí… adiós
— dijo y colgó.
— ¿Está aquí? — le pregunté. Ella sonrió
mostrándome todos sus dientes.
— Llegó hace unos meses de Londres… se está
quedando en un campo, que está a una hora de aquí. Nos espera allí — me dijo.
— No es cierto – dije mientras una pequeña sonrisa
se curvaba en mis labios.
— Si lo es… tenemos que ir para allá ahora mismo
—dijo y se puso de pie.
Un poco atontado me puse de pie. Ella se giró a
verme.
— ¿Qué pasa? — preguntó.
— Que eres lo mejor que se pudo haber cruzado en mi
camino – le dije y rápidamente me acerqué a ella para abrazarla.
Sus pequeños brazos se levantaron y me apretaron
más cerca de ella.
¿Cómo tuve el valor de siquiera negar lo mucho que
ella vale, lo mucho que significa para mí?
Cualquier otra, se hubiese dejado manejar por mi
padre… Pero no ella, ella no se iba a dejar manejar jamás por nadie. Y eso era
lo que más me gustaba.
Despacio se alejó de mí y se puso en puntas de pie
para besar cortamente mis labios.
— Vamos, debemos ir ya — me dijo e intentó
alejarse.
Pero entonces la tomé de la cintura y la apegué a
mí. Me miró con algo de sorpresa.
— Esperé toda mi vida por esto… no pasa nada si
espero unos minutos más — le dije y me acerqué más a ella para besarla.
Su boca se abrió despacio para mí. Nunca había
experimentado algo así. Nunca me había gustado tanto besar a alguien. No solo
se podía encontrar placer en un beso… hasta ahora no era consciente de eso.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, besándonos
suavemente. Recorriendo cada centímetro de su delicada boca.
— Ya… deja de besarme así — susurró sin separar sus
labios de los míos.
— No puedes pedirme eso — le dije por lo bajo.
Sus pequeños brazos se colocaron alrededor de mis
hombros, mientras ella se ponía en puntas de pie, para llegar mejor hacia mí.
Mis brazos la rodearon por la cintura, abrazándola casi asfixiantemente.
Se alejó despacio y acaricio mi nariz con la suya.
Abrí mis ojos y junté nuestras frentes. Ella sonrió
levemente y mordió su labio.
— ¿Realmente esto está pasando? — me preguntó.
— No lo sé… tal vez yo este soñando…
— O tal vez yo este soñando.
Levanté mi mano y acomodé un poco su cabello, para
luego bajar mis dedos por su mejilla, y llegar hasta su boca. La acaricie
despacio, con cuidado. Como si fuera algo que realmente pudiera romperse.
— Lali — le dije.
— ¿Qué? — preguntó.
— ¿Qué somos ahora? — pregunté. Ella sonrió y se
alejó completamente de mí.
— Estamos comenzando… podríamos llamarlo ‘Amigos
con derecho’
— Pero sin derecho a estar con otra persona…
Sus ojos brillaron de manera especial.
— ¿Me estas queriendo decir que serás solo para
mí?— dijo algo sorprendida.
Me encantoooooooooooooooooooooooooooo! simplemente sin palabras .-. PORFIN ESTAN JUNTOS! y lali tan tierna para conseguirle el numero de la mama y ayudarlo *-* quiero mas!
ResponderEliminar@m_ilays
ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAA!!! EXCELENTE CAPITULO!
ResponderEliminarQ tiernooooooos!!! M encanta! Ame sta cap!! :)
ResponderEliminarQuiero mas!!!
@belteje
Ok, estoy feliz son tan lindos, y encima lo ayuda con el tema de su mamá... LALITER
ResponderEliminar@ROCHI16TA
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ResponderEliminarme encanta la nove
ResponderEliminarmas novela xfa
ResponderEliminarestuvo genial el cap
ResponderEliminarsube pronto
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ResponderEliminarotro cap
ResponderEliminarotrooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
ResponderEliminarOtro porfiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
ResponderEliminarcuando subis mas????
ResponderEliminarEstas desaparecida...... :(, espero que estes bien :)
ResponderEliminar@ROCHI16TA
Che nos abandonaste :( cuando subis cap????
ResponderEliminarAy no sabes lo qué me pasó!. Hace fácil tres semanas que entraba y no podía actualizar la página y solo podía ver el capítulo 59 y hoy entro y pude asíque estoy re feliz! :).. Seguí subiendo por fa AMO TU NOVELA
ResponderEliminarsube ponto
ResponderEliminarme encanta leer la nove
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