—¿Qué significa esto? —preguntó. Ella se
alejó de mí y lo miramos.
—Pablo—dijo algo nerviosa. Uuu, esto se me va
a poner muy bueno.
Como una intuición de sí misma Lali se puso
frente a mí. La miré y no pude evitar sonreír divertido.
—¿Qué necesitas Martínez? —le pregunté sin
dejar de sonreír.
Él no dejaba de mirar a Lali. Estaba
esperando a que ella le dijera algo sobre lo que acababa de ver.
—¿Por qué lo estabas besando? —le preguntó él
a ella.
Lali me miró y luego volvió la vista a él.
—Creo que debemos hablar Pablo, pero no aquí
—le dijo ella. Entonces dejé de sonreír y me puse algo nervioso. ¿A dónde
quería hablar si no era ahí? Ella se giró a verme —Debo hablar con él, Peter.
—¿No me estarás pidiendo que te deje sola con
este idiota? —le dije en voz baja.
Ella levantó su mano y acarició mi rostro.
—Es solo por unos minutos. Iré a hablar con
él, le contaré todo y volveré a buscarte.
—No —sentencié.
—Por favor mi amor. Es mejor si yo hablo con
él y dejamos las cosas bien en claras.
—No confió en él Lali.
—Pero si confías en mí, ¿verdad? —me dijo
mientras me miraba fijo a los ojos.
—Si —dije soltando un suspiro. Ella sonrió y
se puso en puntas de pie para besarme
cortamente. Giró y miró de nuevo a
Martínez que estaba rojo de la rabia.
—Vamos Pablo—le dijo ella y comenzó a
caminar.
Martínez la siguió y pasó por lado en forma
retadora.
—Le tocas un pelo y te mato —le susurré
cuando pasó por mi lado.
Él sonrió como si acabara de escuchar un
chiste. Y a mí me encantaría ver su cara cuando Lali le diga: Pablo, Peter y yo
estamos de novios. Lo lamento idiota, pero nunca sentí nada por ti además de
lastima.
Reí por lo bajo y decidí ir a caminar un poco
para no pensar tanto en que dejé sola a mi novia con su ex. Pero eso… no es
malo, no lo es. Ella misma me ha dicho que nunca lo amó y que solo lo aprecia
como a un amigo. Pero él, él es un maldito infeliz.
—Peter, ¿podemos hablar? —me giré a verla al
escuchar su voz.
—María —le dije y tragué un poco de saliva.
¿Qué es lo que quiere ahora? —¿Hablar? ¿De qué?
—Peter… no sé si tú te has dado cuenta de que
yo…yo estoy enamorada de ti —me dijo.
Cerré los ojos fuertemente y maldije para mis
adentros. Lo que menos quería escuchar en este momento era la declaración de
amor de María.
—María yo… —intenté hablar pero ella se
acercó y apoyó uno de sus dedos sobre mis labios.
Al instante me alejé.
—Déjame hablar —me pidió. Asentí.
—Voy a escucharte, pero evita tocarme… por
favor—le dije. Ella asintió.
—¿En qué andas? —me preguntó.
—¿Con qué? —le pregunté.
—Con tu vida… hace como una semana que no te
veía. Y no lo sé… ya no sales, ya no estás faltando a clases, ya no eres el
mismo de siempre.
—Cambie —le aseguré.
—¿Cambiaste?
—En realidad me cambiaron.
—Lali, ¿cierto? —dijo mientras sus ojos se
humedecían un poco.
Sentí un nudo en mi estomago y eso creo que
se llama culpa. Me siento mal por ella, me siento por mal haberla ilusionado. Y
ahora que amo a alguien se cómo se siente aquello.
—Si, por ella —le contesté.
—Peter, yo estoy dispuesta a compartirte con
Lali—me dijo.
Fruncí el ceño y la miré bien.
—¿Qué? —dije.
—Que no me importa tener un poquito de ti,
pero… yo te amo Peter. Yo se que quizás es difícil de entenderlo y no es
capricho yo te amo —dijo mientras se acercaba más a mí.
Al instante me alejé poniendo más distancia
entre nosotros.
—No María, estás equivocada —le dije. Ella me
miró—Yo no puedo compartirme.
—¿Por qué? —preguntó.
—Porque estoy enamorado de una persona y mi
corazón le pertenece completamente a ella.
No puedo partirlo, ni sacarle un
pedazo. Ya tiene dueña.
—¿Sabes qué? Vas a arrepentirte —me dijo
mientras se alejaba de mí.
Reí por lo bajo. Ella me podría dar un poco
de lastima, pero está completamente loca.
—¿A si? —le pregunté.
—Te lo juro por dios, que vas a arrepentirte
de haberme hecho esto. Ya lo veras, ya verás que no soy tan estúpida como
crees—dijo y se fue de allí.
Me apoyé contra la pared que estaba a mi
izquierda y solté todo el aire que había estado aguantando.
—¿Qué haces galán? —escuché su voz y me giré
a verla.
—Lali, mi amor, solo estaba hablando con
ella. Yo no…
—Shhh, tranquilo. No tienes que darme explicaciones.
Confió en ti —me dijo divertida —Escuché un poco de tu conversación con la
señorita que se acaba de ir.
—¿Escuchaste? —pregunté.
—Se que no debí, pero bueno fue sin querer
—aseguró mientras se acercaba más a mí —Así que tienes una dueña. ¿No hay una
posibilidad de poder competir con ella por tu amor?
Sonreí y di un paso hacia ella. Apreté mis
labios mientras con mi mano tocaba mi mentón.
—La veo difícil —le dije. Ella sonrió y con
eso morí — ¿Te gustaría competir con ella?
—Me encantaría competir con esa perra por un
bombón como tú.
—¿Perra? ¿Le dijiste perra?
—Ajá —dijo mientras se acercaba aun más.
Levantó sus brazos y los colocó detrás de mi cuello.
—No, estás equivocada. Ella no es una perra
es una gatita. Y que gatita...
—Dame un beso —dijo. Coloqué mis brazos
alrededor de su cintura, acercándola un poco más.
—¿Uno solo? —pregunté.
—Millones, los que quieras. Pero solo dame un
buen beso de desayuno.
—¿Hablaste con Martínez? – pregunté antes de
besarla. Necesitaba saber aquello
—Si – dijo fastidiada. Sonreí, ella quería
que la besara.
—¿Y qué dijo?
—Te insultó un poco, pero ya lo sabe. Eso es
lo importante.
—¿Entonces, no más Martínez y María?
—No más nadie. ¡Ahora bésame!
—Y después soy yo el que no sabe esperar,
¿cierto?
—Uno pequeñito, pequeñito —hizo un gesto con
los dedos.
—No va a alcanzarme con uno pequeñito, amor.
—¿Sabes qué? —dijo y me besó cortamente. Reí
por lo bajo.
—¿Qué?
—Hay un salón vació para ir a estar más
tranquilos.
—¿Un salón vació? ¿En qué estas pensando mi
amor?
—No es en lo mismo que tú. Pero prefiero
estar entre cuatro paredes contigo que aquí en medio del pasillo por donde pasa
todo el mundo.
—Por mí que nos vea el presidente de la
Nación—dije y entonces me incliné hacia ella y la besé.
El celular de Lali comenzó a sonar.
Maldiciendo por lo bajo me alejé de ella.
—Lo siento —se disculpó conmigo y miró la
pantalla—Es mi madre —dijo sorprendida. No habíamos tenido noticias de Nico, ni
de Gimena desde el sábado — ¿Mamá? – La atendió y guardó silencio — ¿Dónde
estabas? —la miré y vi como su rostro comenzaba a volverse algo pálido. Eso me
asustó. Así que me acerqué a ella y la sostuve. Me dio la impresión de que iba
a desmayarse — ¿Qué? —Preguntó sin poder creerlo —No, tú estás jugando conmigo
—rió nerviosa — ¿Qué quiere decir eso, Gimena? —Dijo indignada y se alejó de mí
para comenzar a caminar como loca por el pasillo — ¿Sabes? Mejor guárdate los
detalles, que horror. Luego te llamo que ahora estoy en la Universidad —colgó y
me miró.
— ¿Qué pasó? —le pregunté.
—Ya sé de donde heredé la manía de
embriagarme y terminar haciendo cosas malas con personas que vienen con música
a las 2 de la mañana a mi casa —me dijo. La miré extrañado.
— ¿A qué te refieres mi vida? —le dije sin
entender del todo.
—Me refiero a que mi madre y mi padre
estuvieron todo el sábado y casi todo el domingo bebiendo champaña y haciendo
cosas indebidas en un cuarto de hotel.
Un hermano para Lali?? nose María esta media loquita, pero ya decia que todo era muy color de rosa!!
ResponderEliminar@ROCHI16TA
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